Menú
La playa y algunas enfermedades: verdades, consejos y leyendas urbanas
  1. Bienestar
'Qué me pasa, doctor'

La playa y algunas enfermedades: verdades, consejos y leyendas urbanas

¡Es tiempo de playa! El merecido descanso después de un año duro de trabajo. Es buen momento para tener en cuenta algunas recomendaciones básicas y desmitificar conceptos erróneos asociados con el verano y nuestra salud

Foto: Foto: iStock.
Foto: iStock.

Después de todo un año trabajando, ¡llegan las ansiadas vacaciones! Para escapar de la rutina, muchos irán a la playa en busca de relajación y de actitudes que podrían parecer veraniegas, pero que están lejos de ser saludables.

Cada vez es más habitual que se escojan las playas del Norte por sus suaves temperaturas, en comparación con las del resto de la Península. El sol no achicharra y el fresco nocturno reconforta. Uno de los hábitos más curiosos del litoral cantábrico son los largos paseos por la orilla. Como está nublado y no apetece tumbarse, la gente camina y se saluda con sus conciudadanos, como si pululasen por cualquier calle del centro urbano.

"Como en la playa mostramos nuestros cuerpos sin pudor, no hay mejor escenario para que un cirujano repase la teoría"

Por deformación personal, no puedo evitar fijarme en las cicatrices de los que me cruzo, e intento adivinar de qué han sido operados. “Al final siempre te llevas el trabajo a casa”, como dice mi querido Frederic Larsan. Pues tiene razón: como en la playa mostramos nuestros cuerpos sin pudor, no hay mejor escenario para que un cirujano repase la teoría. Es, para mí, un oculto (e inconfesable) divertimento que solo mis compañeros podrán entender. Otras veces te cruzas con paseantes que presentan hernias incipientes, o varices feas y trombosadas a los que te apetecería explicar por qué deberían acudir al médico para una adecuada valoración. Pero no lo haces porque estás de vacaciones como ellos y, además, no sabes cómo se lo van a tomar.

Baños de ola

Las varices son de frecuente diagnóstico en la playa. Son habituales en la segunda mitad de la vida (se calcula que las tienen el sesenta por ciento de la población después de cumplir los cincuenta). De hecho, los que hemos pasado ya esa franja de edad deberíamos usar medias de compresión elástica a diario. Pero, como no vamos a bajar a la playa con medias, es recomendable los paseos por la orilla del mar, caminar y chapotear un poco para tonificar esas piernas necesitadas de mejora del retorno venoso, en vez de tostar los miembros inferiores al sol sin ton ni son.

placeholder Personas paseando por la playa de la Concha de San Sebastián. (EFE)
Personas paseando por la playa de la Concha de San Sebastián. (EFE)

Si están en el Norte mejor, puesto que el agua está a una temperatura más fresca y sus efectos terapéuticos se sabe desde hace mucho que son más efectivos que en otras zonas costeras donde el agua tiene siempre menos gradación. (Recuerden que, a mediados del siglo XIX, el Norte era el destino elegido por la alta sociedad para someterse a los llamados “baños de ola” que ya se prescribían para vitalizar los huesos, bajar la fiebre y tonificar el cuerpo de manera general)

La temida hidrocución

De vacaciones el médico nunca desconecta, a diferencia de otras profesiones donde el trabajador se olvida del jefe, las finanzas o lo que sea que le oprime. Son muchos los trastornos de salud asociados al veraneo, y es frecuente que familiares o amigos nos aborden con dudas mientras te bañas o estás en el chiringuito. En general son fáciles, pero aún sorprende que se mantengan creencias e ideas equivocadas sobre nuestra salud y las actividades playeras. Por ejemplo, mientras camino por la orilla, escucho a una madre que le dice a su hijo que no puede bañarse hasta que pasen tres horas después de comer. No puedo evitar sonreír para mis adentros, ya que es incalculable el número de baños que los padres han prohibido a sus hijos de manera histórica por el archiconocido corte de digestión. Recuerdo que, incluso, los de nuestra generación habíamos de elegir entre ir al agua a bañarse o comer un helado y luego tener que esperar las tres interminables horas, en una de las crueldades más terribles que la sociedad ha cometido con niños y adolescentes.

Foto: Muchos síntomas no responden a una enfermedad real. (iStock)

¿Qué es el corte de digestión? En realidad, deberíamos utilizar el término hidrocución. Se trata de un shock producido por un cambio brusco de temperatura cuyas manifestaciones más leves son mareos, palidez, náuseas y vómitos, calambres, sudoración o visión borrosa, pero que puede desencadenar un estado sincopal y unas alteraciones severas en el aparato respiratorio y circulatorio (y que pueden acabar en una parada cardiorrespiratoria).

Al contrario de lo que se cree, las causas de la hidrocución no están directamente relacionadas con el proceso digestivo, y sí con la situación de shock termodiferencial cuando el organismo sufre un cambio brusco de temperatura. Lo que pasa es que si el mal llamado “corte de digestión” se produce dentro del agua hay riesgo de ahogamiento si el que lo sufre tiene pérdida de conocimiento o, por supuesto, una parada cardiaca. De ahí que se haya quedado en la sabiduría popular que “si te bañas sin hacer la digestión te puedes morir”.

Hemos de entrar en el mar de manera progresiva, sobre todo después de comer, tras una larga exposición solar o inmediatamente después de haber hecho ejercicio intenso

¿Cómo deberemos evitar la hidrocución? Antes que esperar tres horas para hacer la digestión (maniobra que tampoco es descabellada después de una opulenta y bien regada comilona veraniega), habremos de entrar en el mar de manera progresiva, sobre todo después de comer, tras una larga exposición solar o inmediatamente después de haber hecho ejercicio intenso. Nuestro cuerpo ha de adaptarse poco a poco al cambio (sobre todo cuando la temperatura del agua es inferior a dieciocho grados), y ante cualquier señal de alarma, abortaremos el baño de inmediato. Aplicar el sentido común, en general, suele tener beneficiosos efectos.

Quemaduras solares

Mientras sigo mi paseo por la playa no puedo evitar reparar en todos aquellos que se obstinan en tomar el sol como si un aspecto bronceado fuese sinónimo de salud o eterna juventud. Las quemaduras solares son un clásico de nuestras playas. Bien es cierto que las campañas institucionales de concienciación parece haber calado en la sociedad, pero aún hay quienes se someten al achicharramiento solar sin protección ni lógica.

placeholder Quemadura solar. (iStock)
Quemadura solar. (iStock)

Recuerdo de niño que la primera quemadura en los hombros era considerada normal; constituía la primera señal de que el verano había llegado. Si la piel estaba inflamada y caliente por el tacto, la sabiduría popular te recomendaba frotarte con tomate natural u otros productos de lo más variopintos. Luego te pelabas, unas quemaduras se superponían a otras, y así pasaban los veranos. Eran otros tiempos, y otro sol, menos nocivo que el que tenemos en la actualidad.

Foto: Foto: iStock.

Una quemadura solar hoy en día puede resultar en una infección muy grave; no olvidemos que la piel es nuestra protección natural y, como tal, hemos de cuidarla. La luz ultravioleta penetra la piel y causa quemaduras, pero también lo hace en días fríos o cuando está nublado. Por eso es importante protegerse también en los días de playa con nubes, ya que estas solo reducen un 20% el efecto del sol, aunque la creencia popular asegure que “hoy no hace falta”.

La exposición solar prolongada y repetida aumenta el riesgo de sufrir otros daños además de las quemaduras, como el envejecimiento prematuro de la piel, lesiones precancerosas o directamente cáncer, como el melanoma, que sabemos que tiene mucha mortalidad. ¿Cómo deberemos prevenir las lesiones por el sol? Usemos protector de aplicación directa en la piel, bien extendido para que se absorba y sea eficaz (los pegotes de crema sin esparcir no tienen más efecto, contrariamente a las leyendas urbanas). Es recomendable volverse a aplicar la crema cada dos horas; no vale de nada ponerse una vez y olvidarse el resto de la jornada. También resultan útiles las sombrillas, la ropa y las gafas de sol. Y, cómo no, quitarse de la exposición (el uso del sentido común también protege de las quemaduras).

Infecciones múltiples

Hay más trastornos de salud playeros. La exposición a altas temperaturas (asociada a alta humedad ambiental) puede elevar la temperatura corporal de forma peligrosa y producir el llamado golpe de calor, consistente en un estado confusional, mareos, deshidratación y pérdida de electrolitos, y hasta pérdida del conocimiento. También las infecciones respiratorias aumentan en verano, contrariamente a lo que las leyendas urbanas dicen, puesto que no son exclusivas de los inviernos. Sin entrar en detalles sobre el coronavirus (del que todos somos ya expertos), algunos virus como los del resfriado común y la gripe circulan a sus anchas en entornos concurridos y en lugares con aire acondicionado.

placeholder En verano hay que estar atento a la temperatura de los alimentos. (EFE)
En verano hay que estar atento a la temperatura de los alimentos. (EFE)

Las altas temperaturas favorecen el crecimiento de bacterias en los alimentos y aumentan el riesgo de infecciones gastrointestinales. Esto puede provocar diarrea, vómitos, náuseas, dolor abdominal, entre otros síntomas. Presten atención a la correcta refrigeración de los alimentos en su apartamento de alquiler y echen un vistazo meticuloso a locales y/o chiringuitos que pudieran ser sospechosos (si bien, hoy en día, los controles sanitarios son estrechos y los hosteleros, cumplidores).

Mundo animal

Los insectos (mosquitos, garrapatas, etc) son más activos en verano, lo que aumenta el riesgo de infecciones transmitidas por picaduras. En el agua, ojo con las medusas, que pueden producir ardor, hinchazón, hormigueo y ronchas en la piel (como una huella de contacto de los tentáculos). En el caso de ejemplares muy grandes, pueden generar dolor, espasmos musculares, desmayo y, en casos severos, insuficiencia respiratoria o, incluso, trastornos cardiacos.

Foto: Fuente: iStock

Cuidado después del baño, en la toalla, con las avispas, a quienes encanta nuestra comida. Recuerdo un día que me picó una en la playa en el labio inferior y anduve tres días con la boca torcida. Cuando intentaba hablar parecía Sylvester Stallone diciendo: “No siento las piernas”, para el regocijo de mis dos hijos. Tuve que ir al hospital para que mi amiga Alba, enfermera, me pusiera una inyección de corticoides porque la inflamación no bajaba y me condicionaba la vida. Como es una gran profesional, no se rio mucho de mi deformidad.

placeholder Los baños en las piscinas favorecen la otitis externa. (iStock)
Los baños en las piscinas favorecen la otitis externa. (iStock)

Los baños en las piscinas y las playas son relajantes y terapéuticos, pero, unidos al calor, incrementan el riesgo de padecer una otitis externa (también llamada “otitis del nadador”). Cuanto más tiempo en el agua peor, siendo los niños más vulnerables porque tienen el conducto auditivo más pequeño y retienen agua (y porque sus baños nunca tienen fin).

La otitis externa es una infección del epitelio que recubre el conducto auditivo externo. Este epitelio es el encargado de proteger al oído de bacterias, pero la humedad y el calor facilita que los gérmenes puedan acampar. Los síntomas son dolor al masticar o bostezar, sensación de oído taponado o de agua dentro, y/o perdida de la audición. El signo clásico es el dolor cuando se presiona en el trago (el cartílago que está por delante del orificio del oído).

La eliminación de la cera del oído con bastoncillos favorece las otitis, ya que el cerumen es el encargado de proteger el conducto auditivo

Aviso a bañistas: la eliminación de la cera del oído con bastoncillos favorece las otitis, ya que el cerumen es el encargado de proteger el conducto, por lo que los especialistas no recomiendan su uso sistemático, contrariamente a la creencia popular. Así que eviten usarlos; reducirán las posibilidades de tener el mal del nadador, podrán bañarse por tiempo prolongado y evitarán reencontrarse con alguno de ellos flotando en el mar (sepan que un bastoncillo tarda en degradarse trescientos años). ¿Cómo prevenir una otitis que nos arruine nuestras vacaciones? Se recomienda secar bien la entrada del conducto auditivo nada más salir del agua. Eviten un baño prolongado, háganlo en aguas limpias y utilicen tapones en caso de infecciones reincidentes. En caso de molestias acudan al médico: es muy probable que precisen de antibiótico tópico.

Las buenas costumbres no se relajan

Para finalizar, añadiré un demonio que planea por muchos de los veraneantes que asocian la relajación estival con el abandono de las rutinas saludables. Para ellos, todos los días son fiesta y motivo de celebración, y acaban excediéndose con el alcohol y las comidas pantagruélicas. Fuman más cantidad (o peor, retoman el vicio que habían dejado) y olvidan sus medicaciones habituales, esas que les permiten mantener la tensión arterial, el colesterol y la glucemia en niveles adecuados. Por favor, intenten evitar tentación constante (o, al menos, no transgredan a diario).

Foto: El Dr. Walter Freeman y el Dr. James W. Watts, frente a una radiografía tras un tratamiento psicoquirúrgico.

Queridos lectores, mantengan hábitos saludables durante el verano. Utilicen el sentido común y todo irá como la seda. Tonifiquen las piernas y eviten excesiva exposición al sol. Pasear por la orilla es un placer. Háganlo protegidos con crema solar aunque esté nublado y luego regálense un baño refrescante, entrando en el agua poco a poco (y no como un adolescente en la edad del pavo). El paseo por la orilla es un buen momento para poner los asuntos familiares al día o para recalcar este o aquel consejo a alguno de tus hijos, si tienes la suerte de que te estén acompañando.

Por cierto, hoy es el cumpleaños de Miguel, mi hijo el pequeño, y me van a permitir que le dedique este humilde artículo que acaban de leer.

Que se mejoren.

* * *

Después de todo un año trabajando, ¡llegan las ansiadas vacaciones! Para escapar de la rutina, muchos irán a la playa en busca de relajación y de actitudes que podrían parecer veraniegas, pero que están lejos de ser saludables.

Salud
El redactor recomienda