La asignatura pendiente del cáncer de próstata en el sistema sanitario
Nuestro sistema de salud tiene una asignatura que lleva suspendiendo mucho tiempo y nunca acaba de aprobar ni en septiembre, y afecta a los pacientes que sufren esta enfermedad
En estos días de estío, agitación política y algo más de tiempo para la reflexión, me viene a la cabeza un asunto, sin duda muy alejado por su complejidad e importancia de los espurios y superficiales debates a los que venimos asistiendo en las últimas semanas.
Nuestro sistema sanitario tiene una asignatura que lleva suspendiendo y nunca acaba de aprobar en ningún “septiembre”, y afecta a los pacientes con cáncer de próstata. No estamos hablando de algo raro o de minorías, sino del tumor con mayor número de casos de diagnóstico al año en hombres en España, y globalmente uno de los cinco más importantes. Como es bien conocido, las técnicas de imagen (tanto morfológicas como funcionales) son desde hace muchos años y lo serán aún más en el futuro inmediato clave en muchas decisiones que toma el médico, en todas las especialidades y en oncología especialmente. Estas técnicas, muchas de ellas basadas en la física y la química, nos sirven para diagnosticar, estadificar (conocer la extensión a las distintas partes del cuerpo) y en muchas ocasiones hasta tratar tumores malignos.
El cáncer de próstata es un ejemplo paradigmático de hasta donde podemos llegar con estas tecnologías en beneficio de nuestros pacientes. Una técnica que combina la tecnología TC (tomografía computarizada-morfología) y PET (tomografía por emisión de positrones-imagen molecular) usando un radiotrazador, que es una molécula, en este caso PSMA (antígeno prostático de membrana) que se une a un isotopo radioactivo (Galio68, 18Fluor, etc.) y ambos a su vez a las células tumorales de manera específica, algo así como un GPS que nos permite saber dónde se encuentran estás células. Pues bien, esta técnica ha demostrado de manera rotunda ser mucho mejor que sus predecesoras (TC convencional, gammagrafía ósea, PET-TC Colina, etc.), vemos más y mejor, “nos hacen equivocarnos menos” y poder tratar a los pacientes de manera mucho más personalizada, ofreciendo tratamientos tanto con cirugía, como con irradiación o teragnósticos muchos más precisos y “a medida”.
España, a la cola
La mala noticia es que España se sitúa a la cola de los países desarrollados de nuestro entorno (Reino Unido, Alemania, Bélgica, etc.) en el acceso a esta técnica en particular., y además de manera desigual entre regiones. Una maraña de malas decisiones y definiciones, problemas regulatorios, descoordinación y falta de planificación entre gobierno central y comunidades autónomas, ausencia y retrasos en las aprobaciones, etc. han hecho que la realidad en 2023 sea que la gran mayoría de pacientes con cáncer de próstata en distintas fases de la enfermedad que son candidatos a su realización no puedan disponer de ella. Juicios como falta de equidad, perdida de oportunidad, mala praxis y algunos otros menos “políticamente correctos” serían aplicables a lo que está sucediendo.
En estos momentos en los que tanto se habla de “mayorías y minorías”, porque asuntos como este que afectan a la “mayoría de una minoría de la sociedad”, pero que para ellos y sus familias pueden suponer meses o años en su supervivencia y calidad de vida, se diluyen entre tanta vulgaridad intelectual. La realidad es que hace muchos años que nuestro sistema sanitario responde al viejo aforismo “el plan es que no hay plan”. Se les llena la boca a nuestros políticos de hablar de “ciudadanía”, condición que se otorga al ciudadano o la ciudadana de pertenecer a una comunidad organizada, eso es exactamente lo que hace falta, poner orden en estas cuestiones tan relevantes como esta que hemos expuesto hoy.
Es necesario redoblar los esfuerzos, desde todos los estamentos implicados, Ministerio de Sanidad, Agencia Española del Medicamento, Consejerías de Sanidad, asociaciones científicas, asociaciones de pacientes, medios de comunicación y sociedad civil en general, para ser capaces de poner el foco en temas realmente trascendentes y que aportan valor, en salud, que como hemos podido comprobar tras la pandemia es lo más importante que tenemos.
Buen verano a todos.
En estos días de estío, agitación política y algo más de tiempo para la reflexión, me viene a la cabeza un asunto, sin duda muy alejado por su complejidad e importancia de los espurios y superficiales debates a los que venimos asistiendo en las últimas semanas.
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