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¿Por qué hay tantos errores médicos en las películas (y en las series)?
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'¿Qué me pasa, doctor?'

¿Por qué hay tantos errores médicos en las películas (y en las series)?

Le pegan un tiro en el pecho, pero se levanta como si nada y se sacude el polvo. Luego le sacan la bala sin anestesia y sin antibióticos, y se recupera de inmediato. Es esa magia del cine y que (a los sanitarios) nos da risa

Foto: Foto: iStock.
Foto: iStock.

Me recomendó alguien la serie Justified, y como tenía buenas reseñas me decidí a darle al play. No sin esfuerzo llego al final del primer capítulo donde el protagonista, un marshal que remeda a Chuck Norris en la casposa Ranger de Texas, le pega un tiro al villano de turno, justo en el centro del pecho. Vale, ok, se lo ha cargado. De repente cambia la escena y cuál es mi sorpresa cuando vemos cómo lo meten en una ambulancia, vivo, consciente y con una compresa en el medio del pecho. Vivo. Ni siquiera hay paramédicos dándole masaje cardiaco, ni lo han intubado, ni le están poniendo sueros endovenosos. Va consciente, quejicoso, y solo con una máscara de oxígeno.

Foto: Leonid Rógozov, realizándose una apendicectomía en la Antártida.
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El plano cambia y un agente de la autoridad le pregunta al marshal: “Cuando instruías a los reclutas, ¿no enseñabas a apuntar en el corazón?” ¿Perdón? ¿He oído bien? Echo para atrás y… ¡efectivamente! ¡Le ha afeado que no le haya dado en el corazón! ¿Acaso se cree que está a la izquierda y que ha fallado el tiro porque le ha dado en el medio? No tuve más remedio que empezar el capítulo dos para ver si mis sospechas se confirmaban. Primera escena, el marshal visita al herido (ya se conocían de antes) y tienen una conversación surreal. Aunque han pasado días, mantiene la misma compresa que le pusieron cuando fue disparado, y por supuesto está consciente y bastante tranquilo. Ni le han operado, ni está en la UCI, ni intubado, ni nada. Y como si no fuera la cosa, va nuestro villano inmortal y le pregunta a su agresor: "¿No me diste en el corazón a propósito, verdad?".

Desconocimiento sobre anatomía humana

Los sanitarios sabemos que el desconocimiento de la anatomía humana es brutal. Supongo que un economista dirá lo mismo de quienes no entendemos de finanzas, y así sucesivamente. Entiendo que no todo el mundo tiene por qué saber cuántos huesos tenemos en el cuerpo, pero sí creo que hay ciertas localizaciones de los órganos que, aunque sea por cultura general, deben ser del conocimiento de todos.

El corazón se encuentra en el centro del pecho, ligeramente escorado a la izquierda, entre ambos pulmones. Un disparo real, como el que ejecuta el marshal, destrozaría los ventrículos, y produciría un colapso hemorrágico (y su consiguiente paro cardiaco) en cuestión de algunos segundos. ¿Por qué se cometen tantos errores absurdos en series y películas con presupuestos millonarios y que, se supone, cuentan con asesores técnicos? ¿No les importa hacer un monumental ridículo? Los guionistas de Justified piensan que ha errado el tiro porque le ha acertado en el centro… Pero ¿qué se creen que tenemos ahí, que no produzca una herida mortal?

placeholder En la película 'Línea mortal', los estudiantes se provocan una asistolia para ver el futuro. (iStock)
En la película 'Línea mortal', los estudiantes se provocan una asistolia para ver el futuro. (iStock)

Estando en la facultad fui al cine a ver Línea mortal (Joel Schumacher, 1990). Es una película pseudocientífica en la que unos estudiantes de medicina se autoinfligen paradas cardiorrespiratorias para ver qué hay en el más allá [el título, Línea mortal, hace referencia a lo que se denomina asistolia o ausencia de actividad cardiaca, que se representa en un monitor como una línea continua, plana]. Los estudiantes se pasan un rato largo en asistolia, luego se reaniman y más tarde se cuentan su experiencia.

Foto: Foto: iStock.

Y ustedes dirán: “Bueno, ¿y cuál es el problema?”. Vale, lo compro: es una peli de ciencia ficción, un género muy respetable, pero no por ello tiene que estar repleta de errores científicos. Por ejemplo: en la película utilizan el desfibrilador a diestro y siniestro para las reanimaciones, cuando en asistolia no está indicado en absoluto. Las descargas eléctricas se emplean cuando el paciente tiene un ritmo que denominamos “desfibrilable” como puede ser una fibrilación ventricular, y que es un ritmo caótico que impide que el corazón bombee sangre al resto del cuerpo. Además, los protagonistas utilizan medicaciones sin ton ni son y dicen absurdeces sin ningún tipo de sentido clínico. Para más disparate, después de pasar por la experiencia, están todos tan pichis, con una taza de café humeante en las manos y una manta por los hombros, cuando deberían estar en una UCI, con sedación profunda y ventilación mecánica, intentando recuperarse de una parada cardiaca.

Muertos resucitados

La cuestión no es el hecho de que se equivoquen (que lo hacen siempre), sino cómo se las ingenian los cineastas para que los muertos revivan por exigencias del guion. En la película Abyss (James Cameron, 1989), se interpreta la reanimación cardiopulmonar más falsa y absurda de la historia del cine. Ed Harris y el resto de la tripulación reaniman a Mary Elizabeth Mastrantonio, que está en parada cardiaca. Al principio la cosa no va mal: Harris hace compresiones torácicas mientras otro compañero administra oxígeno y un tercero, de vez en cuando, le aplica descargas con el desfibrilador.

Harris le empieza a gritar a la muerta no sé cuántas veces "lucha, lucha, maldita sea", y hasta le casca un par de bofetadas entre compresión y compresión

En un determinado momento comprenden que Mastrantonio no va a salir de la parada (de hecho parece muy muerta), pero Harris, que tiene una relación con ella más que profesional, ya me entienden ustedes, dice que no, que de ninguna manera, y que va a continuar a pesar de que todos le piden que asuma la pérdida. Es ahí donde todo se descabala porque Harris le empieza a gritar a la muerta no sé cuántas veces “lucha, lucha, maldita sea”, y hasta le casca un par de bofetadas entre compresión y compresión. Y así unos dramáticos minutos hasta que, de repente, ¡oh, sorpresa!, lo que no consiguieron antes todos lo hace el ímpetu desesperado de Harris, en una escena, todo hay que decirlo, que interpreta a las mil maravillas. Mastrantonio vuelve a la vida, y un rato después ya pulula por ahí como si lo de antes hubiese sido una uña rota. Ver para creer. ¿Dónde está el límite entre la realidad y la ficción? En la vida real, las reanimaciones no se prolongan hasta que el fulano recupera; de hecho, muchas son infructuosas. Además, como siempre dice el doctor Frederic Larsan, “de la misma manera que hay que saber reanimar, también hay que saber parar”.

Heridas de bala

En el cine es frecuente que a aquel que le han pegado siete tiros y está desangrándose, se le pida que no se desvanezca mientras se le mantiene en el regazo: “no te vayas”, “no te duermas… quédate conmigo”. ¡Coño, que se está muriendo!, déjale que se desmaye y que deje de sufrir, hombre. ¿No ves que se está perdiendo la mayor parte del volumen sanguíneo de su cuerpo? La sangre no le llega al cerebro y por eso se está desmayando. A veces el moribundo balbucea algo ininteligible (pero que es importante para la trama), mientras sale bien de sangre por la boca (curioso que salga por ahí y no por todos los agujeros que tiene en el cuerpo, pero, claro, es cinematográficamente más espectacular).

Me gusta mucho la muerte de Sean Connery en 'Los intocables de Eliot Ness', a quien ametrallan en la puerta de su apartamento y luego recorre moribundo todo el pasillo hasta la salita. Casi le da tiempo a tomarse una taza de té esperando a Kevin Costner, a quien todavía consigue proporcionarle información vital cuando este llega al domicilio para morir en su regazo. Inverosímil. Fue dirigida en 1987 por Brian de Palma a quien le precede la fama de exagerado. Recuerden, por ejemplo, la muerte de Tony Montana en El precio del poder (B. de Palma, 1983), cuando unos sicarios lo ametrallan a discreción y él sigue de pie increpándolos como si nada (aunque a tenor de la cantidad de cocaína que se ha metido el personaje, hasta podría ser plausible).

En las películas suelen disparar en el hombro. Un tiro en esa zona puede afectar a la arteria subclavia, que está detrás de la clavícula, y producir una hemorragia fatal en segundos

La realidad de las heridas de bala es muy diferente a la que históricamente nos ha inculcado la industria cinematográfica. En la cabeza es prácticamente mortal, y en la zona torácica, casi lo mismo. Puede afectar a los pulmones y producir hemorragias y colapsos que impiden la normal respiración y causar la muerte, o puede afectar a la zona abdominal donde la gravedad depende de la lotería de donde se aloje la bala. En las películas, al protagonista le suelen disparar en el hombro, porque los guionistas buscan un sitio del cuerpo donde se vea que le han herido, pero que pueda seguir peleando contra los villanos. Luego, no pasa nada, se le pone un cabestrillo y a correr. Sin embargo, un tiro en esa zona puede afectar a la arteria subclavia, que está detrás de la clavícula, y producir una hemorragia fatal en segundos.

Pérdida de conocimiento y otros gazapos

También es tema recurrente la pérdida de conocimiento de los personajes. ¿Cuántas culatas han puesto a dormir a indios, vaqueros, gánsteres, ladrones, soldados por exigencias del guion? Todos despiertan sin secuelas, se rascan la coronilla y siguen con lo que tuvieran entre manos. Sin embargo, la realidad de los traumatismos craneales es bien distinta, puesto que cualquiera de esos golpes puede provocar una hemorragia dentro del cráneo, con unas alteraciones que pueden ser mortales, o que pueden derivar en pérdidas neurológicas severas. Por otro lado, es habitual que, en las películas, los pacientes que han estado mucho tiempo en coma despierten sin más, sin secuelas y frescos como una rosa. En la vida real, esto es imposible, porque los que recuperan la consciencia siempre tienen secuelas transitorias de diverso grado. También físicas, puesto que, al estar tanto tiempo en la cama, hay severas atrofias musculares y una debilidad generalizada que requerirá de mucho tiempo de fisioterapia.

Foto: ¿Cuáles son las secuelas que te pueden quedar al salir de un coma? (Freepik)

Otro recurso cinematográfico es la del sujeto que fallece víctima de un infarto mientras está teniendo relaciones sexuales extramatrimoniales. Esta situación, que forma parte del imaginario popular, es menos frecuente de lo que se cree. De hecho, en un trabajo publicado en el Instituto Cardiovascular Cedars-Sinai de Los Ángeles (bien cerca del barrio de Hollywood), se asegura que la frecuencia de pacientes que fallecen de muerte súbita realizando actividades sexuales es despreciable.

¿Y qué decir de las series? ¿Quién no recuerda al impertinente doctor House? Si bien los casos que se presentan parecen bien elaborados y resueltos, el autor, Alberto Amador Gil, en su libro House, patologías de la verdad, asegura que, al menos, en el 50% de los capítulos de la serie tienen errores médicos, algunos de los cuales podrían derivar en muerte del paciente por negligencia médica en la vida real.

placeholder Un ayudante limpia el sudor de un cirujano. (iStock)
Un ayudante limpia el sudor de un cirujano. (iStock)

También en nuestro país no vamos a la zaga en tema de ridiculeces médicas, no se crean. Hace muchos años, por casualidad, vi un episodio de una serie española de gran éxito: Hospital Central. En determinado momento, la escena muestra un quirófano donde uno de los protagonistas, vestido como un cirujano, simula realizar la primera incisión a un paciente. Luego le devuelve el bisturí a la enfermera instrumentista, se gira y dice: “Sudor”. Y entonces, ante mi estupor, ella, que también está con bata estéril en el mismo campo quirúrgico, coge una compresa del montón que tiene en su mesa con material, ¡y le limpia al cirujano el sudor de la frente! Pero no queda ahí la cosa… La compresa que acaba de utilizar… ¡la devuelve a la pila en vez de tirarla! Recuerdo que escribí una carta a la productora, la cual nunca tuvo respuesta. ¿Para qué? La serie era todo un éxito.

Pero no todo es malo en series. Hay una que merece el respeto de los sanitarios. Se trata de Urgencias. Si bien caía en el tópico de que “cualquier médico de urgencias sabe hacer de todo (desde operar a tratar cánceres)”, el planteamiento de los casos era correcto, y las resoluciones, acertadas. Estuvo muchos años en antena y creo que desapareció porque ya no había más patologías que contar (George Clooney y compañía gastaron todas).

Traca final de disparates

En definitiva, los tópicos y los errores médicos están a la orden del día en el cine y la televisión. Hemos crecido con la creencia de que hay que meter las manos en la boca de todo aquel que se desmaye “para que no se trague la lengua”, que para los partos solo es necesario “toallas limpias y agua caliente” (¿a quién se le ocurriría ir a un parto con toallas sucias y agua fría?), o que si te dan una puñalada lo mejor es sacártela y seguir peleando con más brío aun.

La inyección intracardiaca se indicaba en antiguos protocolos de reanimación, hoy en día este tipo de procedimiento está prohibido por sus riesgos y sus pocas posibilidades de éxito

Dejo para el final la famosa inyección de adrenalina de John Travolta a Uma Thurman en Pulp Fiction (Quentin Tarantino, 1994). Si bien la inyección intracardiaca se indicaba en antiguos protocolos de reanimación, hoy en día este tipo de procedimiento está prohibido por los riesgos que conlleva, en comparación con las pocas posibilidades de éxito. No obstante, dentro del esperpento general que rodea a la famosa escena, queda claro que, incluso para los profanos, ese procedimiento no debe hacerse (y menos con una aguja tan monstruosa). Por cierto que Tarantino nos tiene acostumbrados a que en sus películas los personajes sangren litros como si fuera un riego por aspersión en vez de una hemorragia con pulsatilidad, más fisiológica.

Podría seguir escribiendo este artículo hasta el infinito, pero debo ajustarme al guion. Seguramente hay más anécdotas que a Vd, querido lector, le están viniendo a la mente en estos momentos. ¿Por qué no se anima y nos las participa más abajo, en el apartado de comentarios? Será divertido.

Muchas gracias y…

Que se mejoren.

Me recomendó alguien la serie Justified, y como tenía buenas reseñas me decidí a darle al play. No sin esfuerzo llego al final del primer capítulo donde el protagonista, un marshal que remeda a Chuck Norris en la casposa Ranger de Texas, le pega un tiro al villano de turno, justo en el centro del pecho. Vale, ok, se lo ha cargado. De repente cambia la escena y cuál es mi sorpresa cuando vemos cómo lo meten en una ambulancia, vivo, consciente y con una compresa en el medio del pecho. Vivo. Ni siquiera hay paramédicos dándole masaje cardiaco, ni lo han intubado, ni le están poniendo sueros endovenosos. Va consciente, quejicoso, y solo con una máscara de oxígeno.

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