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Las sartenes asesinas y otros adminículos nocivos
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'¿Qué me pasa, doctor?'

Las sartenes asesinas y otros adminículos nocivos

Sarah se despierta sobresaltada creyendo que ha entrado un ladrón. Se encuentra a su marido en la cocina con las sartenes en las manos. "Nos están envenenando", le grita a su esposa, mientras las tira a la basura

Foto: Los PFOA están presentes en multitud de artículos de uso común. (iStock)
Los PFOA están presentes en multitud de artículos de uso común. (iStock)

Las sartenes asesinas no es una película de Álex de la Iglesia. Es el título más pulp que se me ha ocurrido para contar una historia que demuestra que algunos obvian la diferencia entre el bien y el mal cuando la ley se lo permite. Pero vayamos por partes.

En 1998 un ganadero de Virginia Occidental llamado Wilbur Tennant, vestido con camisa de franela y gorra de beisbol, arrastra unas cajas con cintas de vídeo y documentos por el suelo de un elegante bufete de abogados. Acusa a la empresa química DuPont de estar matando sus vacas con veneno y quiere hablar con Rob Bilott. A este no le interesa el caso en absoluto, pero resulta que Tennant y su abuela se conocen y esa ligación le despierta la necesidad de ayudar a aquel ganadero tan extraño.

Al principio todo parece una fábula del viejo, a quien todos tildan de loco. La empresa a la que quiere demandar es dueña de la localidad donde vive, así que ni veterinarios, ni médicos ni, por supuesto, abogados dan crédito a sus teorías conspirativas. Bilott decide ir a visitarlo a su granja. Colindante a su finca, cerca de donde pasta el ganado, se encuentra un vertedero de la empresa DuPont. El ganadero le muestra cómo, ahí mismo, una tubería de la fabrica desemboca agua con espuma blanca.

Foto: Agua potable: uno de los recursos más preciados del mundo al que no todos tenemos acceso. (Unsplash/@kimdonkey)

Luego le enseña las filmaciones caseras que al abogado le recuerdan a cualquier película de terror de bajo presupuesto: una vaca famélica y jorobada a la que le faltan mechones de pelo, un ternero negro muerto con el ojo de un brillante azul químico. "He perdido ciento cincuenta y tres animales en esta granja", dice Wilbur en el vídeo. ''Todos los veterinarios a los que he llamado no quieren saber nada, así que he decidido diseccionar esto yo mismo”. La imagen cambia de manera abrupta y se le ve ahora cómo muestra la cabeza de un ternero con los dientes ennegrecidos. Luego enseña otras partes que presentan coloraciones inusuales. A Bilott le parece asqueroso, pero no aparta los ojos. “Algo malo está pasando aquí”, razona.

Demanda federal contra la empresa

El bufete de Bilott se dedica a lo contrario: la defensa de empresas químicas. Aun así, decide tomar el caso Tennant. Presenta una demanda federal contra la empresa de productos químicos en el verano de 1999. En respuesta, el abogado de DuPont encarga un estudio cuyos resultados responsabilizan al demandante por tratar mal a sus reses: "Mala nutrición, atención veterinaria inadecuada y falta de control de moscas", concluye el informe.

La situación de la familia Tennant se complica aún más puesto que comienzan a sufrir el rechazo de sus vecinos, la mayoría empleados de la empresa demandada. Bilott solicita una orden judicial para tener acceso a la documentación de DuPont y esta envía al bufete cientos de cajas con más de cien mil folios, creyendo que el abogado se perdería entre tanta información. Es la estrategia legal más antigua que se conoce: ahogar a tu contrincante en un mar innavegable de información. Pues en este caso se equivocaron.

placeholder Ahogar al contrario con mucha documentación es una vieja estrategia legal. (iStock)
Ahogar al contrario con mucha documentación es una vieja estrategia legal. (iStock)

Bilott pasa los siguientes meses analizando cada uno de los documentos. Pronto descubre que se repite en muchos de ellos el acrónimo PFOA, que hace referencia a una sustancia que la empresa reconoce como tóxica y que se drena en el vertedero colindante a la granja. ¡Bingo! ¿Acaso nadie en DuPont es consciente de la magnitud del material incriminatorio que les ha enviado? El abogado no da crédito a lo que tiene delante de sus ojos.

El PFOA (o ácido perfluorooctanoico) son sustancias denominadas perfluoroalquiladas que aguantan temperaturas elevadas, y que repelen el agua y la grasa. Estas características hacen que el producto sea útil en industrias como la aeroespacial, la militar, en automoción, en la construcción, en textiles, pinturas, productos de limpieza, quitamanchas, pesticidas, extintores, moquetas, muebles o material sanitario. También se encuentran en productos de nuestro día a día: champú, zapatos, espátulas, cucharas de servir, tabla de planchar… y, cómo no, en las sartenes.

Debido a un "vacío legal", durante años, DuPont había estado envenenando de manera impune las zonas donde vertían los residuos del PFOA

DuPont utilizaba PFOA para producir el teflón que revestía las exitosas sartenes antiadherentes. Ellos sabían que era tóxica gracias a sus propios experimentos internos y también conocían que sus trabajadores presentaban niveles altos en sangre (llegaron a realizar pruebas a los hijos de empleadas embarazadas descubriendo que, de siete nacimientos, dos habían tenido problemas oculares).

Las evidencias aumentan

Pero, aun así, no lo revelaron a las autoridades medioambientales. ¿Estaban infringiendo la ley? No, puesto que no era una sustancia considerada como prohibida. ¿Por qué? La agencia medioambiental estadounidense empezó a regular las sustancias químicas en 1976, y lo hizo escribiendo en una lista todos los productos químicos conocidos. Declararon como “no tóxicos” a todos los de aquella lista, siempre y cuando no existiese evidencia de malignidad, o siempre y cuando ninguna empresa, laboratorio o industria hubiera declarado efectos adversos en alguno de ellos. Pero ¿qué sucedía si una empresa sabía que era tóxico y no lo decía? En ese caso, el producto no se prohibía y tampoco se sancionaba su utilización y/o su procesamiento. Debido a este “vacío legal”, durante años, DuPont había estado envenenando de manera impune las zonas donde vertían los residuos del PFOA.

Foto: El Teflón, el material antiadherente de las sartenes, se creó gracias al C8. Foto: iStock

Bilott pasó mucho tiempo leyendo toda la documentación. Meses de trabajo que le repercutieron en su vida personal, en su salud, e incluso en su trabajo en el bufete (al dedicarse en exclusiva a DuPont desatendió otros casos y su sueldo llegó a reducirse de manera considerable). Encargó diversos estudios científicos en animales de experimentación y mucho tiempo después dieron sus frutos: se demostró que el PFOA produce toxicidad hepática y pulmonar, y que puede producir malformaciones, alteraciones del comportamiento, cambios hormonales, inmunotoxicidad, así como efectos cancerígenos en riñón y testículo.

placeholder Las vacas que bebían agua de un río contaminado con PFOA alertaron del peligro. (iStock)
Las vacas que bebían agua de un río contaminado con PFOA alertaron del peligro. (iStock)

¡Por fin Bilott tenía una evidencia sólida! La batalla legal que sobrevino después fue dura y se prolongó hasta el año 2017, cuando DuPont firmó un acuerdo por más de 670 millones de dólares para compensar a más de 3.500 personas que padecían alguna de las enfermedades asociadas a la ingesta de agua contaminada con PFOA. DuPont dejó de producir y utilizar PFOA en 2013 y las otras empresas productoras en el mundo también eliminaron gradualmente la producción y/o fueron sustituyéndolo por compuestos similares. Gracias a la persistencia de nuestro protagonista, que hizo caso a aquel ganadero chiflado que grababa cintas de vídeo de serie B, se había hecho finalmente justicia.

Que no cunda el pánico

La historia de DuPont trascendió a la opinión pública general y el teflón se ganó una mala fama que aún colea en la actualidad. ¿Estamos a salvo? Es preocupante pensar que desde que nos levantamos por la mañana no hacemos otra cosa que utilizar unos productos y adminículos con PFOA. Pero usemos el sentido común: no es lo mismo la exposición por el uso de sartenes cuya composición incluya PFOA que a la que se veían obligados a someterse los trabajadores de DuPont en aquella época, o la de una persona u animal que bebiese agua contaminada por esta sustancia, como sucedía con la familia Tennant y sus reses. Los efectos son dependientes del grado de exposición al agente causal como en tantas otras sustancias que conocemos que son potencialmente cancerígenas y en las que no reparamos en absoluto.

Foto: Un campesino fumigando sus tierras. (iStock)

La Unión Europea prohibió el uso del PFOA en las sartenes en julio de 2020, por lo que las adquiridas después de ese año ya no lo incluyen. Las más antiguas podrían contener en la parte interna del teflón, pero no en la superficie, que es la que entra en contacto con los alimentos, por lo que tampoco supondría mas problema si se evita rallar la superficie (en ese caso nunca se pondría en contacto el PFOA con el ambiente). De cualquier manera, la cantidad resulta despreciable y la posibilidad de producir daño prácticamente nula.

placeholder Fondo de teflón de un utensilio de cocina.  (iStock)
Fondo de teflón de un utensilio de cocina. (iStock)

La verdadera fuente de entrada de estas sustancias en nuestro cuerpo es el agua y los alimentos. Se sabe que el PFOA se encuentra en el salmón del Atlántico, el pez espada, el salmonete rayado, las focas grises, los cormoranes comunes, los osos polares de Alaska, los pelícanos pardos, las tortugas marinas, las águilas marinas, las águilas calvas del medio oeste, etc. Según la European Food Safety Authority (la agencia europea de alimentación), deberíamos comer a diario y en cantidades ingentes todos estos productos para llegar a niveles preocupantes.

En 2019 se estrena la película Aguas oscuras, inspirada en el artículo del New York Times Magazine titulado “El abogado que se convirtió en la peor pesadilla de DuPont”, escrito por Nathaniel Rich en 2016. El film es extraordinario y lo recomiendo como complemento a esta historia. Mark Ruffalo, uno de los mejores actores de la actualidad, borda el papel de Rob Bilott. Es él quien despierta por la noche a su mujer, Anne Hattaway, mientras pretende tirar a la basura todas las sartenes de la cocina, porque está convencido de que “nos están envenenando”. La escena es brutal.

La película 'El dilema' cuenta la historia de la poderosa industria que se encuentra detrás de uno de los cancerígenos más mortales que existen, y que, sin embargo, es aceptado por la sociedad: el tabaco

Existen otras películas que reflejan la lucha de David contra grandes empresas contaminantes, como Acción civil o Erin Brockovich. También merece referencia el magistral film El dilema, que cuenta la historia de la poderosa industria que se encuentra detrás de uno de los cancerígenos más mortales que existen, y que, sin embargo, es aceptado por la sociedad y venerado por muchos: el tabaco. Los personajes de estas películas-denuncia suelen ser interpretados por actores comprometidos con cuestiones sociales y medioambientales, pero nunca baten récords en taquilla puesto que el espectador medio prefiere guiones con justicias sanguinarias, y no le interesan las demandas millonarias contra corporaciones.

Aguas oscuras y la historia que cuenta sobre DuPont confirma que la ley es como un elefante que se mueve lento y descoordinado, y que muchos aprovechan sus resquicios para lucrarse aunque vaya en el detrimento de la salud de todos. “El sistema está amañado. Quieren que creamos que nos protege, pero eso es mentira. Nosotros nos protegemos, nadie más”, le dice el ganadero Tennant al abogado Bilott, en determinado momento de la película.

Dice Frederic Larsan, siempre con la mirilla calibrada para abatir la hipocresía social, que le resulta jocoso “aquellos que se rasgan las vestiduras porque las sartenes tienen componentes cancerígenos, mientras se meten entre pecho y espalda un paquete de tabaco al día”. Pues claro. Todo en esta vida puede ser potencialmente mortal o cancerígeno, así que ocupémonos de intentar vivir en armonía con nuestros congéneres y con el planeta, y no nos pongamos a matar moscas a cañonazos. O en este caso a sartenazos.

Que se mejoren.

Las sartenes asesinas no es una película de Álex de la Iglesia. Es el título más pulp que se me ha ocurrido para contar una historia que demuestra que algunos obvian la diferencia entre el bien y el mal cuando la ley se lo permite. Pero vayamos por partes.

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