Menú
Pasado, presente y futuro de las prótesis de pene, una solución para la disfunción eréctil
  1. Bienestar
'Hombres o titanes'

Pasado, presente y futuro de las prótesis de pene, una solución para la disfunción eréctil

Estos dispositivos están indicados para tratar cualquier tipo de disfunción eréctil, el priapismo isquémico y la enfermedad de Peyronie. Han evolucionado a lo largo de los años y los actuales ofrecen una solución definitiva

Foto: Foto: iStock.
Foto: iStock.

En la historia de la Humanidad, la disfunción eréctil ha constituido uno de los problemas de salud más prevalentes en los varones.

La cirugía de implante de prótesis de pene ha supuesto un avance muy significativo en la mejora de la calidad de vida de todos aquellos pacientes afectados por este trastorno.

Inicialmente, las guías clínicas recomendaban las prótesis de pene solo en hombres que no respondieran a tratamientos farmacológicos convencionales, pero en la actualidad puede optar a ella cualquier paciente que, asesorado por un profesional médico, desee una solución definitiva.

Asimismo, las prótesis de pene están indicadas en los casos en que se diagnostique priapismo isquémico -erección dolorosa y rigidez- y la enfermedad de Peyronie -afección no cancerosa que se manifiesta con una placa de tejido cicatrizal fibroso en el pene que provoca su curvatura-, puesto que se ha demostrado que ayuda a corregir las deformidades generadas por esa fibrosis, así como para tratar cualquier tipo de disfunción eréctil asociada.

Soluciones históricas

Para entender su compleja evolución debemos remontarnos a 1936, cuando el cirujano alemán NA Borgus llevó a cabo el primer intento para devolver la rigidez al pene usando cartílago costal del propio cuerpo en un paciente al que se le realizaba una faloplastia (reconstrucción del pene). Desafortunadamente, su práctica no obtuvo buenos resultados porque el cartílago se reabsorbió al cabo de unos meses, pero sí constituyó un avance y el primer paso para emplear otro tipo de material rígido y que fuera tolerado por el organismo.

placeholder Cirugía de pene. (iStock)
Cirugía de pene. (iStock)

Algunos años más tarde, en 1952, Willard E. Goodwin y William Wallace Scott fueron pioneros en describir la colocación de implantes de pene sintéticos empleando prótesis acrílicas, pero tras diversas complicaciones optaron por descartarlos. Después llegaría la prótesis de polietileno, desarrollada por Beheri en El Cairo, y tras ello un mayor desarrollo de la técnica hasta llegar, en los años 70, a los implantes de silicona rellenos de material espongiforme, cuyo principal inconveniente radicaba en que el pene se mantenía en un estado de erección constante.

En 1975 apareció una prótesis consistente en dos cilindros de silicona con un diseño adaptable a la estructura anatómica de los cuerpos cavernosos

En 1975, los cirujanos Small y Carrion consiguieron revertir este inconveniente y desarrollaron una prótesis consistente en dos cilindros de silicona, blanda y flexible, que tenía un diseño adaptable a la estructura anatómica de los cuerpos cavernosos posibilitando su inserción en el interior de los mismos. Gracias a ello se lograría recuperar la flexibilidad del pene, aunque no la recuperación de la flacidez, puesto que esta prótesis mantenía siempre su mismo tamaño. No obstante, su facilidad a la hora de implantarla posibilitó que tuviera una gran aceptación.

Las prótesis actuales

La prótesis que actualmente empleamos en quirófano es un dispositivo que se introduce dentro de los cuerpos cavernosos del pene con el objetivo de reproducir la erección fisiológica lo más fielmente posible. Para ello nos ayudamos de dos tipos de dispositivo: prótesis hidráulicas de tres componentes -o hinchables-, que son las que más han avanzado, disponen de materiales más resistentes y aportan una mayor rigidez, con la inclusión de cobertura antibiótica y con distintas variantes adaptables al tamaño y la anatomía del paciente, y las prótesis maleables semirrígidas -más básicas-, que constan de dos cilindros de silicona (reforzados por un núcleo de metal), se introducen en los cuerpos cavernosos y mantienen el pene como en una semierección.

La tasa de infecciones es menor de 1-3% para un implante de prótesis de pene en pacientes sin factores de riesgo

Ambas prótesis disponen de una tecnología de recubrimiento especial que, junto con una técnica quirúrgica adecuada, disminuyen considerablemente los riesgos de infección a niveles muy bajos. En concreto, la Asociación Española de Urología (AEU) demostró que, en la actualidad, la tasa de infecciones es menor de 1-3% para un implante en pacientes sin factores de riesgo.

Por su parte, el riesgo de complicaciones mecánicas suele ser variable entre las prótesis maleables y las inflables. En lo que respecta a estas últimas, al disponer de un mecanismo más complejo y de varios componentes, su riesgo de complicación es ligeramente mayor que el de las prótesis semirrígidas.

En cualquiera de los casos hablamos de tratamientos definitivos con los que se consiguen unas altas tasas de efectividad y satisfacción. La prótesis de pene permite al varón tener una erección en el momento que él desee, aumentando, por tanto, su calidad de vida y satisfacción sexual, a diferencia de ciertos fármacos que condicionan al paciente a planificar su actividad sexual, puesto que hacen efecto transcurrido un tiempo.

En la historia de la Humanidad, la disfunción eréctil ha constituido uno de los problemas de salud más prevalentes en los varones.

Salud
El redactor recomienda