Mascarilla contra la gripe, obligatoria por decreto ley. ¿Es necesario llegar a esto?

La gripe es la noticia del momento y todos, por un motivo u otro, la estamos viviendo intensamente. Desde hace tres semanas, vemos como cada vez hay más personas con síntomas gripales –que no significa necesariamente que tengan gripe, como demuestra que, de las muestras analizadas, los positivos se quedan en el 36%– y en los próximos días y semanas serán muchas más, ya que los expertos avisan de que la epidemia no ha alcanzado aún el pico.

El 99% de los casos de gripe confirmados pertenecen a gripe A

Según el último informe del Sistema de Vigilancia de Infección Respiratoria Aguda, la tasa es de 952 casos por 100.000 habitantes, la mayoría de gripe –el 99% gripe tipo A–, aunque supera los 1.700 casos en Castilla-La Mancha y se queda en 504 en Andalucía. ¿Esto es mucho o poco? Pues mucho más que la misma semana del año pasado, en la que la tasa media de infecciones respiratorias fue de 701 casos y alcanzó el pico, 806 casos, en la tercera semana de febrero. Así pues, todo apunta a que la previsión de los expertos es real y todavía hay margen para que aumente la cifra de contagios.

Tranquilidad: infección leve y autolimitada

Los profesionales de la salud insisten en los mensajes de tranquilidad a la población: la gripe es una infección generalmente leve y pasajera (aunque la tasa de hospitalizados, 9 por 100.000 habitantes, también ha subido), autolimitada en el tiempo y que pasa con reposo, líquidos abundantes y analgésicos y antitérmicos. Sin embargo, ni todos pueden aguantar en sus casas sin que les vea un doctor, ni todos pueden evitar acudir a su médico para que les dé una baja laboral.

Desde hace años, muchos médicos de familia piden que les liberen de la obligación de tramitar las bajas, un punto que se puso sobre la mesa del Consejo Interterritorial del lunes. Sin embargo, el punto fuerte del encuentro fue la discusión de si hay que volver a la mascarilla obligatoria en los centros sanitarios (centros de salud, hospitales y farmacias). El Ministerio de Sanidad buscaba el acuerdo con las comunidades autónomas, y aspiraba a dar respaldo legal a la decisión de Valencia, Murcia, Cataluña y Aragón, que ya la han hecho obligatoria. Canarias y Asturias se han sumado al bando de mascarilla obligatoria, pero el resto de comunidades planteó objeciones.

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Al final del día, la ministra Mónica García zanjó toda polémica: la mascarilla será obligatoria, por ley. Y, este miércoles a medio día, la titular del Ministerio ha comunicado en rueda de prensa la imposición del tapabocas en centros de salud y hospitales a través de una orden notificada que no tiene que publicarse en el Boletín Oficial del Estado (BOE). Esta medida se toma en cumplimiento del artículo 65 de la Ley de Cohesión y Calidad del Sistema Nacional de Salud, que permite la declaración de actuaciones coordinadas en salud pública.

Disparidad de casos

La ley "obliga a todas las partes incluidas en ella" y deberán encuadrarse en alguno de los supuestos, como el de "responder a situaciones de especial riesgo o alarma para la salud pública", en el que se podría incluir la epidemia de gripe.

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Algunos juristas discrepan de la medida con el argumento de que las comunidades tienen la competencia de instaurar el uso de mascarilla en centros sanitarios públicos en función de su situación epidémica, que no es la misma en todas las comunidades (algo que tiene mucho sentido, como muestran las disparidades interregionales reflejadas en el boletín de vigilancia de virus respiratorios).

Expertos a favor de la imposición: "Una buena medida"

La postura más habitual es de conformidad. De hecho, “muchos llevamos semanas pasando la consulta con mascarilla, y también la llevan muchos de nuestros pacientes”, cuenta un médico de familia.

Ángel Gil de Miguel, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Rey Juan Carlos, piensa que “es una buena medida instaurar la obligatoriedad de las mascarillas en los centros sanitarios durante las semanas epidémicas”. A su juicio, lo deseable es que ponerse la mascarilla en momentos de gran circulación de virus y alto riesgo de contagio sea voluntario, pero puede ocurrir que alguien no quiera usarla, aunque el médico se lo pida –“no es lo normal”–, y en ese supuesto, “adquiere sentido la obligación legal”.

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La Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (SemFYC) considera que “en los centros sanitarios y sociosanitarios de todo el país se debería volver a imponer obligatoriamente el uso de mascarilla durante el periodo epidémico de la gripe”, defiende José María Molero, portavoz del Grupo de Trabajo de Enfermedades Infecciosas de la SemFYC. El motivo es muy simple: “Porque muchos pacientes tienen síntomas leves o están en periodo de incubación, ya transmiten la infección y no son conscientes”. La recomendación se extiende a personas con síntomas, y el propósito siempre es el mismo: “Disminuir la extensión y cuidar a los pacientes más vulnerables”.

Expertos en contra de la obligatoriedad: "Es oportunista"

Rafael Toledo, inmunólogo y catedrático de la Universidad de Valencia, considera que la mascarilla “no debe imponerse”: “No me parece correcta la obligatoriedad de la mascarilla”.

“Me parece que es una medida de protección individual y creo que hay que dejar un poco de espacio a la responsabilidad individual y no tratar de colectivizar medidas individuales”, explica sobre su parecer.

Además, cree que “esta cuestión se ha planteado en un momento totalmente inadecuado, porque no estamos en una pandemia, sino en una epidemia estacional que ocurre año tras año. Si realmente lo que se quería era evitarla, más allá de la posible utilidad, se debía haber aplicado mucho antes, no en estos momentos. Pero cualquier medida, no solo esta”, señala, al mismo tiempo que añade que piensa que es una disposición “un poco oportunista, porque estamos alcanzando el pico, si no se ha alcanzado ya. Y aplicar la medida ahora parece que es para apuntarse el éxito de la caída de la incidencia, que al final es algo que sabemos que va a caer, porque estamos hablando de una epidemia estacional”.

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En la misma línea se muestra José Gómez Rial, inmunólogo del Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela: “La imposición de la mascarilla obligatoria atiende solo a una forma de generar crispación y confusión, un arma política muy efectiva para generar enfrentamiento, y muy poco efectiva para frenar los contagios, como se demostró durante la pandemia”.

“El uso de la mascarilla debe hacerse bajo un uso responsable, con una educación sanitaria detrás que enseñe quién, cuándo, dónde y cómo usarla. Pero en estos últimos años desde la institución que debería velar por buscar consenso y ejecutar medidas desde la evidencia científica se hace todo lo contrario y lo único que se busca es la crispación y enfrentamiento. De este modo perdemos todos, porque la credibilidad actual del Ministerio de Sanidad, que es el órgano que debería representarnos, es ahora mismo ninguna”, considera el inmunólogo gallego.

El jefe del Servicio de Inmunología del Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca, Manuel Muro, tampoco está a favor de la obligatoriedad “y menos en los centros sanitarios”. “Una recomendación sí que la vería correcta, no una obligación. Realmente nosotros nos ponemos la mascarilla cuando tenemos que ponerla. Por ejemplo, en nuestra consulta de inmunodeficiencia vamos siempre con mascarilla”, destaca.

“Hay que tener en cuenta que los profesionales sanitarios estamos todos vacunados contra la gripe. Somos el destino del paciente infectado, no somos el origen de la infección. La gente se contagia en el ámbito familiar, en un trasporte público, en sitios donde hay mala ventilación… Entonces el ponerla obligatoria solo en el hospital… pues la verdad que no lo veo, no creo que vaya a bajar mucho la tasa de infección”, explica el especialista murciano.

“Además, en Europa en ninguna parte se utiliza… ¿Somos algo especial aquí en España o en determinadas comunidades autónomas? Entonces bueno, pues yo creo que esto es algo que tenemos que darnos cuenta de que es estacional y normal; de hecho, los números que tenemos ahora mismo son muy similares en frecuencia a los de prepandemia, sobre todo en el 2018, que llegó a tener 1.852 muertes por gripe. En ese momento había la misma saturación, las mismas camas en el pasillo…”, concluye.