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La 'malsana' cultura del deporte de élite: ¿cuándo es demasiado?
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demasiado de algo bueno

La 'malsana' cultura del deporte de élite: ¿cuándo es demasiado?

El ejercicio físico es positivo, pero en los entornos más competitivos, los deportistas (y sus entrenadores) llevan a cabo prácticas muy comunes que ponen su salud (y su vida) en peligro

Foto: Caeleb Dressel, en los mundiales de Hangzhou en 2018. (EFE/Roman Pilipey)
Caeleb Dressel, en los mundiales de Hangzhou en 2018. (EFE/Roman Pilipey)

Desde la comodidad del sofá de nuestra casa, a veces incluso en un bar, vemos a esos prodigios de la naturaleza que nadan los 100 metros mariposa en 49,45 segundos; que corren los 100 metros lisos en 9,58 segundos; que marcan nosecuantos goles en La Liga; que saltan barreras a más de 2 metros, etc. Nosotros, en ocasiones en pésima forma física, los miramos con admiración y envidia: "Quién pudiera hacer eso o tener ese cuerpo". Los encumbramos como ejemplos de la superación, de la constancia y de la salud. Vale en las dos primeras, pero en la última... nada más lejos de la realidad.

Ser deportista de élite (o un amateur extremo) no es necesariamente sano. Someter a nuestro simplemente humano organismo a esos esfuerzos es una bestialidad. Así lo afirmó, de una vez por todas (aunque no con estas mismas palabras), el Comité Olímpico Internacional (COI) en 2014, cuando reconoció la deficiencia relativa de energía en el deporte (RED-S por sus siglas en inglés) como un síndrome peligroso que debía evitarse.

placeholder Mutaz Essa Barshim. (EFE/EPA/Ennio Leanza)
Mutaz Essa Barshim. (EFE/EPA/Ennio Leanza)

Este síndrome hace referencia al consumo inadecuado de carbohidratos (y otros nutrientes) durante la carrera de los deportistas con el objetivo de mejorar sus capacidades físicas, pero que provoca la aparición de otras enfermedades. Esta carencia energética se traduce, por ejemplo, en la aparición de la amenorrea (pérdida del ciclo menstrual) por parte de las deportistas, así como la reducción de su densidad ósea.

Tanto es así que algunos estudios científicos han vinculado la RED-S a problemas de salud severos, no solo durante la carrera deportiva, sino después, y a un riesgo alto de muerte. Entre los síntomas de este síndrome se encuentran:

  • Desórdenes hormonales.
  • Disfunción eréctil.
  • Pérdida de la libido.
  • Debilidad ósea.
  • Dolor abdominal.
  • Disfunción del metabolismo energético del organismo.
  • Falta de hierro.
  • Incontinencia urinaria.
  • Metabolismo reducido de la glucosa y las grasas.
  • Depresión.
  • Adicción al ejercicio.
  • Desórdenes alimentarios.
  • Pérdida de las capacidades cognitivas, como la memoria o la toma de decisiones.
  • Problemas de sueño.
  • Pulso cardiaco anormal.
  • Menor fuerza muscular.
  • Disfunciones en el crecimiento.
  • Debilitamiento del sistema inmune.

Este problema, aunque parezca que afecta a pocas personas, está muy extendido. Como explica la profesora Margo Mountjoy, experta del COI, "el RED-S es muy común en atletas, tanto hombres como mujeres, en una gran cantidad de deportes. A pesar de que sabemos mucho acerca de este síndrome, la concienciación por parte de los deportistas es muy baja todavía, al igual que entre sus entrenadores y otras personas asociadas, así como entre el público".

Foto: Foto: iStock.

El deporte, en una cantidad justa (o hecho de forma saludable), es muy bueno para nosotros; pero es fácil, sobre todo en un entorno competitivo, pasarnos de rosca, lo que en este ámbito puede provocarnos serios problemas de salud.

Desde la comodidad del sofá de nuestra casa, a veces incluso en un bar, vemos a esos prodigios de la naturaleza que nadan los 100 metros mariposa en 49,45 segundos; que corren los 100 metros lisos en 9,58 segundos; que marcan nosecuantos goles en La Liga; que saltan barreras a más de 2 metros, etc. Nosotros, en ocasiones en pésima forma física, los miramos con admiración y envidia: "Quién pudiera hacer eso o tener ese cuerpo". Los encumbramos como ejemplos de la superación, de la constancia y de la salud. Vale en las dos primeras, pero en la última... nada más lejos de la realidad.

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