Las infecciones nosocomiales existen, y la gripe es la reina
Se trata de los patógenos que se asientan en nuestro organismo y que no estaban presentes en él antes de un ingreso. Suponen un riesgo enorme dado que afectan a los más vulnerables
Cuando alguien va a un hospital, como paciente, no suele estar en su mejor momento. Ya sea por razones positivas, como puede ser una embarazada, como negativas, como un infarto, esa persona se encuentra en un momento en el que su salud es vulnerable. Muchas de esas situaciones tienen, además, la capacidad de debilitar nuestro sistema inmune, bien porque padecemos otra infección o porque la enfermedad que tenemos debilita nuestras defensas. Por si todo lo anterior fuera poco, los hospitales se caracterizan, por mal que suene decirlo, por estar repletos de gente enferma, muchos de los cuales padecen procesos infecciosos. Sumando todo esto, lo que tenemos es un caldo de cultivo más que peligroso.
Las enfermedades nosocomiales (del latín nosocomium, que significa hospital) son aquellas que se dan en pacientes hospitalarios que han sido contraídas dentro del propio centro médico. Una de las más comunes, como explicaba el doctor Máximo González, jefe de Neumología de los hospitales universitarios HM Puerta del Sur y HM Rivas, es la neumonía intrahospitalaria, "que suele ser mucho más severa y debemos ser más agresivos con ella".
"Una de las más comunes y más peligrosas es la neumonía asociada al ventilador"
Como se relata en un estudio publicado por las investigadoras Anna Sikora y Farah Zahra, los patógenos más comunes que comprenden estas infecciones son los estreptococos, los estafilococos, los enterococos, el Clostridium difficile (la más común), todas ellas bacterias oportunistas; los hongos como los de la especie Candida (causante de la candidiasis) o el Aspergillus y, por último, los virus, entre los que destacan en los países menos desarrollados, en los que las prácticas médicas no tienen los estándares obligatorios de los países desarrollados, la hepatitis B y C o el VIH. Además, en este último grupo también se encuentran los rinovirus, los herpes, los rotavirus y el que más nos preocupa hoy por hoy: la gripe.
Como explicaba a Alimente el doctor Máximo González, el contagio de las infecciones nosocomiales no suele darse de persona a persona, sino que el problema, sobre todo en tiempos recientes (aunque los protocolos se han adaptado de forma efectiva), es el propio personal médico, que debido a su inevitable contacto con los pacientes hace de vector de trasmisión.
"Una de las más comunes y más peligrosas es la neumonía asociada al ventilador. Es la que se da en pacientes intubados en las UVI y que contraen una neumonía. El problema del tubo traqueal es que se salta todas las barreras naturales (boca, senos nasales, epiglotis, glotis, tráquea...) y llega al pulmón que, aunque esté dentro de nuestro cuerpo, es un órgano externo dado que está en contacto directo con el aire. El pulmón es una máquina extraordinaria de recibir gérmenes, pero también de destruirlos".
Además, los datos de los que disponemos indican que las infecciones nosocomiales no son "casos aislados". Por ejemplo, como detallan los datos del Estudio de Prevalencia de Infección Nosocomial en España (EPINE), alrededor del 7% de los pacientes hospitalizados presentan una infección relacionada con la asistencia durante el corte de prevalencia, estimándose que alrededor del 5% de los pacientes hospitalizados desarrollaban una infección nosocomial durante el ingreso.
Este estudio, que se lleva realizando más de dos décadas, aporta información más que importante acerca de las nosocomiales, no solo sobre su progresión, sino también acerca de cómo han cambiado las infecciones más frecuentes. En tiempos pretéritos, las nosocomiales identificadas más comunes eran las que afectaban al tracto urinario, pero hoy por hoy han dejado el primer puesto a las del tracto respiratorio, con una tasa del 26%, seguidas por las quirúrgicas (19%), las urinarias (17%) y las bacteriemias (14%). El restante, un 24%, corresponde a una variada multitud de infecciones.
Es aquí donde entramos, de nuevo, en el terreno mascarilla. La polémica decisión del Ministerio de Sanidad de volver a hacer obligatorio su uso en centros médicos y hospitales ha generado una gran discusión, dependiente de los criterios seguidos o el tipo de mascarilla que debería utilizarse, pero teniendo en cuenta los riesgos que estas enfermedades infecciosas oportunistas suponen para nosotros, tal vez supongan un beneficio para los más vulnerables, haya o no epidemia de gripe.
Cuando alguien va a un hospital, como paciente, no suele estar en su mejor momento. Ya sea por razones positivas, como puede ser una embarazada, como negativas, como un infarto, esa persona se encuentra en un momento en el que su salud es vulnerable. Muchas de esas situaciones tienen, además, la capacidad de debilitar nuestro sistema inmune, bien porque padecemos otra infección o porque la enfermedad que tenemos debilita nuestras defensas. Por si todo lo anterior fuera poco, los hospitales se caracterizan, por mal que suene decirlo, por estar repletos de gente enferma, muchos de los cuales padecen procesos infecciosos. Sumando todo esto, lo que tenemos es un caldo de cultivo más que peligroso.
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