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Estos son los aditivos alimentarios 'E' que aumentan el riesgo cardiovascular
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Estos son los aditivos alimentarios 'E' que aumentan el riesgo cardiovascular

Un gran grupo de investigadores franceses ha realizado un macroestudio con casi 100.000 personas durante 12 años y sus resultados son preocupantes

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Si vamos a nuestra cocina y miramos la etiqueta de cualquier alimento que tengamos, en la sección de ingredientes, es muy posible, exceptuando los productos "eco", que veamos una serie de "E". Uno de los más comunes, por ejemplo, es el E330, que hace referencia a que ese producto contiene ácido cítrico, uno de los aditivos alimentarios más comunes.

Actualmente, en la Unión Europea, existen entre el E100 (que hace referencia a la curcumina, que se utiliza como colorante alimentario amarillo) y el E1525, código de la hidroxietilcelulosa, que se usa como espesante. Entre esos números se encuentran todas las sustancias que, en algún momento de los últimos 61 años (desde 1962, cuando se propuso este sistema de clasificación), han sido utilizadas como aditivos alimentarios en la Unión Europea.

"Estos resultados pueden contribuir a la reevaluación de las regulaciones sobre el uso de determinados aditivos alimentarios"

Su clasificación y aprobación (o posterior prohibición) dependen de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA por sus siglas en inglés), que es la que realiza análisis y estudios para poder garantizar la seguridad de los mencionados aditivos (aunque otras instituciones también llevan a cabo investigaciones que se tienen en cuenta a la hora de aprobarlos).

Por poner un ejemplo de esto, desde que el dióxido de titanio empezó a producirse en masa en 1916 debido a su utilidad como pigmento blanco, su utilización en productos alimentarios ha sido muy amplia, pudiendo encontrarlo en helados, chocolates, dulces, golosinas, chicles, galletas o salsas. Esto era así hasta el año pasado cuando, a recomendación de la EFSA, la Comisión Europea prohibió su utilización en productos alimentarios en la Regulación de la Comisión 2022/63 del 14 de enero de 2022, debido a la identificación de efectos carcinógenos. Este, como decíamos, es solo un ejemplo, dado que la totalidad de los aditivos alimentarios están en estudio, aprobados o prohibidos.

El dilema emulgente

El agua y el aceite no se unen. Por mucho que meneemos un contenedor lleno, a partes iguales, de estos productos, siempre acabarán separándose. Por suerte para nosotros, hay ciertos compuestos químicos que consiguen subsanar esa repulsión y unir a la perfección diferentes ingredientes que, en un primer momento, no estarían juntos ni a tiros. Estos se conocen como emulgentes.

Ahora, por desgracia para estos aditivos, su seguridad también se ha puesto en duda, debido a un estudio publicado en el prestigioso British Medical Journal y elaborado por un inmenso grupo de científicos (26 en total) de la Universidad de París y la Universidad de París Cité.

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La razón de la alarma es que, según los datos obtenidos por los investigadores, el consumo de algunos de estos "E" puede aumentar el riesgo de desarrollo de enfermedades cardiovasculares. El trabajo científico ha sido realizado con un grupo de estudio de 95.442 adultos de nacionalidad francesa, con una edad media de 43 años y mayoritariamente (79%) mujeres que, en el momento de unirse al trabajo, no tenían en su historia clínica ningún tipo de enfermedad cardiovascular.

Durante los primeros dos años, los participantes completaron entre 3 y 21 seguimientos de 24 horas que llevaban a cabo un registro completo de todos los alimentos consumidos en ese periodo de tiempo. El objetivo era analizar la composición química exacta de cada uno de los productos ingeridos (pues no todas las marcas usan los mismos ingredientes).

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Al mismo tiempo, se obligó a los participantes a informar de todos y cada uno de los problemas cardiovasculares que aparecieran durante los siguientes años. En total, el estudio duró entre 2009 y 2021, 12 años completos. Además de eso, se siguieron los datos médicos de cada uno de los participantes en el registro nacional de muertes de Francia. Por si eso fuera poco, y para poder obtener los datos más precisos posibles, también se tuvieron en cuenta otros factores de riesgo cardiovascular como la edad, el peso, el índice de masa corporal, el nivel educativo, la historia familiar, el consumo de alcohol y tabaco, la cantidad de actividad física diaria y la calidad de la dieta.

Los resultados son claros: el aumento del consumo de ciertas "E" aumentaba la cantidad de enfermedades cardiovasculares (ECV), en particular la enfermedad coronaria. Por ejemplo, se descubrió que un aumento de las celulosas (comprendidas entre el E460 y el E468) tenía una relación directamente proporcional al incremento de las ECV.

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Del mismo modo, una mayor ingesta de monoglicéridos y diglicéridos (E471 y E472) se asoció a mayores riesgos de salud generales. De entre los emulgentes, el éster láctico de monoglicéridos y diglicéridos (E472b) se vinculó no solo con una mayor prevalencia de ECV, sino específicamente con una mayor cantidad de accidentes cerebrovasculares, y el E472c, con más accidentes vasculares coronarios, al igual que el E339.

Como explican los investigadores, "estos resultados pueden contribuir a la reevaluación de las regulaciones sobre el uso de determinados aditivos alimentarios por parte de la industria con el objetivo de proteger a los consumidores". Y apostillan: "Mientras tanto, muchas autoridades de salud pública recomiendan limitar el consumo de alimentos ultraprocesados como una manera efectiva de limitar, del mismo modo, la exposición a determinados aditivos controvertidos".

Si vamos a nuestra cocina y miramos la etiqueta de cualquier alimento que tengamos, en la sección de ingredientes, es muy posible, exceptuando los productos "eco", que veamos una serie de "E". Uno de los más comunes, por ejemplo, es el E330, que hace referencia a que ese producto contiene ácido cítrico, uno de los aditivos alimentarios más comunes.

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