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Incontinencia urinaria: cuándo, cómo y por qué deberías actuar
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Incontinencia urinaria: cuándo, cómo y por qué deberías actuar

La mayoría de personas que tienen escapes de orina ocultan su problema, incluso al médico, a pesar de que es un trastorno muy habitual, más que la diabetes o la artrosis. Tiene solución. Lo primero es prevenir, luego consultar y después tratarlo

Foto: El 15% de la población tiene problemas de escapes de orina. (iStock)
El 15% de la población tiene problemas de escapes de orina. (iStock)

La incontinencia urinaria (IU) o pérdida del control de la vejiga es una patología que sufren a diario cerca de siete millones de personas en España, según datos del Observatorio Nacional de la Incontinencia (ONI). A pesar de ello, pocos pacientes nos consultan por ella, fundamentalmente por los estigmas que la rodean -pudor o vergüenza-, lo que hace que siga estando infradiagnosticada e infratratada.

Estas cifras tan significativas evidencian que la incontinencia, con una prevalencia global del 15%, supera en número de afectados a otras enfermedades mucho más conocidas popularmente como la diabetes, la osteoporosis o la artrosis. Aunque la incontinencia urinaria puede presentarse en cualquier momento de la vida, su mayor incidencia guarda relación con la edad -a partir de los 65 años, si bien puede manifestarse antes- y el sexo.

Foto: Foto: iStock. Opinión
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La gravedad de sus síntomas sigue siendo mayor en mujeres (24%) que en hombres (15,8%), alcanzando valores similares en ambos sexos a partir de los 80 años.

Lo primero prevenir, después consultar

El grado de intensidad de la incontinencia es muy amplio y puede abarcar desde pérdidas de orina ocasionales -toses, estornudos o esfuerzos físicos- hasta no poder contener la orina después de sentir una necesidad repentina y fuerte que no te permita llegar al cuarto de baño. Los profesionales médicos seguimos recomendando la prevención como el mejor de los tratamientos, cuánto antes se acuda a consulta, mejores resultados conseguiremos.

placeholder Toses y estornudos pueden provocar escapes de orina. (iStock)
Toses y estornudos pueden provocar escapes de orina. (iStock)

En la actualidad, los pacientes pueden beneficiarse de una metodología para diagnosticar clínicamente esta disfunción desde el principio en los distintos niveles asistenciales de los que disponemos como: la anamnesis -conjunto de datos que se recogen en la historia clínica de un paciente-, el diario miccional -registro de la actividad miccional- y la exploración física. Asimismo, para reforzar el seguimiento llevamos a cabo pruebas complementarias diagnósticas en consulta, que permiten clasificar el tipo y grado de incontinencia mediante estudios urodinámicos o distintas pruebas de imagen.

Los principales tipos de incontinencia que nos encontramos desde un punto de vista sintomático son: la incontinencia urinaria de esfuerzo, donde el escape de orina se produce al reír, toser o realizar alguna actividad física -es la que más afecta a las mujeres-; la incontinencia urinaria de urgencia, que sucede cuando la persona siente la necesidad de orinar de forma intensa y repentina y le cuesta aguantarse; la incontinencia urinaria mixta, que es una combinación de la incontinencia urinaria de esfuerzo y la incontinencia urinaria de urgencia; y, por último, la incontinencia funcional, aquella que padecen los pacientes que están afectados por trastornos mentales (alzhéimer), físicos (párkinson) o por la ingesta de fármacos.

Opciones de tratamiento

Habitualmente, en el tratamiento de la incontinencia urinaria solemos contemplar diversas alternativas, a menudo complementarias. El procedimiento más adecuado para cada paciente va a depender del tipo de incontinencia que padezca, de su edad, de sus condiciones médicas y del impacto de este trastorno en su calidad de vida. Inicialmente, solemos indicar un tratamiento mínimamente invasivo -manejo de los líquidos, entrenamiento de la vejiga, ejercicios de los músculos del suelo pélvico y medicamentos-.

Foto: Un suelo pélvico débil favorece la disfunción eréctil. (iStock)

Sin embargo, si esto fracasa, podría ser necesario un tratamiento quirúrgico. En este caso, la cirugía de cabestrillo uretral y la colocación de esfínter urinario artificial son el estándar en el tratamiento quirúrgico de la incontinencia urinaria de esfuerzo en hombres y mujeres.

En varones sometidos a prostatectomía radical es frecuente ver casos de incontinencia urinaria. Al extirpar la próstata suelen verse afectadas algunas partes de la uretra y su esfínter

Desafortunadamente, en varones sometidos a cirugías de prostatectomía radical es frecuente ver casos de incontinencia urinaria. Al extirpar la próstata suelen verse afectadas algunas partes de la uretra y su esfínter. Este músculo situado en la salida de la vejiga es el encargado de abrirla y cerrarla. Como resultado de la operación, el músculo del esfínter a veces no es capaz de soportar la presión que actúa sobre la uretra desde el exterior.

En este escenario, planteamos al paciente la realización de una cirugía de cabestrillo uretral, también denominada cirugía de cabestrillo mesouretral. La intervención consiste en colocar un cabestrillo alrededor de la uretra para levantarla y devolverla a su posición normal y para ejercer presión sobre la uretra para favorecer la retención de orina. La colocación del cabestrillo es un procedimiento seguro, mínimamente invasivo, con pocas complicaciones y con efecto a largo plazo.

placeholder Determinados tipos de incontinencia urinaria requieren tratamiento quirúrgico.  (iStock)
Determinados tipos de incontinencia urinaria requieren tratamiento quirúrgico. (iStock)

Por su parte, la colocación del esfínter urinario artificial es otra opción cuando queremos reducir la fuga de orina durante actividades cotidianas como estornudar, toser, reír o correr. El dispositivo consiste en un manguito hinchable que se coloca alrededor de la uretra, un depósito para contener la orina, y una bomba que controla el manguito. Se indica cuando el esfínter urinario del paciente ya no trabaja bien.

Por último, es importante tener en cuenta que existen una serie de hábitos que ayudarán a los pacientes con incontinencia urinaria a mejorar y a disfrutar de una mayor calidad de vida por más tiempo. Los más convenientes serían: distribuir la ingesta de líquidos regularmente a lo largo del día, consumir alimentos con fibra para evitar el estreñimiento, procurar no consumir en exceso todas aquellas bebidas que aumenten la formación de orina -infusiones-, acudir al baño con una frecuencia programada, no aguantarse las ganas de orinar, evitar los sobreesfuerzos físicos innecesarios, llevar un diario miccional y, en el caso de las mujeres, constancia en la realización de ejercicios de rehabilitación para el fortalecimiento del suelo pélvico.

La incontinencia urinaria (IU) o pérdida del control de la vejiga es una patología que sufren a diario cerca de siete millones de personas en España, según datos del Observatorio Nacional de la Incontinencia (ONI). A pesar de ello, pocos pacientes nos consultan por ella, fundamentalmente por los estigmas que la rodean -pudor o vergüenza-, lo que hace que siga estando infradiagnosticada e infratratada.

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