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¿Por qué algunos alimentos nos parecen tan irresistibles? La respuesta te sorprenderá
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NUTRICIÓN

¿Por qué algunos alimentos nos parecen tan irresistibles? La respuesta te sorprenderá

La ciencia ha descubierto el motivo por el que muchas veces nos topamos ante una barrera enorme a la hora de hacer dieta

Foto: La microbiota también tiene que ver con nuestras elecciones de alimentos. (Pexels)
La microbiota también tiene que ver con nuestras elecciones de alimentos. (Pexels)

La comida es uno de los mayores placeres de la vida, y ciertos alimentos tienen el poder de cautivar nuestros sentidos y tentar nuestras papilas gustativas de maneras aparentemente irresistibles. Pero ¿alguna vez te has preguntado por qué algunos alimentos ejercen tanta influencia sobre nosotros? En un descubrimiento que podría redefinir las intervenciones dietéticas, resulta que la respuesta a este delicioso misterio no reside solo en los sabores mismos de los alimentos, sino también en la compleja red de comunicación entre nuestro intestino y nuestro cerebro.

Comprender por qué comemos en exceso alimentos poco saludables ha sido un misterio que se remonta a muchas décadas. Ahora, un equipo de científicos del Monell Chemical Senses Center ha identificado vías neuronales específicamente relacionadas con los antojos de grasas y azúcares en un trabajo que no solo desmitifica los mecanismos internos que impulsan nuestro apetito por todo aquello que es poco saludable, sino que también plantea preguntas importantes sobre cómo estos antojos pueden dilapidar nuestros esfuerzos a la hora de perder peso.

Foto: Los estudios demuestran que tendemos a comer alimentos grasos reconfortantes cuando estamos estresados. (Pexels)

Profundas implicaciones

Cuando consumimos ciertos alimentos, especialmente aquellos con alto contenido de azúcar, grasa o sal, se activan los centros de recompensa en nuestro cerebro, liberando neurotransmisores como la dopamina que indican placer y satisfacción. Esta respuesta cerebral está profundamente arraigada en nuestra historia evolutiva, donde los alimentos ricos en energía eran cruciales para la supervivencia. Sin embargo, en el mundo moderno, esta respuesta puede llevar al consumo excesivo de alimentos ricos en calorías pero pobres en nutrientes que únicamente nos hacen sentir bien, pero solo nos aportan grasas y azúcares.

Los investigadores han encontrado distintas vías intestino-cerebro que se activan por separado con alimentos grasos y azucarados. Cuando ambas vías se combinan, amplifican nuestro deseo de comer, lo que desencadena nuestro deseo de comer mucho más que de costumbre.

placeholder Se trata de un golpe doble al sistema neuronal del cerebro. (Pexels)
Se trata de un golpe doble al sistema neuronal del cerebro. (Pexels)

“La comida es el refuerzo supremo de la naturaleza. Pero ha sido un enigma por qué las grasas y los azúcares son particularmente atractivos. Ahora hemos identificado que las células nerviosas del intestino, en lugar de las células gustativas de la boca, son un factor clave. Descubrimos que las grasas y los azúcares reclutan distintas vías intestino-cerebro, lo que explica por qué ese donut puede ser tan irresistible”, explica Guillaume de Lartigue, autor principal del estudio que publica la revista Cell Metabolism.

¿Cómo lo han descubierto?

Para comprender mejor cómo la comida influye en nuestras elecciones, De Lartigue y sus colaboradores estudiaron el nervio vago en ratones. Se sabe que este nervio envía información sensorial desde el intestino al cerebro sobre el valor nutricional de los alimentos.

Emplearon tecnología de vanguardia para manipular directamente las neuronas de grasa o azúcar en el sistema nervioso vago de los roedores y demostraron que ambos tipos de neuronas provocan una liberación de dopamina en el centro de recompensa del cerebro. Los resultados indicaron que el azúcar y la grasa son detectados por neuronas discretas del nervio vago y activan circuitos de recompensa paralelos pero distintos para controlar el refuerzo de nutrientes específicos.

Es decir, descubrieron dos vías diferentes del nervio vago: una para las grasas y otra para los azúcares. Estos circuitos, que se originan en el intestino, transmiten información sobre lo que hemos comido al cerebro, preparando el terreno para los antojos. Sorprendentemente, activar los circuitos de grasa y azúcar al mismo tiempo creó un efecto aún más poderoso. Se producía una poderosa sinergia.

"La comida es el refuerzo definitivo de la naturaleza", dicen los investigadores

"Es como un doble golpe al sistema de recompensa del cerebro", aclaró De Lartigue. "Incluso si el total de calorías consumidas en azúcar y grasas sigue siendo el mismo, la combinación de grasas y azúcares conduce a una liberación significativamente mayor de dopamina y, en última instancia, a comer en exceso en los ratones".

Este hallazgo sugiere que el cerebro humano podría tener una inclinación natural a la búsqueda de alimentos ricos en grasas y azúcares, lo que hace que todos aquellos intentos conscientes por resistirse a estos alimentos tan deliciosos sean más difíciles de lo que se pensaba anteriormente. Y si sendas vías pudieran controlarse con medicamentos, podrían abrir la puerta al tratamiento futuro de conductas patológicas como los atracones, la sobrealimentación y la anorexia; esto es, trastornos de la conducta alimentaria que están resultando cada vez más comunes en nuestra sociedad.

La comida es uno de los mayores placeres de la vida, y ciertos alimentos tienen el poder de cautivar nuestros sentidos y tentar nuestras papilas gustativas de maneras aparentemente irresistibles. Pero ¿alguna vez te has preguntado por qué algunos alimentos ejercen tanta influencia sobre nosotros? En un descubrimiento que podría redefinir las intervenciones dietéticas, resulta que la respuesta a este delicioso misterio no reside solo en los sabores mismos de los alimentos, sino también en la compleja red de comunicación entre nuestro intestino y nuestro cerebro.

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