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'Commotio cordis': el golpe 'mal dado' en el pecho que te para el corazón
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'Commotio cordis': el golpe 'mal dado' en el pecho que te para el corazón

Durante un partido de baloncesto juvenil en Rumanía, tras un pequeño choque sin importancia con un contrincante, M.V. se desplomó. La rápida acción de los asistentes ha probado que este fenómeno sí existe

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Un nuevo informe clínico, publicado en la revista Heart Rhythm Case Reports, ha hecho saltar las alarmas, de nuevo, con respecto a la salud cardiovascular de los jóvenes deportistas.

En el caso de estudio, se narra la historia de un jugador juvenil de un equipo de baloncesto en Rumanía, que sufrió un paro cardiaco repentino a causa de lo que se conoce como commotio cordis. Dicho de otro modo: un golpe en la caja torácica, traumático, a la altura del corazón.

"Después de que el caso del M.V. fuese grabado y documentado, se valida la existencia de este fenómeno, que ocurre a diario a gente joven"

La parte buena de la historia es que el paciente se encuentra bien, debido a la rápida actuación de los presentes, que comenzaron una RCP inmediata que salvó su vida e, incluso, le evitaron secuelas graves a largo plazo; la parte mala es que no se trata de un caso aislado.

El salto a la fama del commotio cordis se remonta al mes de enero de este año, cuando Damar Hamlin, un jugador de los Buffalo Bills (de fútbol americano), en un choque contra un oponente, sufrió un paro cardiaco repentino. El hecho de que se tratase de un partido profesional, televisado para millones de personas (en todo el mundo, pero sobre todo en EEUU) puso el tema en el objetivo mediático.

Foto: La reanimación cardiopulmonar (RCP) se puede usar para tratar de reiniciar el corazón de alguien si este se ha detenido.

El caso rumano fue mucho menos sonado, sobre todo por el hecho de que ocurrió en un partido de baloncesto entre jugadores juveniles en Bucarest, donde los únicos testigos eran sus amigos y familiares. Durante el encuentro, el paciente (cuyo nombre solo aparece en el caso clínico como M.V.) recibió un codazo en el pecho, un poco más arriba y a la izquierda de la boca del estómago, por parte de un contrincante. Acto seguido, se desplomó (de ello dan fe los vídeos grabados por los asistentes). Unas maniobras de resucitación cardiopulmonar, así como la utilización de un desfibrilador portátil, fueron las medidas que salvaron su vida.

Estos dos casos, aunque separados por 5.000 kilómetros y 60 días, han puesto las palabras commotio cordis en boca de gran parte de la población, por lo que es esencial entender qué es exactamente.

Para empezar, debemos decir que también se conoce a este evento como "golpe torácico". Se trata de taquicardias ventriculares y paros cardiacos repentinos, inducidos por impactos en el pecho, que ocurren en ausencia de una enfermedad cardiaca subyacente. A pesar de ser infrecuente, que las personas que la padecen, mayoritariamente, sean individuos jóvenes, sanos y deportistas hace que se trate de una de las principales causas en estos grupos de población de muerte súbita.

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El commotio cordis no necesita de golpes fuertes (de hecho, muchos de los que lo causan son, a primera vista, leves), sino que el factor determinante es el momento exacto en el que el impacto sobre el corazón tiene lugar, exactamente en una ventana de 20 milisegundos en el ascenso de la onda T del corazón, que es justo cuando ocurre la repolarización de los ventrículos y su consiguiente relajación (justo al final del ciclo cardiaco).

Después del evento, M.V. fue trasladado al Lahey Hospital en EEUU para ser atendido por el doctor Barry J. Maron (el doctor que firma el caso clínico). Como explica el médico, "existe cierto escepticismo acerca de la existencia del commotio cordis. Después de que el caso de M.V. fuese grabado y documentado, se valida la existencia de este fenómeno, que ocurre a diario a gente joven alrededor del mundo que practica deporte. Es importante visibilizar esta condición, que es reversible si se toman las medidas adecuadas".

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En su caso clínico, el doctor afirma que M.V. estaba completamente sano, sin factores de riesgo cardiovascular y con una historia familiar limpia. Fue evaluado en el Lahey Hospital 6 semanas después del evento, donde se le declaró asintomático y sin la menor secuela neurológica u otros problemas médicos residuales. Tanto es así que el paciente ya había vuelto a realizar todas sus actividades diarias con total normalidad.

Este, por desgracia, es solo un ejemplo más de que todos (probablemente desde el instituto) deberíamos saber llevar a cabo una maniobra de resucitación cardiopulmonar (RCP), dado que cuanto antes sea atendido un paciente, mayores son sus posibilidades de supervivencia. Aprender a hacerlas puede salvarle a alguien querido (e incluso desconocido) la vida.

Un nuevo informe clínico, publicado en la revista Heart Rhythm Case Reports, ha hecho saltar las alarmas, de nuevo, con respecto a la salud cardiovascular de los jóvenes deportistas.

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