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Por qué algunos usuarios de Ozempic están pensando dejarlo durante la Navidad
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Efectos secundarios

Por qué algunos usuarios de Ozempic están pensando dejarlo durante la Navidad

Es el fármaco de moda del que todos hablan. Realmente es un antidiabético, aunque su eficacia para perder peso le ha catapultado a la fama. Pero, como todo medicamento, tiene consecuencias, algunas sobre los sentidos, difíciles de aceptar

Foto: El antidiabético de Novo Nordisk se ha hecho muy popular para la pérdida de peso. (Europa Press/Ricardo Rubio)
El antidiabético de Novo Nordisk se ha hecho muy popular para la pérdida de peso. (Europa Press/Ricardo Rubio)

No pasa día que no se publique alguna noticia relacionada con él; da titulares de lo más variado, desde científicos a económicos, y del llamado lifestyle. Sin embargo, más que los científicos, han sido los personajes públicos, como Elon Musk, los que han impulsado su fama, y tanto ha sido su éxito que ha entrado en el pantanoso terreno de las falsificaciones (con efectos adversos peligrosos, según informó hace unas semanas la BBC). La sola palabra Ozempic tiene la rara habilidad de accionar el resorte del interés; sin ir más lejos, el mío, al escuchar durante una conversación entre sanitarios la frase: “Algunas personas que usan Ozempic piensan decirles a sus médicos que se lo quiten por Navidad, porque la comida no les sabe a nada”.

¿Esto es verdad? Después de poner en marcha mis dotes periodísticas y consultar con médicos y pacientes, he encontrado una justificación para un supuesto abandono; sin embargo, no he dado con ningún desertor.

Los pacientes demandan el fármaco para intentar controlar el apetito, incluso para reducir la ganancia de peso en esos días de comilonas

“Ninguno de mis pacientes me ha hecho esa petición”, dice la endocrinóloga Susana Monereo, responsable de la Unidad de Obesidad y Metabolismo del Hospital Ruber Internacional, en Madrid. “Al contrario, los pacientes demandan el fármaco para intentar controlar el apetito durante estos periodos, incluso para reducir la ganancia de peso en esos días de comilonas”, apostilla la doctora Teresa Armenta, de la Unidad de Endocrinología de Grupo Pedro Jaén. “A mí ni se me pasa por la cabeza”, zanja rotundamente Alicia, una informática que lleva casi dos años inyectándose Ozempic como parte de un programa de pérdida de peso.

Ni juego ni capricho

Monereo es una de las voces más acreditadas del país en materia de obesidad, por eso, antes de exponer los motivos que pueden llevar a suspender el tratamiento con semaglutida (que es el principio activo del medicamento), insiste en que “la obesidad es una enfermedad progresiva, continua y que deteriora la salud enormemente”. Esta declaración es necesaria para entender que tomar el famoso fármaco no es ni un juego ni un capricho, sino una necesidad, porque “el peso perdido siempre se tiende a recuperar, hagas lo que hagas”. Por eso, la llegada de los análogos de GLP-1 (liraglutida -Saxenda- y semaglutida -Ozempic-) ha marcado un antes y un después en el abordaje de la obesidad.

placeholder El receptor del péptido-1 (GLP-1) similar al glucagón, forma inactiva (izquierda) y complejo activo con un agonista (semaglutida) y proteínas G. (iStock)
El receptor del péptido-1 (GLP-1) similar al glucagón, forma inactiva (izquierda) y complejo activo con un agonista (semaglutida) y proteínas G. (iStock)

Estos medicamentos “regulan la cantidad de comida que ingerimos, son un verdadero cambio de paradigma”. Ahora bien, “hay efectos secundarios que son menores y que hay que asumirlos, como se hace en otras enfermedades”.

Los más conocidos son las molestias gástricas e intestinales, o la pérdida de grasa en la cara (la famosa cara de Ozempic) o, menos conocido, su influencia en el sentido del gusto. Los estudios revelan que “esta clase de medicamentos cambian la conducta alimentaria y quienes los toman tienden a ser mucho más ordenados con la ingesta, picotean menos y cambian las preferencias dietéticas, con tendencia a reducir el azúcar y los alimentos que contienen mucha sal y azúcar”, expone la endocrinóloga, una explicación que coincide con las conclusiones de un estudio realizado por la Universidad Rey Saúd, en Arabia Saudita.

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Ese cambio de apetencia hay que buscarlo en el modo de actuación del propio fármaco y que incluye a los circuitos de recompensa cerebrales que se activan con determinados alimentos que producen mucha adicción, como son los ricos en azúcar, grasa y sal. Una consecuencia, además de comer menos, es que cambia el sabor de los alimentos: “Hay pacientes que dicen que les saben mal los refrescos, pero es algo anecdótico y casi nadie se queja de esto, porque se compensa con los resultados espectaculares que consiguen al no tener un hambre compulsiva”.

Alicia, que se ha desprendido de más de 30 kilos, afirma que “la comida me sabe exactamente igual; la única diferencia es que no me como la mesa entera, pero en cuanto al disfrute, es el mismo”.

Más investigación

El doctor Ángel Díaz, jefe de endocrinología los hospitales HM Puerta del Sur y HM Rivas, añade que “la disgeusia -alteración del gusto- es un efecto secundario con Ozempic, pero ocurre muy pocas veces -en menos de uno de cada cien pacientes-, y en estos casos hay que individualizar”.

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A pesar de que las alteraciones del gusto no sean frecuentes, hay científicos empeñados en desentrañar por qué ocurre. Un equipo de la Universidad de Liubliana ha diseñado un estudio que incluirá a mujeres obesas que toman semaglutida para analizar por qué cambia el gusto por los alimentos dulces, una investigación en la que se llegará, incluso, a tomar muestras de las papilas gustativas de la lengua. Todo interesa, ya que, como dice Monereo, “son medicamentos para los que hay receptores en casi todo el cuerpo, por lo que sus efectos son muy variados”.

placeholder Una investigación analizará papilas gustativas de la lengua para comprobar el efecto de la semaglutida. (iStock)
Una investigación analizará papilas gustativas de la lengua para comprobar el efecto de la semaglutida. (iStock)

Otro efecto es que las personas que toman el análogo GLP-1 reducen la ingesta de alcohol, como verifican los médicos en sus consultas; una observación que tiene el respaldo científico de un equipo liderado por el Instituto Nacional sobre Abuso de Alcohol de los NIH de Estados Unidos.

Atando cabos

Sumando que se tiene menos apetito, cambia el gusto por lo dulce y lo salado y disminuyen las ganas de beber alcohol, se puede explicar que haya quien piense suspenderlo durante las fiestas para disfrutar más de las comidas familiares. Ángel Díaz advierte que “en líneas generales, no es adecuado porque interrumpiría el proceso de regulación del peso, y al reiniciarlo podrán aparecer de nuevo los efectos secundarios gastrointestinales, sobre todo las náuseas”.

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Sobre este supuesto, Susana Monereo es tajante: “Si alguien utiliza este tipo de fármacos por capricho, que asuma las consecuencias”.

Alicia ya está acostumbrada al malestar intestinal que tiene el día que se inyecta el medicamento, pero insiste en que no se plantea suspenderlo, defiende su eficacia para la pérdida de peso, “no para deshacerse de 4-5 kilos, sino para pérdidas de muchos kilos”. “No es un capricho, porque la obesidad es un problema y debemos aprovechar la ayuda que ofrecen los avances científicos”, subraya.

Aunque los análogos de GLP-1 son unos recién llegados para el público general, "llevan muchos años en el tratamiento de la diabetes", aclara la especialista del Ruber Internacional, por lo que se sabe que "son muy seguros a corto y largo plazo", añade Díaz. Ahora, afianzan su poder frente a la obesidad.

No pasa día que no se publique alguna noticia relacionada con él; da titulares de lo más variado, desde científicos a económicos, y del llamado lifestyle. Sin embargo, más que los científicos, han sido los personajes públicos, como Elon Musk, los que han impulsado su fama, y tanto ha sido su éxito que ha entrado en el pantanoso terreno de las falsificaciones (con efectos adversos peligrosos, según informó hace unas semanas la BBC). La sola palabra Ozempic tiene la rara habilidad de accionar el resorte del interés; sin ir más lejos, el mío, al escuchar durante una conversación entre sanitarios la frase: “Algunas personas que usan Ozempic piensan decirles a sus médicos que se lo quiten por Navidad, porque la comida no les sabe a nada”.

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