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El caos de los estudios del covid persistente: una historia de malentendidos
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Aumento de la ansiedad pública

El caos de los estudios del covid persistente: una historia de malentendidos

Un nuevo análisis ha concluido que las definiciones demasiado amplias y la falta de grupos de comparación han distorsionado el riesgo real

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Poco después de que el término coronavirus entrase en nuestras vidas, llegó otro nuevo concepto: el covid persistente. De este modo se definió al síndrome que se caracteriza por la perseverancia de síntomas del virus SARS-CoV-2 semanas o meses después de la infección inicial, o por la aparición de los signos tras un tiempo sin ellos. Su aparición no está relacionada con la gravedad de la infección inicial, por lo que puede afectar tanto a pacientes leves como a graves hospitalizados. Durante meses se han descrito decenas de secuelas –algunas bastante dispares– dentro de este término, pero ahora los expertos creen que el riesgo del covid persistente probablemente sea exagerado.

Un análisis publicado este martes en la revista BMJ Evidence-Based Medicine repasa la investigación epidemiológica sobre el covid persistente y concluye que muchos estudios sobreestiman su prevalencia debido a las definiciones excesivamente laxas, los grupos de control ausentes o inadecuados y otras deficiencias metodológicas.

Para los autores de la investigación, las definiciones excesivamente amplias y la falta de grupos de comparación adecuados, o inexistentes, entre otras cosas, en los estudios que analizan la incidencia, la prevalencia y el control de la enfermedad han distorsionado los riesgos. A esto se añade la inclusión de estudios mal realizados en revisiones sistemáticas y análisis de datos agrupados que acaban exagerando el riesgo una vez más.

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Asimismo, apuntan a varias consecuencias de esta sobreestimación: aumento de la ansiedad pública, diagnósticos erróneos y desvío de recursos que deberían ir para aquellos que realmente padecen otras enfermedades con secuelas.

En la misma línea, apuntan a que muchas secuelas de la infección por covid-19 incluyen el síndrome post-UCI (una constelación de problemas de salud que están presentes cuando el paciente está en cuidados intensivos y que persisten después del alta hospitalaria) y la dificultad para respirar después de una neumonía. El problema es que estos son comunes a muchos virus de las vías respiratorias superiores, señalan los investigadores.

Además, el estudio apunta a que ninguna de las definiciones de covid persistente utilizadas por organismos sanitarios influyentes –como los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EEUU, la Organización Mundial de la Salud, el Instituto Nacional para la Excelencia Sanitaria y Asistencial del Reino Unido, la Red Escocesa de Directrices Intercolegiales y el Real Colegio de Médicos Generales– exige una relación causal entre el SARS-CoV2 y una serie de síntomas.

¿Descartarse el término 'covid persistente'?

"Nuestro análisis indica que, además de incluir controles adecuadamente emparejados, existe la necesidad de mejores definiciones de casos y criterios más estrictos, que deben incluir síntomas continuos después de una infección confirmada por SARS-CoV-2 y tener en cuenta características básicas, incluida la salud física y mental, que pueden contribuir a la experiencia poscovid de un individuo", señalan los autores del estudio. Del mismo moco, añaden que el término general de covid persistente debería descartarse en favor de términos diferentes para efectos posteriores específicos.

Si bien los resultados de los estudios poblacionales de alta calidad sobre el covid persistente en adultos y niños han sido tranquilizadores, señalan, el conjunto de investigaciones “está repleto de estudios con sesgos críticos”, que exponen errores comunes.

"No concuerda con la evidencia científica"

Michael Baker, profesor del Departamento de Salud Pública en la Universidad de Otago en Wellington (Nueva Zelanda) que no ha participado en este análisis, se muestra de acuerdo con la idea de que necesitamos estudios bien diseñados para proporcionar una medida válida para el covid persistente.

"Estos estudios necesitan definiciones de casos sólidos, una duración adecuada de seguimiento y grupos de comparación adecuados. Ya que la pandemia ha estado con nosotros durante más de tres años, deberíamos esperar este tipo de estudios de alta calidad. En última instancia, estos estudios deberían proporcionarnos evidencia consistente sobre aspectos clave de la epidemiología del covid persistente, incluida su prevalencia, gravedad y duración. La literatura publicada todavía no nos está proporcionando esta imagen clara y consistente", señala Baker en declaraciones a la agencia SMC Nueva Zelanda, recogidas por su homóloga española.

Pero, sobre la segunda idea de que hay un riesgo insignificante de covid persistente, basado en la selección de los documentos que han citado: "Ese mensaje es preocupante y no concuerda con la evidencia científica convencional ni con la experiencia de la gran población de personas que viven con covid persistente y los médicos que los cuidan. Ahora hay evidencia abrumadora de que el SARS-CoV-2 conlleva un riesgo significativo de efectos a largo plazo. Esta evidencia no proviene solo de estudios epidemiológicos, sino también de estudios que examinan los cambios patológicos graves y duraderos que ocurren después de la infección por el SARS-CoV-2".

Foto: Una afectada de covid persistente en la Puerta del Sol de Madrid. (Cedida)

"Incluso si el riesgo de covid persistente a partir de una sola infección es ahora relativamente bajo con las subvariantes de ómicron y con la vacunación afortunadamente reduciéndolo aún más, sigue siendo un problema grave que debemos gestionar. El covid-19 ha infectado a la mayoría de la población mundial y sigue causando múltiples reinfecciones en muchos casos. En consecuencia, el impacto a nivel de la población es grande y sigue creciendo. También existe la posibilidad de que algunos de los efectos a largo plazo de la infección con este virus puedan tardar años en manifestarse, como hemos visto con otras infecciones virales", señala el profesor, que no declara conflicto de interés.

"Una característica notable de este artículo daña gravemente su credibilidad. Incluye una sección titulada Los estudios mejor diseñados proporcionan estimaciones tranquilizadoras. En ella, los autores incluyen solo dos estudios para respaldar esa afirmación contundente: uno fue en niños, y en el otro informaron y comentaron el análisis de los hallazgos en personas menores de 50 años. Al hacer esta minimetaanálisis altamente selectivo, están contradiciendo el mensaje central de su artículo. Este tratamiento muy sesgado del tema sugiere que estos autores tienen una opinión subyacente sobre el covid persistente, en lugar de la perspectiva basada en la evidencia que están promoviendo", concluye.

Poco después de que el término coronavirus entrase en nuestras vidas, llegó otro nuevo concepto: el covid persistente. De este modo se definió al síndrome que se caracteriza por la perseverancia de síntomas del virus SARS-CoV-2 semanas o meses después de la infección inicial, o por la aparición de los signos tras un tiempo sin ellos. Su aparición no está relacionada con la gravedad de la infección inicial, por lo que puede afectar tanto a pacientes leves como a graves hospitalizados. Durante meses se han descrito decenas de secuelas –algunas bastante dispares– dentro de este término, pero ahora los expertos creen que el riesgo del covid persistente probablemente sea exagerado.

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