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Un nuevo biomarcador nos dice, exactamente, cómo de viejo está nuestro cerebro
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paso de gigante

Un nuevo biomarcador nos dice, exactamente, cómo de viejo está nuestro cerebro

Es más difícil de lo que parece saber cosas de este órgano (la barrera hematoencefálica se encarga de ello). Ahora, sabiendo cómo se acumula el calcio en los vasos sanguíneos, podemos 'echarle años' correctamente

Foto: Foto: iStock.
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La actividad disminuida de señales nerviosas en los vasos sanguíneos del cerebro se ha relacionado con un declive de la función vascular y, por tanto, de la consiguiente neurodegeneración, según ha mostrado un reciente estudio científico publicado en el Journal of Clinical Investigation.

Este trabajo es el primero que ha conseguido demostrar que la actividad reducida de las vías de señalización neuronal Notch3 puede ser utilizada a modo de biomarcador del envejecimiento vascular y de la neurodegeneración, lo que supone un salto de gigante, pues podría usarse como base para valorar la efectividad de múltiples terapias para diversas enfermedades, así como para aquellas destinadas a reducir el efecto que el paso del tiempo tiene en nuestro cerebro.

Como explica la autora principal del estudio, la doctora Luisa Iruela Arispe, "nuestro objetivo inicial era conseguir obtener registros de los cambios en los vasos sanguíneos del cerebro, sobre todo aquellos que se asocian a la edad. Una parte esencial del estudio es que sienta las bases para obtener información relacionada con el envejecimiento psicológico en ausencia de otras patologías como pueden ser la demencia, el alzhéimer o el párkinson".

"Hasta ahora, no sabíamos cómo el envejecimiento de las arterias, venas y capilares afectaba al cerebro"

Una de las múltiples partes malas de hacernos mayores es que nuestros órganos, todos ellos, empiezan a funcionar peor de lo que lo hacían en tiempos pretéritos. Uno de ellos, el sistema vascular, encargado de aportar nutrientes y oxígeno (y retirar desechos y CO₂) a nuestras células, tiene una repercusión esencial, pues, dado que todo depende de él, cuando empieza a fallar también lo hace el resto, sobre todo los más vulnerables como el cerebro. Este proceso puede desembocar en demencia vascular y en otros procesos neurodegenerativos.

Como explican los investigadores, "sabíamos desde hace mucho tiempo de las complejas relaciones entre la función cerebral y los vasos sanguíneos, pero cómo el envejecimiento de las arterias, venas y capilares afectaba al cerebro exactamente no era conocido", explica la doctora Arispe.

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Para llevar a cabo su estudio, los científicos implantaron en ratones vasos sanguíneos cerebrales de personas jóvenes y sanas, y empezaron a estudiar el declive de las vías de señalización Notch3 que tenían lugar en el cerebro de los animales.

Tras realizar multitud de pruebas de resonancia y análisis sanguíneos, tanto de las personas como de los ratones, se descubrió que la reducción de esta vía de señalización neuronal era capaz de alterar la regulación de los niveles de calcio y que eso provocaba que los vasos sanguíneos tuvieran cada vez más dificultad para contraerse efectivamente, lo que, inevitablemente, conlleva muchos problemas, como la incapacidad de dilatación, los microaneurismas y un menor riego sanguíneo del cerebro.

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No solo eso, sino que, además, se mostró que esta reducción del Notch3 no afecta solo al sistema vascular, sino también al linfático, dado que su flujo también se vio disminuido. Esto es esencial, pues es el mencionado sistema linfático el que se encarga de eliminar multitud de desechos del cerebro, así como de regular la cantidad de fluidos con los que este órgano está en contacto.

Los investigadores, claro está, están encantados con los resultados del estudio, pues muestran cómo, en el futuro más que cercano, podremos evaluar exactamente el avance del envejecimiento neuronal y de determinadas enfermedades que atacan a este órgano tan importante de nuestro cuerpo. De ahora en adelante, sabremos de forma casi instantánea si las nuevas medicinas están surtiendo el efecto esperado o no.

La actividad disminuida de señales nerviosas en los vasos sanguíneos del cerebro se ha relacionado con un declive de la función vascular y, por tanto, de la consiguiente neurodegeneración, según ha mostrado un reciente estudio científico publicado en el Journal of Clinical Investigation.

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