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La paradoja de las vacunas: las nuevas evitan el cáncer, pero se recela de las clásicas
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La muerte de éxito

La paradoja de las vacunas: las nuevas evitan el cáncer, pero se recela de las clásicas

Mientras las más recientes han conseguido prevenir el cáncer de cuello de útero o la bronquiolitis, cada vez más población no se inocula con las "de toda la vida", resucitando enfermedades olvidadas por toda Europa

Foto: Las tasas de vacunación en España siguen siendo altas. (EFE/Manuel Bruque)
Las tasas de vacunación en España siguen siendo altas. (EFE/Manuel Bruque)

A finales de 2007 se comercializaron en España las 2 primeras vacunas contra ciertas variedades del virus papiloma humano (VPH), dando el pistoletazo a una campaña de inoculación en mujeres jóvenes que no estuvo exenta de polémica. El objetivo era claro: prevenir el cáncer de cuello de útero evitando el contagio del virus, que es el principal causante de la enfermedad.

Más de 15 años después, varios estudios han confirmado su éxito para esquivar la enfermedad. El último de ellos, publicado en el Journal of the National Cancer Institute, ha analizado los casos clínicos de una cohorte de mujeres que se vacunaron de adolescentes, corroborando que hoy en día están libres del virus culpable del 95% de los cánceres de cuello de útero. Unos datos que el coordinador de inmunología del Grupo de Investigación en Vacunas Genvip, José Gómez Rial, califica de “espectaculares”.

Este no es el único ejemplo de una nueva vacuna que ha conseguido prevenir exitosamente una enfermedad en los últimos tiempos.

En la temporada de virus respiratorios de finales de 2022 y principios del 2023, la epidemia de bronquiolitis colapsó las urgencias pediátricas hospitalarias y dejó más bebés intubados que en otras épocas.

Foto: Fuente: iStock

Para esquivar la enfermedad, en septiembre del 2023 arrancó la campaña de inmunización con nirsevimab contra el virus respiratorio sincitial (VRS), el causante de aproximadamente el 90% de casos de la patología. Los padres, entre dudas, acabaron abrazando el remedio, llegando a muy altas tasas de inmunización de los bebés. Y el resultado, meses después de que se comenzase a administrar la nueva vacuna, es la reducción de un 77% en las visitas de los más pequeños a urgencias por bronquiolitis.

Baja la vacunación contra enfermedades olvidadas

Mientras las nuevas vacunas están demostrando eficacia, con una gran aceptación entre la población, nos encontramos con la contradicción de que están resurgiendo enfermedades ya olvidadas porque la población ha dejado de inocular a sus hijos con las clásicas.

Varios países de Europa –como Francia, Inglaterra, Rumanía o Italia– están teniendo serios problemas con el sarampión, una enfermedad altamente trasmisible y que puede tener terribles consecuencias. Por ejemplo, en Reino Unido en 2023 hubo 1.603 casos sospechosos de la enfermedad, más del doble que en 2022 (735) y cuatro veces más que en 2021 (360). Mientras, en Rumanía declararon al sarampión “emergencia nacional”.

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El motivo principal del rebrote en todos los países europeos de una enfermedad que teníamos olvidada está muy claro para los expertos: la caída en la vacunación contra el sarampión.

Por otro lado, en las últimas semanas también estamos experimentando en toda Europa, España incluida, brotes de tosferina. En este caso no están directamente vinculados con saltarse la campaña de inoculación establecida, pero sí con no ponerse el recuerdo que reclaman los expertos que se incluya en el calendario.

La vacuna contra la tosferina es muy efectiva, pero la duración es muy limitada, no llega a diez años. Por eso llevamos mucho tiempo trabajando e insistiendo en que es necesario dar un recuerdo en la adolescencia, porque se ha perdido ya la protección de la que se pone al nacer. Esto es algo que llevamos reclamando años a la Administración”, explica Rial, que es inmunólogo del Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela.

Rial tilda de “paradoja” la situación que vivimos en Europa porque “las nuevas vacunas tienen una alta aceptación, mientras con las de toda la vida parece que hay como una cierta desconfianza”.

“En Reino Unido, Italia o Francia tienen un problema con la caída de la vacunación con la triple vírica, que protege del sarampión. Un problema que ya tenían antes de la pandemia. Las coberturas de la triple vírica, que es una de las vacunas clásicas que lleva con nosotros muchos años y que ha demostrado evitar las muertes por sarampión, han bajado alarmantemente”, ejemplifica el inmunólogo con algo que ocurre sobre todo con la segunda dosis.

Por suerte, para la salud pública nacional, en España las tasas de vacunación siguen siendo altas, como se puede comprobar con los datos de vacunación de la triple vírica. “Partimos de una gran confianza por parte de la población española, que siempre ha sido muy provacunas y siempre hemos tenido coberturas muy altas. Aunque sí que notamos que en los últimos años hay cierta relajación”, señala.

El motivo: la muerte de éxito de las vacunas

Para el inmunólogo, el mayor problema no son los antivacunas, que considera una rara avis en España, sino la “relajación” derivada de la desaparición del ideario común de ciertas enfermedades, aunque precisamente nos hayamos olvidado de ellas por las inoculaciones.

Una relajación por parte de las familias, pero que también puede venir “de pediatras más jóvenes que a lo mejor no han visto nunca una meningitis, una tosferina o un sarampión, porque al final son enfermedades que están olvidadas gracias a la acción de las vacunas”.

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Foto: EFE/Ana Escobar.

“El gran problema de las vacunas es que mueren por su propio éxito. Como funcionan tan bien y evitan tanta mortalidad, pues se deja de hablar de la enfermedad. Entonces hay una relajación, una sensación de que ya no hacen falta. Y en el momento que dejamos de vacunar es cuando aparece. Entonces la gente se pone nerviosa y vuelve a remontar”, analiza sobre la situación.

El especialista lanza un mensaje de confianza: “Las vacunas funcionan, es un hecho irrefutable”. Al mismo tiempo, señala que “aunque funcionen y eso haga que no percibamos el virus, no significa que el virus haya desaparecido, sigue circulando. Por eso es importante que se mantengan las tasas de vacunación”.

A finales de 2007 se comercializaron en España las 2 primeras vacunas contra ciertas variedades del virus papiloma humano (VPH), dando el pistoletazo a una campaña de inoculación en mujeres jóvenes que no estuvo exenta de polémica. El objetivo era claro: prevenir el cáncer de cuello de útero evitando el contagio del virus, que es el principal causante de la enfermedad.

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