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Todos sabemos que la cocaína y el alcohol son malos, pero ahora han descubierto por qué
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Todos sabemos que la cocaína y el alcohol son malos, pero ahora han descubierto por qué

A pesar de que hace mucho que conocemos que estas sustancias son negativas, todavía no teníamos claro el proceso. Su efecto en la materia negra del cerebro esconde la clave

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Ya somos mayorcitos como para meternos en discursos acerca del peligro de las drogas y el alcohol. A pesar de que los paquetes de tabaco sigan avisando de sus peligros, todos los tenemos más que en cuenta. Eso mismo ocurre con la cocaína o con el alcohol: sabemos que son terribles para nuestra salud (sobre todo para la del cerebro). Lo curioso es que, aunque éramos más que conscientes de sus efectos negativos a medio-largo plazo, no sabíamos qué ocurría exactamente, hasta ahora.

Aunque los datos acerca del consumo de cocaína varían mucho entre diversas fuentes, se considera que España es (junto a Bélgica) el país donde más se consume esta droga en la Unión Europea. Tanto es así que, según afirman desde el Observatorio Europeo de Drogas y Toxicomanías (EMCDDA, por sus siglas en inglés), un 11,2% de la población española entre los 15 y los 64 años, lo que supone más de 3 millones de personas, ha probado esta sustancia.

"Estos circuitos 'negativos' se fortalecen con el continuo uso de estas sustancias estupefacientes"

Con respecto al alcohol, de nuevo los datos varían, pero se calcula que, hoy en día, hay alrededor de 3 millones de personas que padecen adicción al alcohol en nuestro país. Por si eso fuera poco, la Encuesta Nacional de Salud, elaborada por el Ministerio de Sanidad de España, muestra que el 65,6% de la población mayor de 15 años bebió en el último año, y más de un 50% lo hizo de forma habitual. Por su parte, la European Health Interview Survey (EHIS) afirma que, en nuestro país, el 13% de los españoles bebe a diario.

Más allá de los más que documentados efectos de estas sustancias en nuestro cerebro (la razón principal de que se consuman), la adicción a ellas afecta negativamente a la flexibilidad cognitiva, la capacidad que tenemos de adaptarnos y cambiar entre diferentes estrategias. Esto, hasta ahora, no se sabía por qué ocurría.

La mencionada flexibilidad cognitiva es un elemento esencial en nuestra vida, desde los entornos académicos en la juventud al desarrollo familiar, así como para el éxito laboral. Por si eso fuera poco, a medida que envejecemos, pasamos a depender más y más de esa flexibilidad para hacerle frente al deterioro cognitivo propio de la edad (natural, que no depende de otras enfermedades). Diversos estudios han probado que la pérdida de esa flexibilidad cognitiva está estrechamente relacionada con los fracasos académicos, así como con una menor calidad de vida.

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El último estudio, liderado por el Dr. Jun Wang, miembro de la Texas A&M University School of Medicine, detalla los mecanismos que afectan a nuestra capacidad cognitiva a largo plazo por el consumo y abuso de la cocaína y el alcohol.

Su trabajo, publicado en la revista Nature Communications, hace especial hincapié en el papel de circuitos inhibidores locales en nuestro cerebro, que median en los efectos negativos del abuso de estas sustancias y, por tanto, en la capacidad que tiene nuestro cerebro para adaptarse a cambios en su entorno.

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Como explican los científicos, este tipo de sustancias tienen una influencia severa en un grupo de neuronas denominadas dMSns, que, a su vez, impactan en la sustancia negra del cerebro, que es la responsable del sistema de recompensas, así como del movimiento del organismo.

Como explica el Dr. Wang, "nuestra hipótesis es que una actividad aumentada de las neuronas dMSNs debida al abuso de alcohol o cocaína es capaz de inhibir otras neuronas llamadas CINs, lo que provoca una reducción considerable de la flexibilidad cognitiva". Y continúa: "Nuestra investigación ha confirmado que el uso de estas sustancias provoca cambios duraderos y de gran calado en los sistemas inhibidores de la comunicación entre las neuronas dMSNs y las CINs, lo que empeora la flexibilidad cognitiva. Y no solo eso, estos circuitos negativos se fortalecen con el continuo uso de estas sustancias estupefacientes. Esto provoca un aumento de la dependencia de la cocaína y del alcohol, por lo que es como una pescadilla que se muerde la cola".

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El consumo excesivo y continuado de alcohol y cocaína nos afecta a nivel neuronal, físico, mucho más de lo que pensamos, y esto puede acarrearnos grandes problemas a largo plazo que, en la medida de lo posible, deberíamos evitar. Por ello, si intuimos que tenemos un problema con el consumo de estas sustancias, ponerle freno es prioritario, incluso si requiere intervención por parte de un médico.

Ya somos mayorcitos como para meternos en discursos acerca del peligro de las drogas y el alcohol. A pesar de que los paquetes de tabaco sigan avisando de sus peligros, todos los tenemos más que en cuenta. Eso mismo ocurre con la cocaína o con el alcohol: sabemos que son terribles para nuestra salud (sobre todo para la del cerebro). Lo curioso es que, aunque éramos más que conscientes de sus efectos negativos a medio-largo plazo, no sabíamos qué ocurría exactamente, hasta ahora.

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