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La complicada ciencia de tener más de una alarma por la mañana: podría ser lo más sano
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La complicada ciencia de tener más de una alarma por la mañana: podría ser lo más sano

Un nuevo trabajo científico, el primero que ahonda en esta cuestión, ha dado resultados sorprendentes: no perjudica el sueño y tiene beneficios inesperados

Foto: Foto: iStock.
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Hay dos tipos de persona: los que tienen un resorte en el culo y cuando suena la alarma se levantan a la primera, superproductivos, descansados y despiertos, y los pobres diablos que son zombis hasta tiempo después del primer (o del segundo) café. Estos últimos son los que tienden a tener 1, 2... o 15 alarmas por la mañana, incluso horas antes de su hora real de despertarse, o los que solo tienen una, pero le dan al botón de posponer una y otra vez, los que piden "5 minutos más" hasta el fin de los días.

El autor de estas líneas es uno de los que forman parte de ese segundo grupo, para los que 30 segundos más pueden suponer un mundo. La sensación que tenemos como sociedad de estas personas, incluso hacia nosotros mismos, es que estamos haciendo una barbaridad, que comprometemos la regularidad de nuestro descanso, que forzamos nuestro organismo y que, a fin de cuentas, es malísimo hacer eso, destrozamos nuestros ciclos de sueño. No importa el escenario: tener más de una alarma es malo para ti... ¿Pero lo es?

Todo (lo malo) podría tratarse tan solo de una leyenda urbana, según un trabajo científico elaborado por investigadores de la Universidad de Estocolmo. En el estudio se indica, claramente, que darle al botón de posponer, incluso varias veces, o tener más de una alarma, no es tan malo para nuestro descanso como teníamos entendido.

Uno de los problemas para aquellos a quienes más les cuesta despertarse es el concepto denominado "inercia del sueño", ese estupor que permanece con nosotros un buen rato. Puede parecer que levantarse poco a poco alivia esa sensación.

"La importancia de estos resultados radica en que posponer el despertar puede no ser tan malo como creíamos hasta ahora"

Existen dos estudios previos que demostraron que posponer la alarma (uno estadístico y otro práctico) no tiene, en realidad, perjuicios ni en los patrones de sueño ni en la calidad del mismo. Además, probaron que estas prácticas no provocan una pérdida de horas de sueño.

Como subraya la doctora Sara E. Benjamin, directora médica del Johns Hopkins Sleep Disorders Center, "este estudio afirma que si una persona pospone su alarma de forma rutinaria, no está provocándose ningún daño en cuanto a la arquitectura general de su descanso o a su funcionamiento durante el resto del día".

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Foto: iStock.

Para el nuevo trabajo científico elaborado por investigadores de la Universidad de Estocolmo, se entrevistó a más de 1.700 personas acerca de sus hábitos de sueño, incluyendo lo que suelen hacer para despertar. Los resultados fueron sorprendentes: más de dos tercios de los participantes (69%) afirmaron darle cada mañana al botón de retrasar la alarma o, incluso, tener varias alarmas puestas. Las razones que daban los participantes que llevaban a cabo estas prácticas caían en un saco común: la sensación de incapacidad de despertarse en la primera alarma o estar, todavía, muy cansado.

Además, hay que incluir un grupo considerable, comprendido en ese 69%: los que lo hacen por el simple hecho de que "les da gusto" (un 17,4% de ellos), mientras que un 16,6% lo achacan a que quieren despertarse más lentamente.

Efectos en la salud

Tras obtener esos resultados, los investigadores se propusieron ahondar todavía más en la cuestión y seleccionaron a 31 de los sujetos de estudio que posponían la alarma una y otra vez y los invitaron a pasar 3 noches en el laboratorio, durmiendo. La edad media de los participantes era de 27 años de edad. Esta cuestión, explican los investigadores, es esencial, dado que los más jóvenes tienen un "cronotipo tardío", dado que tienden a irse a la cama y a despertarse más tarde de lo habitual.

Foto: Imagen de un astronauta durmiendo en el espacio (NASA)

Como señala la autora principal del estudio, Tina Sundelin, "los jóvenes tienden a vivir más por la tarde-noche. Esto, a su vez, afecta a cómo se sienten de cansados por la mañana y a cuánto posponen el despertador".

Por supuesto, tratándose de un estudio serio, los investigadores reclutaron a un grupo de durmientes sanos, que se despiertan a su hora, descansados y sin rechistar. Los criterios eran exigentes, pues quedaron excluidos aquellos con una mala calidad del sueño, los que tenían dificultades para dormir en lugares extraños y los roncadores.

Para llevar a cabo esta parte del trabajo, tras despertar, se pedía a los participantes que solucionaran problemas de matemáticas, así como otras pruebas cognitivas, como la memorización de palabras.

Foto: Recibir la luz natural cuando nos levantamos ayuda a activar el organismo. (iStock)

En uno de los días, se pidió a los participantes que le dieran a botón de retrasar la alarma 3 veces durante la última media hora de sueño. Por si esto fuera poco, además de todas esas pruebas, también se midieron los niveles de cortisol en la saliva de los participantes. Esto resulta esencial, pues esta hormona está muy relacionada con el proceso de despertar.

Los resultados fueron sorprendentes. Los niveles de cortisol son mayores en el momento de despertar en las personas que lo hacen lentamente, pero se normalizan muy rápidamente. Por otro lado, los resultados de las pruebas cognitivas fueron mejores en ellos también, aunque tuvieron menos horas de sueño.

Como explica la autora del estudio, "la importancia de estos resultados es que aplazar el despertar puede no ser tan malo como creíamos hasta ahora. Se trata de un 'intercambio', en el que perdemos horas de sueño por la mañana, pero nos protegemos de la 'inercia del sueño'. Además, esos individuos demostraron que están somnolientos en todos los casos, ya sea despertándose de forma lenta o rápida. Según declararon, no se sentían menos cansados en ninguna de las dos opciones, pero, a pesar de eso, lo hicieron mejor en los test cognitivos".

Por una vez, descubrimos que hacer algo malo no es tan terrible como teníamos pensado.

Hay dos tipos de persona: los que tienen un resorte en el culo y cuando suena la alarma se levantan a la primera, superproductivos, descansados y despiertos, y los pobres diablos que son zombis hasta tiempo después del primer (o del segundo) café. Estos últimos son los que tienden a tener 1, 2... o 15 alarmas por la mañana, incluso horas antes de su hora real de despertarse, o los que solo tienen una, pero le dan al botón de posponer una y otra vez, los que piden "5 minutos más" hasta el fin de los días.

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