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La importancia de estar sano antes de un debate electoral televisado
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La importancia de estar sano antes de un debate electoral televisado

La salud de los participantes en un 'cara a cara' televisado ha ganado más de un voto: los dolores de rodilla de Nixon, el trauma de Felipe González o las enfermedades de JFK son ejemplos

Foto: Los 'Sánchez' y 'Feijóo' de los años sesenta en EEUU.
Los 'Sánchez' y 'Feijóo' de los años sesenta en EEUU.

Dentro de dos días se celebrará el esperado cara a cara televisivo entre Pedro Sánchez Castejón y Alberto Núñez Feijóo. Para esta importante cita, ambos candidatos se han preparado de manera exhaustiva con sus respectivos equipos. Han memorizado datos, repasado todas las líneas argumentales y ensayado respuestas para las preguntas capciosas que el contrincante pueda formular. Pero también habrán cuidado su aspecto físico y aparecerán en pantalla con una actitud descansada y, en lo posible, saludable. Porque es un debate televisado y no solo cuentan los argumentos verbales; también es importante la postura corporal y la apariencia healthy del candidato. Está en juego el voto del televidente y eso no es moco de pavo.

El primer debate face to face de la historia de la democracia en nuestro país lo protagonizaron Felipe González y José María Aznar en 1993. Casi diez millones de personas pegaron la nariz a la pantalla aquella primaveral noche. Antes del inicio de las hostilidades, los asesores de ambos bandos discutieron sobre la idoneidad del fondo del estudio, que resultaba demasiado azul para los del secretario general del PSOE. Pero las discrepancias no solo se limitaban al atrezo del plató. Conscientes todos de la importancia de la imagen, Aznar exigió que el debate se celebrase con ambos candidatos sentados en pupitres, en vez de los habituales atriles.

"John F. Kennedy era un hombre que sufrió varias enfermedades: addison, enfermedad de Basedow-Graves o colitis ulcerosa"

¿Cuál fue la razón? Felipe medía (por aquel entonces) unos diez centímetros más que José María, y este último quería evitar a toda costa que la audiencia constatase su menor estatura. El equipo de González, en cambio, se centró en negociar la temperatura del estudio, que no debía ser elevada para evitar la transpiración de su líder en directo, lo que podía ser interpretado por la audiencia como señal de preocupación, incomodidad o, en definitiva, presentar un aspecto enfermizo.

Aquella noche, los expertos otorgaron la victoria al candidato de la derecha. Cuentan que José María, nada más acabar el debate, profirió aquella famosa frase dirigida a sus asesores: “Cabrones, creíais que iba a perder”. Lo cierto es había ido mejor preparado que su contrincante, tal y como sucede en boxeo, cuando el aspirante, que ha entrenado más y mejor, derrota al campeón, que se ha dormido en los laureles. La imagen de Aznar en pantalla había sido radiante, y sus golpes ágiles y oportunos, mientras que su oponente había divagado en exceso y, a veces, se le había visto fuera de lugar. El líder popular había pasado los minutos previos al debate sonriendo, relajado, mientras que González había dejado pasar el tiempo fumando, demasiado despreocupado.

Foto: Miguel Ángel Jiménez, el panadero de Rajoy. (J. Martín)
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Pocos saben que el entonces presidente del Gobierno fue protagonista de un grave incidente justo el día anterior, cuando su avión se disponía a tomar tierra. El aparato sufrió una súbita despresurización y tuvieron que aterrizar planeando en una maniobra que, por fortuna, no tuvo mayores consecuencias. Al menos físicas. El entorno más cercano de González nunca entendió cóomo había sido capaz de enfrentarse a aquel cara a cara televisado después del susto mayúsculo que había sufrido menos de veinticuatro horas antes.

¿Recuerdan la cara de Mariano Rajoy cuando fue entrevistado después de ser rescatado del accidente de helicóptero que sufrió en la plaza de toros de Móstoles? Mariano, que “solo” se fracturó un dedo, se llevó tal susto que nunca más subió a uno. Por cierto, que el suceso fue investigado por la Comisión de Investigación de Aviación Civil, que concluyó que una de las causas del accidente fue el hecho de que el aparato había despegado en un área confinada. Vamos, que qué necesidad. González sí volvió a volar, pero resulta evidente que, aquella noche en el debate con Aznar, no estaba, ni de lejos, en las mejores condiciones posibles.

Treinta y tres años antes de esta cita entre González y Aznar, el 26 de septiembre de 1960, se produjo el primer debate televisado de la historia de las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Los protagonistas fueron Richard Nixon y John F. Kennedy, que congregaron en sus casas a setenta millones de televidentes. Nixon era el candidato republicano (y vicepresidente en ese momento), y Kennedy era el aspirante demócrata. Ambos tenían estilos y enfoques muy diferentes, circunstancia que se hizo patente durante el transcurso de la transmisión.

placeholder Debate entre Nixon y JFK.
Debate entre Nixon y JFK.

Se discutieron asuntos relacionados con la política exterior, la economía y la defensa nacional. Durante toda la emisión, Kennedy parecía más tranquilo y seguro frente a las cámaras, mientras que el republicano transmitía nerviosismo y no paraba de transpirar (¿recuerdan la preocupación de los asesores de González por el mismo motivo?). El mentón perlado de sudor, su rostro mal afeitado y un sempiterno ceño fruncido contrastaban con JFK, cuyas cejas arqueadas y su sonrisa transmitían afabilidad. En aquellos días, Nixon se encontraba convaleciente de una lesión en una rodilla. Algunos biógrafos aseveran, incluso, que el día del debate tenía décimas de fiebre.

En fin, que esa noche no se encontraba en su mejor forma física y ello afectaba a su apariencia y al rendimiento de su discurso. Además, no tenía mucha experiencia previa frente a las cámaras de televisión, mientras que Kennedy estaba más familiarizado con ese medio. Por ejemplo, este último utilizó un traje oscuro que quedaba perfecto en las imágenes en blanco y negro, en comparación con un horroroso modelo gris claro escogido por su oponente (no hay registros de ningún otro candidato que haya debatido en la TV con un traje de similar color después de ese día). Es curioso que aquellos que escucharon el debate por la radio creyeran que Nixon había ganado, en comparación con los que lo vieron por televisión, que tenían una opinión distinta, teniendo en cuenta la excelente imagen transmitida por el demócrata.

Foto: El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, durante la comida con simpatizantes en Ferrol. (EFE)

A tenor de su aspecto vigoroso y jovial, nadie hubiera jurado que el trigésimo quinto presidente, John F. Kennedy, era un hombre que sufrió varias enfermedades. Fue diagnosticado de enfermedad de Addison (trastorno de la glándula suprarrenal que impide la producción de dos hormonas: cortisol y aldosterona). También tuvo la enfermedad de Basedow-Graves (trastorno autoinmune que afecta la glándula tiroides), lo que le ocasionaba fatiga, pérdida de peso y ojos saltones. Padeció colitis ulcerosa (enfermedad inflamatoria intestinal), que le producía dolor abdominal y diarrea, y finalmente, y como consecuencia de una embestida de un destructor japonés durante la guerra, sufrió dolor crónico de espalda. Muchos de estos trastornos fueron ocultados en aquel entonces hasta que en la década de los ochenta se revelaron a la opinión pública. En 1983, el Dr. Lawrence C. Horowitz, quien había sido médico personal de Kennedy, publicó un artículo en la revista médica Annals of Internal Medicine donde detallaba las enfermedades de Kennedy, incluyendo la enfermedad de Addison. Posteriormente, en 1992, otro de sus doctores asistentes, el Dr. Jeffrey Kelman, publicó un libro llamado An American Dilemma: The Medical History of President John F. Kennedy, en el que proporcionaba más información sobre las enfermedades del mandatario asesinado en Dallas.

Así pues, Kennedy era un hombre enfermo el día del debate, a pesar de lucir un bronceado que, tal y como comentaron los espectadores, le proporcionaba un mejor aspecto en comparación con su rival. La historia dice que JFK aceptó ser maquillado, a diferencia del republicano, que rechazó cualquier cosmético (aunque existe cierta controversia, ya que hay cronistas que afirman que ambos rehusaron). Este tema del bronceado de Kennedy ha sido objeto de discusión y análisis a lo largo de los años, puesto que le aportó ventaja en la intención de voto. Fuentes oficiales declararon que la razón de su tez morena se debía a que había pasado los días previos al debate descansando y tomando el sol. Sin embargo, hay quien duda de que, con una agenda tan apretada, Kennedy pudiese tener tanto tiempo libre como para ponerse al sol cual lagarto. ¿Por qué estaba moreno entonces?

"¿Estarán Sánchez y Núñez Feijóo a la altura de los dos candidatos presidenciales de 1960?"

Quizás la explicación nos la pueda dar la enfermedad de Addison, trastorno que suele cursar con fatiga, debilidad y/o estrés, pero que también provoca cambios en la pigmentación de la piel. Aunque estos cambios suelen ser sutiles y no resultan en un bronceado notable, bien pudieron ayudar a JFK la noche del debate televisivo. Teniendo en cuenta que su historial clínico no podía ser revelado por cuestión de Estado, parece razonable que la versión oficial se centrase en el maquillaje utilizado antes del debate, o los rayos de sol disfrutados en días previos. Nunca lo sabremos. De cualquier modo, y como dice mi amigo Frederic Larsan: “En esta vida hay que hacer de la enfermedad virtud”, y este parece un buen ejemplo.

Hoy en día el debate entre Nixon y Kennedy es un hito de la historia de la televisión y de la política mundial. No hay aspirante a político que se precie que no lo haya estudiado y que no tenga memorizadas todas las conclusiones que de él se desprenden. ¿Estarán Sánchez y Núñez Feijóo a la altura de la de los dos candidatos presidenciales de 1960? ¿Harán historia con su argumentación y su capacidad de retórica? ¿Será clave el aspecto de ambos?

En cualquier caso, me permito recomendar que, si alguna vez deciden concurrir a un debate televisado, no olviden dormir bien la noche anterior, aparezcan pulcros y bien peinados, y eviten en lo posible comidas copiosas que puedan generar dispepsias que desemboquen en inconvenientes flatulencias. La imagen no lo es todo, pero [en política] casi.

Que se mejoren.

Dentro de dos días se celebrará el esperado cara a cara televisivo entre Pedro Sánchez Castejón y Alberto Núñez Feijóo. Para esta importante cita, ambos candidatos se han preparado de manera exhaustiva con sus respectivos equipos. Han memorizado datos, repasado todas las líneas argumentales y ensayado respuestas para las preguntas capciosas que el contrincante pueda formular. Pero también habrán cuidado su aspecto físico y aparecerán en pantalla con una actitud descansada y, en lo posible, saludable. Porque es un debate televisado y no solo cuentan los argumentos verbales; también es importante la postura corporal y la apariencia healthy del candidato. Está en juego el voto del televidente y eso no es moco de pavo.

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