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Fumar para dejar el tabaco: ¿se deberían financiar públicamente los cigarrillos electrónicos?
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el 23% de los españoles fuma

Fumar para dejar el tabaco: ¿se deberían financiar públicamente los cigarrillos electrónicos?

Muchos gobiernos son reacios a considerar los 'vapeadores' útiles para dejar de fumar, o seguros para la salud, pero un nuevo estudio muestra que tienen un potencial masivo para los adictos al tabaco

Foto: ¿Fumar para dejar de... fumar? (iStock)
¿Fumar para dejar de... fumar? (iStock)

Según informes del Ministerio de Sanidad, en España, el 23% de la población mayor de 15 años fuma a diario. Además, el 2,4% son fumadores ocasionales. Esto supone que más de una cuarta parte de todos los ciudadanos de nuestro país están en riesgo de sufrir la infinidad de problemas de salud vinculados desde hace décadas al consumo de tabaco (hecho probado en un sinfín de estudios científicos).

No todos, pero gran parte de los fumadores desearía dejar el tabaco, pero la dificultad de esta hazaña hace que ese número no aumente día a día una barbaridad. A pesar de eso, según el Gobierno, el 25,7% de los españoles se declara exfumador. Seguro que conocemos a alguno y, si le preguntamos cómo lo hicieron, muy pocos responderán: "Pues muy fácil 'colega'; dejas de comprar tabaco y ya está, ja ja". No, para nada. Salvo anormales casos aislados, todos ellos han pasado el mono, el malestar de realizar actividades que teníamos impresas en nuestro cerebro vinculadas al tabaco (como bebernos una cerveza en un bar, reminiscencia de cuando todavía se podía fumar en los bares, allá por 2010) y la ansiedad por un último cigarro, o tan solo una calada.

"No deberíamos negarle esta opción a los adultos que desean dejar de fumar y que no pueden lograrlo sin esta ayuda"

No lo compararemos al síndrome de abstinencia de la heroína, o del alcohol, pero el tabaco es una droga y 'potente', además. Es por eso que, desde hace décadas, han existido métodos para 'dejar de fumar fácil', desde hipnosis a antidepresivos; de chicles de nicotina a meditación; de parches cutáneos a sprays bucales; de fuerza de voluntad a fuerza bruta.

Cada maestrillo tiene su librillo, y los exfumadores no son una excepción. La madre del autor de estas líneas lo dejó gracias a la fuerza de voluntad (y a un cáncer de mama); el padre recurrió a los antidepresivos recetados por su médico de cabecera; el abuelo guardaba un paquete de tabaco en lo alto de un armario mientras 'fumaba' palitos de zanahoria, mirándolo fijamente (murió hace años, pero nadie en la familia se explica cómo es posible que le funcionase ese 'truco') y la novia, en cambio, un día dejó de fumar porque sí, sin dolor ni malestar, una de esas rarezas. A pesar de todo, hay técnicas más populares que otras.

placeholder Foto: iStock.
Foto: iStock.

En los 90s y los 2000s los chicles y parches de nicotina parecían la solución, pero en los 2010s apareció otro método que parecía llenar el vacío que separa fumar y no fumar: los cigarrillos electrónicos o vapeadores. La idea detrás de su funcionamiento es que, gracias a una resistencia eléctrica se calienta una solución química, que en muchos casos puede incluir nicotina, aunque los ingredientes varían infinitamente entre una y otra variedad. La 'gracia' de estos productos es que, si así lo deseamos, podemos seguir ingiriendo nicotina, lo que ayuda con el mono, sigue saliendo 'humo' (aunque en este caso es vapor, en ingentes cantidades si queremos) y no tenemos por qué perder la postura de fumar, con el cigarro entre los dedos, con la que tanto nos hemos familiarizado.

A pesar de esto, es cierto que diversos estudios científicos han vinculado el consumo de estos cigarros electrónicos a enfermedades. La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica, avisó, al inicio de su popularización, de que algunas sustancias que incluye el 'líquido' de los vapeadores (entre las que se encuentra la nicotina) "pueden causar cambios en los pulmones a corto plazo muy parecidos a los que se producen al fumar cigarros normales". También existen indicios de 'vapers' (o gente que consume estos productos) que han desarrollado neumonías lipoideas, aunque sigue existiendo un importante debate al respecto.

Bueno, ¿y lo bueno?

Las mejores noticias llegan de la mano del doctor Matthew Carpenter, de la Medical University of South Carolina, en EEUU. Lo que ha logrado el mencionado doctor es realizar el mayor estudio hasta la fecha sobre la viabilidad de considerar los cigarrillos electrónicos una ayuda viable para dejar el tabaco normal y corriente. En el país norteamericano, la FDA (Food and Drug Administration, la autoridad gubernamental encargada de la aprobación de terapias y medicamentos, entre otras muchas cosas) considera tan solo ayudas aprobadas a los fumadores los parches y chicles de nicotina, así como algunas medicaciones.

Pero este estudio ha mostrado, claramente además, que los cigarros electrónicos sí tienen una gran efectividad a la hora de ayudar a gente a dejar de fumar, incluso (y esto resulta especialmente sorprendente) a aquellas personas que entraron en el estudio sin la menor intención, expresa, de dejar el tabaco una vez este finalizara.

Foto: Foto: Unplash/@haim_charbit18.

A pesar de ello, el autor principal del trabajo, el mencionado doctor Matthew Carpenter es cauto: "No se trata de una panacea para dejar de fumar". A pesar de ello, es comedidamente optimista:"Son raras las ocasiones en el que se prueba que llevabas razón en prácticamente todo lo que habías predicho. En este caso fue un efecto tras otro; no importaba de qué forma mirásemos a los datos [intentando buscar todos los puntos de vista que pudieran mostrar un sesgo en los resultados], aquellos que recibieron los cigarros electrónicos mostraron más abstinencia y daños reducidos en comparación a quienes no lo recibieron". Con esto último, el autor del estudio explica la existencia de un grupo de control, a quien se le realizó el mismo control y pruebas que al grupo principal y que continuó fumando tabaco normal (aunque se le pidió que intentara dejar de fumar, solo que no usando vapeadores).

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Foto: iStock.

Por supuesto, este trabajo científico no tuvo lugar durante un fin de semana con cuatro amigos de los autores, sino que participaron miles de voluntarios para llevar a cabo un proceso de investigación que se ha extendido 4 años. La esperanza de los autores es que los resultados positivos (que incluyen, pero no se limitan, a un mayor número de voluntarios que informaron de una abstinencia total del tabaco 'combustible'; un descenso general del número de cigarros diarios fumados y también una cantidad menor de intentos "fallidos" para dejar de fumar).

Ahora, el objetivo es valorar cómo convencer a la administración (estadounidense) de su potencial para reducir el tabaquismo en el país norteamericano. En este sentido, las autoridades están preocupadas por si el cigarrillo electrónico no pudiera ser solo una 'vía de salida' del tabaquismo, sino también una 'iniciación' para los más jóvenes al tabaquismo. Como explica el propio Carpenter, "nadie quiere que los cigarrillos electrónicos acaben en las manos de los niños, y deberíamos hacer todo lo posible para que esto no llegase a ocurrir. Pero, al mismo tiempo, no deberíamos negarle esta opción a los adultos que desean dejar de fumar y que no pueden lograrlo sin esta ayuda".

Foto: Tienen un año para reunir un millón de firmas. (EFE/Adi Weda)

Para Ilustrar a lo que se refiere, el científico menciona el particular caso del Reino Unido, que en el mes de abril anunció el programa 'Swap to Stop' ('cambia para parar'), que pretende distribuir kits de iniciación al 'vapeo' entre más de un millón de fumadores.

Dentro de nuestras fronteras, medidas para conseguir una reducción del consumo de tabaco podrían ser más que bienvenidas (aunque con nuestro sistema de salud fragmentado, esto quedaría, en gran medida, en manos de cada una de las Comunidades Autónomas, que controlan sus propios sistemas sanitarios), dado que, a día de hoy, todavía hay más de 10.800.000 fumadores en nuestro país.

Según informes del Ministerio de Sanidad, en España, el 23% de la población mayor de 15 años fuma a diario. Además, el 2,4% son fumadores ocasionales. Esto supone que más de una cuarta parte de todos los ciudadanos de nuestro país están en riesgo de sufrir la infinidad de problemas de salud vinculados desde hace décadas al consumo de tabaco (hecho probado en un sinfín de estudios científicos).

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