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El motivo por el que a la mayoría de los niños no les gustan las verduras
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ALIMENTACIÓN

El motivo por el que a la mayoría de los niños no les gustan las verduras

¿No quieren espinacas ni brócoli? Una nueva investigación revela que ver el desagrado de otras personas hacia los vegetales puede hacer que sientan lo mismo

Foto: Los padres podrían tener mucho que ver en ello. (Pexels)
Los padres podrían tener mucho que ver en ello. (Pexels)

Los padres y madres de niños lidian cada día con el problema de que a los más pequeños de la casa les cuesta comer verduras, sean del tipo que sean. Ahora, un equipo de investigadores de la Universidad de Aston, en Inglaterra, ha descubierto el motivo que se podría esconder detrás de esta conducta: observar a otras personas a las que claramente no les gustan las verduras puede hacer que a estos enanos espectadores también les desagraden.

Somos criaturas inherentemente sociales y esto también se demuestra desde pequeños. Solemos observar, imitar, copiar y aprender de lo que hacen los demás. Parece que también podemos extrapolarlo al ámbito alimentario.

La importancia de las expresiones faciales

El estudio profundizó en esta cuestión y examinó el impacto de observar las expresiones faciales en las preferencias alimentarias, específicamente en lo que respecta al brócoli crudo. "Demostramos que ver a otras personas comer una verdura cruda con una expresión facial negativa reduce el gusto de las mujeres adultas por esa verdura, pero no su deseo de comerla", explicó Katie Edwards de la Facultad de Psicología de la Universidad de Aston, autora principal del estudio que recoge la revista Frontiers in Psychology. "Si un niño ve que sus padres muestran disgusto mientras comen verduras, esto podría tener consecuencias negativas en la aceptación de las verduras por parte de los niños", aclaró la experta.

Para la investigación, los científicos contaron con la participación de 200 mujeres jóvenes a quienes se les mostró un vídeo de un adulto desconocido comiendo brócoli crudo. Mientras ingería la verdura, la modelo del vídeo mostraba una expresión facial positiva, neutral o negativa. Después de ver el vídeo, los investigadores preguntaron a los participantes sobre su gusto y deseo de comer precisamente brócoli crudo.

placeholder El estudio sugiere que las propias expresiones faciales de los padres pueden ser las culpables. (Pexels)
El estudio sugiere que las propias expresiones faciales de los padres pueden ser las culpables. (Pexels)

¿Los resultados?

Aquellos que vieron los vídeos que presentaban expresiones faciales negativas presentaron una mayor reducción en los índices de agrado, mientras que no ocurrió lo contrario. Los hallazgos fueron algo sorprendentes: las expresiones negativas redujeron significativamente el gusto por la verdura, pero las expresiones positivas no lo mejoraron. Nos puede, por tanto, quitar las ganas de comer verduras, pero no nos anima a ingerirlas con un refuerzo positivo.

"Ver a otros comer una verdura cruda con una expresión facial positiva no aumentó el gusto por las verduras ni el deseo de comer en los adultos", puntualizó Edwards. ¿El motivo? "Esto podría implicar que ver a alguien comer una verdura cruda con expresiones faciales positivas no parece una estrategia eficaz para aumentar el consumo de verduras en los adultos", dijo la experta.

Si bien la atención de este experimento se centró en las reacciones de los adultos, estos conocimientos podrían extenderse a los niños, que generalmente dudan más a la hora de probar las verduras.

"Si un niño ve que sus padres muestran disgusto mientras comen verduras, esto podría tener consecuencias negativas en su aceptación"

"Por ejemplo, si un niño ve que sus padres muestran disgusto mientras comen verduras, esto podría tener consecuencias negativas en la aceptación de las verduras por parte de los niños", señaló Edwards. Así que, aunque los motivos detrás de esta reacción no están del todo claros, los investigadores sugieren que evitar alimentos que parecen ser desagradables -a tenor de la reacción- podría despertar una señal de alarma para protegernos de algo que podría sentarnos mal, algo dañino para nosotros.

"Necesitamos más investigación para ver si los hallazgos de este estudio se traducen en la ingesta real de vegetales en los adultos", concluyó la experta, quien destacó el hecho de que para la investigación se emplearan clips de vídeo en vez de experiencias en directo, lo que proporcionó una visión más realista de las reacciones faciales dinámicas.

Los padres y madres de niños lidian cada día con el problema de que a los más pequeños de la casa les cuesta comer verduras, sean del tipo que sean. Ahora, un equipo de investigadores de la Universidad de Aston, en Inglaterra, ha descubierto el motivo que se podría esconder detrás de esta conducta: observar a otras personas a las que claramente no les gustan las verduras puede hacer que a estos enanos espectadores también les desagraden.

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