Colágeno y ejercicio para la prevención del envejecimiento cutáneo
Durante el periodo estival, la piel gana protagonismo por los efectos del sol. Sin embargo, no debemos olvidarnos de su cuidado durante el resto del año. Algunas estrategias pueden ayudarnos a mantener una piel más sana y joven a largo plazo
Con el verano y la exposición al sol llegan los cuidados de la piel. El objetivo para algunos es broncearse, pero a la vez evitar las quemaduras por el sol y, a largo plazo, el aumento del riesgo de algunos tipos de cáncer de piel. La exposición a la radiación ultravioleta del sol es la principal causa de melanoma o de cáncer de células basales o escamosas.
El envejecimiento de la piel también contribuye a un aumento del riesgo de cáncer. Y esto va de la mano de la estética. Hay casos publicados donde se observa claramente en personas de avanzada edad cómo el usar una crema hidratante con filtro solar en la cara las protegió del envejecimiento de forma manifiesta, frente a la piel del cuello, donde no usaron crema de forma habitual.
No debemos olvidar que la piel es el mayor órgano del cuerpo y que constituye la principal barrera de defensa contra la enfermedad y los agentes externos, además de ser, como sabemos ahora, un órgano capaz de producir hormonas y neurotransmisores en respuesta a estímulos. Su salud depende no solo de factores externos como la exposición solar y sus efectos acumulativos o la polución, sino también de factores internos como la hidratación o la nutrición, el estado hormonal, la inflamación crónica o la senescencia celular.
El envejecimiento de la piel conlleva su deshidratación, la pérdida de elasticidad y la presencia de arrugas o manchas. Para mantenerla joven durante más tiempo, traemos aquí dos nuevos trabajos que nos facilitan estrategias sencillas para ayudar a esa crema solar a mantener una piel sana.
El ejercicio, también para un cutis radiante
El primero de estos estudios nos llega desde Japón, donde un ensayo clínico ha querido comprobar el efecto del ejercicio sobre la salud cutánea. La hipótesis es que la producción de exerquinas, esas sustancias que nuestro organismo genera en respuesta a la actividad física, podrían mejorar la salud de la piel. Los investigadores han querido además comprobar si existen efectos diferenciales entre el ejercicio de fuerza o el aeróbico o de fondo, ya que el perfil de producción de exerquinas es distinto para ambos.
El ensayo clínico incluyó a 61 mujeres sedentarias de mediana edad que se incorporaron a alguno de los grupos de intervención con una duración de 16 semanas y entrenamientos dos veces por semana. Además de medidas de capacidad física y de composición corporal, se midieron parámetros de salud cutánea y se tomaron muestras de sangre para comprobar cómo afectaba al nivel de expresión de la matriz extracelular, uno de los principales componentes que pueden darnos una idea del estado de salud de la piel.
Tras las 16 semanas del estudio, los resultados en cuanto a capacidad física y composición corporal fueron los esperados: mejora de la capacidad cardiorrespiratoria, reducción del peso corporal o mejora de la capacidad muscular. La medición de parámetros de la piel reflejó que la elasticidad y la estructura de la capa externa mejoraron con ambas modalidades de ejercicio. En el caso del entrenamiento de fuerza, además, mejoró el grosor cutáneo.
El cultivo in vitro de células de la piel (fibroblastos) con el plasma procedente de estas mujeres permitió observar el efecto del ejercicio sobre este tipo de células. Para ambas modalidades hubo un aumento en la expresión de genes relacionados con la producción de colágeno y de hialuronanos o proteoglicanos, necesarios para el mantenimiento de una piel sana. El ejercicio aeróbico aumentó algo más la expresión de colágeno y el de fuerza de proteoglicanos.
En resumen, este trabajo demuestra cómo el ejercicio, una vez más, es beneficioso para todo nuestro organismo, incluida la piel. Y que, de nuevo también, el ejercicio aeróbico y el de fuerza se complementan para maximizar los beneficios.
Suplementos de colágeno, ¿realmente funcionan?
Cuando hablamos de cosmética y de la piel, el colágeno es sin duda el término estrella. No en vano esta proteína constituye el 80% del peso en seco de la piel. El envejecimiento resulta en una reducción de la eficacia de las enzimas que producen el colágeno y una reducción de los fibroblastos que se encargan de ello. Como resultado tenemos la deshidratación, pérdida de elasticidad y de grosor que sufre la piel con el tiempo.
Las cremas con formulaciones de colágeno tienen una capacidad limitada, ya que su absorción a través de la piel es reducida
Las cremas con formulaciones de colágeno tienen una capacidad limitada, ya que su absorción a través de la piel es reducida. Por tanto, una estrategia desde el interior podría ser más efectiva. Los estudios han ido demostrando que las formulaciones con la proteína hidrolizada son las más efectivas para su absorción y distribución en el organismo, facilitando los tres aminoácidos principales que se encuentran en el colágeno: hidroxiprolina, serina y glicina. Estudios preliminares han mostrado que el colágeno hidrolizado podría mejorar la elasticidad y la hidratación de la piel.
A raíz de estos indicios, se ha publicado un metaanálisis que reúne datos procedentes de 26 ensayos clínicos y 1.721 pacientes. Los datos son claros: el uso de colágeno hidrolizado, especialmente a largo plazo, mejora la hidratación y la elasticidad de la piel, comparado con un placebo.
Joven por dentro, joven por fuera
No debemos perder de vista que lo primero es la salud. Pero estar sano por dentro se refleja también en el exterior, esto es, en nuestra piel. Hemos visto como el ejercicio también mejora la salud cutánea, algo que se percibe desde fuera y que probablemente se sumará al bienestar que produce una sesión de ejercicio y que puede dar como resultado una imagen más relajada de nosotros mismos.
Una dieta adecuada es importante también para mantener una piel sana: antioxidantes procedentes de frutas y verduras o ácidos grasos omega-3 de cadena larga han demostrado proteger nuestra piel del daño por la radiación solar. Y el uso de colágeno hidrolizado puede ayudar, habida cuenta de que nuestra dieta suele ser deficiente en los aminoácidos que forman el colágeno. Algo que es consecuencia de que ya no comemos los cartílagos o piel de la carne, sino casi exclusivamente el músculo, deficiente en glicina.
Y para concluir convergemos en los factores del envejecimiento, que también afectan a la piel, tanto por la inflamación crónica como por la senescencia celular. De hecho, la quercetina, una de las sustancias capaces de acabar con las células zombis, también podría prevenir el envejecimiento causado por el sol en la piel.
En cualquier caso, no olvidemos que uno de los gestos más efectivos con los que podemos ayudar a nuestra salud cutánea es protegernos del exceso de exposición solar, buscando, eso sí, ese necesario equilibrio para mantener unos niveles adecuados de vitamina D.
Con el verano y la exposición al sol llegan los cuidados de la piel. El objetivo para algunos es broncearse, pero a la vez evitar las quemaduras por el sol y, a largo plazo, el aumento del riesgo de algunos tipos de cáncer de piel. La exposición a la radiación ultravioleta del sol es la principal causa de melanoma o de cáncer de células basales o escamosas.