Recaída en el cáncer de mama: ¿es posible identificar a las pacientes con más riesgo?

El informe Las Cifras del Cáncer 2023, publicado por la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), estima que para finales de año se habrán diagnosticado 35.000 nuevos casos de cáncer de mama, el tumor más frecuente en mujeres. De todos ellos, aproximadamente el 93% se encontrará en un estadio temprano, pero a pesar de la ventaja que eso supone, una de cada tres pacientes que se consideran curadas sufrirá una recaída, local o a distancia, a lo largo de su vida. Una dura posibilidad que causa mucha incertidumbre en las afectadas y por la que nace la iniciativa 'Cuenta Contigo', de la mano de Lilly y la Federación Española de Cáncer de Mama (FECMA), que busca promover el conocimiento, la formación y el autocuidado.

El primer paso es conocer los factores que aumentan la probabilidad de que esto suceda, entre los que se encuentran la edad (cuanto más joven en el momento del diagnóstico, más riesgo), el tamaño del tumor, un gran número de ganglios linfáticos afectados, la agresividad de las células y la aparición de alta actividad de división celular. Sin embargo, estas características clínicas son todavía insuficientes. “Se están investigando otros factores moleculares o más biológicos que nos indiquen con mayor precisión ese riesgo. Pero en la práctica clínica todavía no los estamos utilizando. Tenemos mucha esperanza en técnicas como la llamada biopsia líquida, que es un conjunto de análisis diferentes que nos van a permitir en un futuro precisar las pacientes con mayor riesgo”, explica el Dr. Rafael López, jefe del Servicio de Oncología Médica del Complexo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela.

Respecto al tipo de tumor con más riesgo sí hay una respuesta clara: “Los de mayor tasa de recidiva ahora mismo son los triple negativo. Son tumores que no son sensibles a las hormonas y globalmente los de peor pronóstico en todas las circunstancias clínicas”, afirma el doctor. Tras estos se sitúan los tumores luminales (HR+ HER2-), que suponen entre el 60 y el 70% de los tumores de mama, los más frecuentes de todos los tipos. A estas pacientes se les pautan tratatamientos a largo plazo, entre ellos tratamientos hormonales. En este sentido, la adherencia a la terapia por parte de las pacientes es clave para obtener los máximos beneficios y reducir el riesgo de recaída.

También lo son las revisiones periódicas una vez que se ha superado la enfermedad. “Estas suelen tener una periodicidad de tres o seis meses, que se va prolongando según van pasando los años hasta hacerse anual. Hay una mamografía cada año de por vida, o por lo menos hasta los 75-80 años. También se derivan a su médico de cabecera y se intenta organizar para que ellos soliciten la mamografía y la exploración, pero no está todavía muy coordinado. En general, necesitamos mejorar la comunicación y la integración con la Atención Primaria, especialmente en el manejo de los supervivientes del cáncer”, indica el oncólogo.

¿Qué necesidades tienen las pacientes?

La coordinación y comunicación por parte del sistema de salud es crucial para mejorar la calidad de vida de las pacientes que, además de haber lidiado con la enfermedad, tienen que hacerlo con el hecho de que es posible recaer. “Es como una sombra que te acompaña, difícil de gestionar”, nos cuenta Paula González, miembro de FECMA y paciente que padeció cáncer de mama. “Pero no puedes dejar que domine todo. Convives con ello, a veces sí que está más presente, incluso tú misma te preguntas si estás cuidándote, si te mueves lo suficiente… Aunque no es cuestión solo de eso, hay un factor que no podemos controlar”, comenta.

Para gestionar esta situación y también reducir el riesgo de recidiva en la medida de lo posible, la información y el apoyo de los profesionales sanitarios juegan un papel muy relevante. “El equipo médico te ofrece la información y pone a tu disposición todos los medios que tiene para reducir los efectos adversos. Ellos te ayudan y te guían para que no te sientas sola en ninguna parte del proceso, al menos así lo percibí yo”, explica Paula.

“Cuando acabas el proceso sabes cuáles son los riesgos de recaída, cuáles son tus ‘plazos’ que a veces parece que no acaban… Pero cuando va pasando el tiempo ves que le vas ganando a la enfermedad y eso te anima”, concluye. En todo ese complejo viaje por el que pasan tantas mujeres, contar con el conocimiento y las herramientas de autocuidado adecuadas puede marcar la diferencia en su calidad de vida.

Desde FECMA señalan que sus necesidades van más allá del tratamiento de la enfermedad y han identificado algunas de las más relevantes a través de una encuesta realizada a sus 47 asociaciones: una mejor información sobre la alimentación y la actividad física; contar con apoyo legal para temas relacionados con el trabajo; coordinación del apoyo psicosocial y la posibilidad de reducir la jornada laboral tras la baja oncológica son solo algunas de ellas.