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¿Por qué la vacuna contra la gripe les sienta peor a las mujeres que a los hombres?
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diferencias entre sexos

¿Por qué la vacuna contra la gripe les sienta peor a las mujeres que a los hombres?

Una nueva investigación ha descubierto que el sexo femenino es mucho más vulnerable a los efectos adversos de este tratamiento preventivo. ¿A qué se debe?

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A un nivel físico (nada cultural), las mujeres y los hombres somos, por dentro, muy diferentes. Esto tiene un reflejo claro en diversas enfermedades cuya prevalencia no es exactamente igual en ambos sexos: el 75% de las personas que padecen enfermedades autoinmunes a nivel global son mujeres; los hombres tienen mucho más riesgo de desarrollar párkinson; ellas tienen tres veces el riesgo de ellos de padecer migrañas y un larguísimo etcétera.

Pero esto también ocurre con las curas de las enfermedades. Las vacunas, por ejemplo, no son algo completamente inocuo. Su función es, precisamente, provocar una reacción severa en nuestro organismo, capaz de prepararlo para diversas amenazas. Pero las reacciones adversas asociadas a las vacunas (esta vez, a la de la gripe) también afectan a un sexo más que al otro; en este caso, a las mujeres.

"La 'reactogenicidad' está relacionada con la activación del sistema inmunitario del paciente para luchar contra el virus"

Así lo ha determinado un metaanálisis que ha analizado, con gran detalle, los resultados obtenidos por 18 ensayos clínicos y que ha sido publicado en la reputada revista científica Journal of Epidemiology & Community Health. Como explican los investigadores, esas reacciones no son de gravedad, pero sí son importantes: "Los datos sugieren que la mayoría de las reacciones son leves, autolimitadas y rara vez graves. Una comunicación transparente sobre el mayor riesgo para las mujeres podría ayudar a mantener la confianza a largo plazo en las autoridades sanitarias y en las vacunas".

En declaraciones a la agencia SMC, el virólogo y profesor de Microbiología en la Universidad CEU San Pablo explica que "el estudio utiliza la expresión 'riesgo de efectos adversos' para nombrar algo que se denomina reactogenicidad de una vacuna (reacciones asociadas a la inoculación de la vacuna). La reactogenicidad está relacionada con la activación del sistema inmunitario del paciente para luchar contra el virus, que es generalmente leve y transitoria, por lo que utilizar la expresión 'riesgo de efectos adversos' tiene una connotación que no abarca la complejidad de lo que está ocurriendo".

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Y continúa: "La utilización de un lenguaje adecuado es importante para no malinterpretar y sacar conclusiones erróneas de un estudio". La mayor parte de los síntomas que se describen asociados a la vacunación son síntomas leves. En el artículo, la utilización de la expresión "riesgo de síntomas severos" puede dar lugar a interpretaciones inadecuadas y sería conveniente matizar a qué se refiere.

Entre los síntomas que en el estudio denominan "severos de grado 3", como puede ser la equimosis, el endurecimiento, la hinchazón en la zona de inyección o los eritemas, todos son pasajeros y reversibles y se pueden atenuar siguiendo un tratamiento adecuado. El número de pacientes dentro del grupo de riesgo con síntomas severos es, por suerte, muy bajo.

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Además, junto con el análisis de lo que en el artículo se denomina riesgos de síntomas del tipo que sean, una correcta información debe estar acompañada de un valor fundamental en cualquier vacuna, el índice de riesgo/beneficio, especialmente en los pacientes en peligro de desarrollar complicaciones asociadas a la gripe, que en el estudio serían aquellos mayores de 65 años. Dicho de otro modo: los riesgos de ponerse la vacuna (y sufrir efectos adversos) son tremendamente inferiores al peligro de padecer la enfermedad y sus complicaciones asociadas.

El dato que aporta el estudio sobre la mayor reactogenicidad en mujeres es interesante. No es nuevo, pero sí incide en la posibilidad de definir parámetros que sirvieran para que la reactogenicidad de la vacuna en mujeres no fuera tan intensa, aunque se desconoce el grado de inmunización y reacción que les puede acompañar y que puede ser necesario en hombres o en mujeres para tener una protección óptima frente al virus.

A un nivel físico (nada cultural), las mujeres y los hombres somos, por dentro, muy diferentes. Esto tiene un reflejo claro en diversas enfermedades cuya prevalencia no es exactamente igual en ambos sexos: el 75% de las personas que padecen enfermedades autoinmunes a nivel global son mujeres; los hombres tienen mucho más riesgo de desarrollar párkinson; ellas tienen tres veces el riesgo de ellos de padecer migrañas y un larguísimo etcétera.

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