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¿Está tu sistema inmunitario preparado para el frío? Así puedes protegerlo
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¿Está tu sistema inmunitario preparado para el frío? Así puedes protegerlo

El trabajo, las clases, el descenso de las temperaturas o la disminución de las horas de sol pueden resentir nuestra salud. Te contamos cómo ayudar a tus defensas

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El frío y las lluvias nos recuerdan la importancia de sentirnos bien para que ni el descenso de las temperaturas ni la disminución de horas de sol puedan incidir en nuestra salud.

Es aquí donde cobra importancia nuestro sistema inmunitario, ese ejército interior de glóbulos blancos (leucocitos), anticuerpos y citocinas que juega un papel crucial para protegernos ante las posibles amenazas del mundo exterior, como bacterias, virus, hongos y otros microorganismos invasores, además de células anómalas que podrían dar lugar a enfermedades.

Los niños, por su parte, al tener un sistema inmunitario que alcanza la madurez más tarde, son más susceptibles a infecciones virales y bacterianas, tales como el resfriado común, la varicela y las infecciones del oído. No obstante, tiene una capacidad superior al de los adultos para aprender y adaptarse a medida que se enfrenta a nuevas amenazas.

De la falta de sueño a la dieta

Si este sistema es clave para sentirnos bien, ¿de qué depende que estas defensas cumplan de forma eficiente las funciones para las que están diseñadas? En este sentido, aunque la genética puede jugar un papel clave, la fortaleza inmunológica está determinada en gran medida por factores no hereditarios, es decir, por nuestro estilo de vida.

Es el caso, por ejemplo, de la falta de sueño. El doctor Eduard Estivill, fundador de la Clínica del Sueño, explica en este estudio que la causa se encuentra en el cortisol: “Es la hormona de la alerta, la que segregamos al iniciar el día y que nos proporciona energía. A medida que se acerca la noche, el cortisol va descendiendo para dejar paso a la melatonina, que es la hormona que nos ayuda a dormir. Cuando dormimos mal, el cortisol aumenta durante la noche y no permite que el sistema inmunitario se regenere, lo que a su vez aumenta la propensión a padecer infecciones y desarrollar enfermedades”. Por ello, los expertos recomiendan dormir entre siete y ocho horas diarias.

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Asimismo, el estrés crónico y persistente, especialmente cuando se relaciona con problemas emocionales o situaciones difíciles prolongadas, puede tener efectos perjudiciales en la salud general y la función inmunológica en particular. Y es que cuando estamos sometidos a esas tensiones, es posible que se desencadene una respuesta inflamatoria en el cuerpo, lo que puede aumentar la susceptibilidad a enfermedades inflamatorias crónicas, especialmente en el intestino (el 80% de las células inmunes se encuentra allí). Por ello es esencial, en la medida de lo posible, mantener un estado de ánimo positivo, así como tener un buen ambiente psicosocial con relaciones saludables.

La carencia de algunos nutrientes, como la vitamina D que regula la inflamación, fortalece las barreras mucosas y tiene una función antimicrobiana, también puede afectar. De hecho, hay estudios que demuestran la importancia de tener concentraciones adecuadas, ya que ayuda al organismo a modular la respuesta inmunológica.

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Finalmente, de todos los factores que influyen, y sobre los que podemos actuar, una dieta equilibrada resulta primordial. “En el cuidado del sistema inmune, la alimentación va a ser un actor clave —explica la farmacéutica y nutricionista clínica Rocío Martín Gómez-Corisco—. No hemos de olvidar que en el intestino se encuentra la mayor parte del sistema inmune de mucosas: una buena alimentación puede fortalecerlo, mientras que una dieta inflamatoria favorecerá una reacción inmunitaria negativa”. Así, la experta apunta a una alimentación que siga las siguientes pautas:

  • Verduras, frutas y hortalizas ricas en micronutrientes.
  • Proteínas animales y vegetales de alta calidad y buena biodisponibilidad.
  • Grasas saludables (aceite de oliva virgen extra, frutos secos, aguacate…).
  • Fibra soluble y fermentable. Son los llamados carbohidratos accesibles a la microbiota (MAC), tales como setas, algas, manzanas, cítricos, higos, legumbres cocidas y germinadas, ajo, cebolla, puerro…
  • Probióticos. Los encontramos en lácteos fermentados, miso, kombucha… De hecho, se recomienda el consumo regular de probióticos L. casei.
  • Micronutrientes. De ellos, como afirma la nutricionista clínica, “el más importante es la vitamina D, que ejerce una acción clave para ayudar al sistema inmunitario. Gran parte de la población tiene déficit de ingesta y no es fácil conseguir los niveles adecuados a través de los alimentos. Por tanto, tenemos que obtenerla en forma de suplementos o en lácteos enriquecidos”. Otros micronutrientes que contribuyen al funcionamiento normal son el hierro, el zinc y otras vitaminas como la B9, la B6 y la C.

Finalmente, los especialistas recomiendan practicar ejercicio físico de forma regular, así como alejarse de hábitos tabáquicos y alcohólicos.

Actimel, una ayuda

A pesar de que una buena alimentación es la base de una buena salud y de un sistema inmunitario sano, a veces por la vorágine de la rutina y la falta de tiempo, es complicado llevar una dieta equilibrada.

En este sentido, una ayuda para conseguir ese aporte de micronutrientes puede venir de la mano de Actimel, que tiene una combinación de probióticos naturales exclusivos, y además vitaminas D, B9 y minerales como el hierro y el zinc, que ayudan al sistema inmune.

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Además, consciente de la importancia que tienen las recomendaciones en materia de alimentación de la Organización Mundial de la Salud, la marca ha trabajado de la mano de expertos nutricionistas para que la gama Actimel para niños sea mejor desde el punto de vista nutricional. De este modo, se ha reducido el azúcar hasta un máximo de 10 gramos totales —alineándose con los criterios de la OMS—, sin añadir edulcorantes artificiales, pero manteniendo el sabor que tanto gusta a los niños en estos productos.

Como la educación es clave, la marca se apoya en personajes infantiles no solo para conseguir que los pequeños escojan de manera voluntaria alternativas saludables a la hora de alimentarse, sino también para que aprendan los factores relacionados con tener un sistema inmunitario sano, como hacer ejercicio, dormir bien, socializar o seguir una alimentación rica y completa.

El frío y las lluvias nos recuerdan la importancia de sentirnos bien para que ni el descenso de las temperaturas ni la disminución de horas de sol puedan incidir en nuestra salud.

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