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El estigma social de la gota la convierte en una enfermedad infradiagnosticada
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Reumatología

El estigma social de la gota la convierte en una enfermedad infradiagnosticada

La falsa idea de que se trata de una patología autoinfligida y relacionada con comer o beber demasiado supone a menudo un rechazo de quien la padece a ir al médico

Foto: Foto: iStock.
Foto: iStock.

El dato de prevalencia de enfermedades reumáticas en la población española (EPISER) habla por sí solo: cerca de 880.000 adultos sufren gota. Pues bien, esa cifra representa solo dos terceras partes de los afectados. El resto ni siquiera está diagnosticado, según afirma la Sociedad Española de Reumatología (SER).

Expertos de esta misma sociedad científica recalcan también que menos de la mitad de los pacientes con gota grave reciben tratamiento, y que la mitad de los tratados reciben dosis bajas de medicamentos, insuficientes para controlar la enfermedad. Estos datos llevan a una conclusión clara y al tiempo preocupante: se trata de una patología infradiagnosticada e infratratada. Y eso que existen medicamentos muy efectivos.

No hay una única razón que dote a la gota de esta invisibilidad, tal y como afirma César Díaz, del Servicio de Reumatología del Hospital Universitari de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona y miembro de SER: “Al tratarse de una enfermedad relacionada con un estigma social y considerada autoinflingida (la culpa es de los pacientes) y benigna, hace que el paciente prefiera no acudir a su médico”.

Otro de los motivos tiene que ver con las características propias de la gota: “Esta enfermedad clínicamente se expresa con episodios agudos autolimitados y, al permanecer asintomática entre los episodios, las personas que la sufren no le dan la importancia que merece”, afirma el reumatólogo. Y añade: “Existe, además, la falsa creencia de que la gota mejora mucho con la dieta. Por lo que muchos afectados optan por diferentes dietas, en lugar de acudir a su médico”.

placeholder La rodilla es una de las articulaciones que ataca la gota con más frecuencia.
La rodilla es una de las articulaciones que ataca la gota con más frecuencia.

Afecta al corazón y al riñón

Sin embargo, Fernando Pérez Ruiz, también miembro de la SEN y jefe del Servicio de Reumatología del Hospital Universitario Cruces, advierte a aquellas personas que sufren un ataque, se tratan y luego se olvidan de la enfermedad de que “el depósito crónico asintomático de los cristales provoca una inflamación crónica subclínica, que podría asociarse a un aumento de eventos cardiovasculares y daño renal, por lo que deberían prestar atención y no considerarlo un episodio puntual en su salud”.

Foto: Un médico en la consulta. (Istock)

De ahí que César Díaz recomiende “acudir al médico cuando tengamos el primer ataque de gota”. Y no dejar los tratamientos a medias a partir de ese momento. A pesar de ello, menos de una tercera parte de los enfermos se manejan correctamente, lo que supone un riego importante a medio plazo. “Si persiste el nivel de ácido úrico alto en sangre, habrá más ataques, más frecuentes, pueden aparecer los tofos (nódulos subcutáneos duros y nodulares), las erosiones articulares (artritis crónica) y la incapacidad más allá del dolor de los ataques”, afirma Díaz.

La genética manda más que la dieta

El problema es que la gota ha pasado de ser “una dolencia propia de reyes a una enfermedad de glotones”, comenta Díaz. Pero esta creencia es falsa, puesto que no son la dieta o los malos hábitos los culpables de este mal, sino la genética. “Hay personas que excretan mejor el ácido úrico a nivel renal que otras. Las consecuencias de ese depósito es lo que llamamos gota”, explica el reumatólogo del Hospital Universitari de la Santa Creu i Sant Pau.

Foto: Según los datos de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan), más de la mitad de la población tiene obesidad. (iStock)

Precisamente esa es la razón de que se trate de una patología difícilmente prevenible. Lo único que se puede hacer, además de llevar una vida sana, es controlarla desde los primeros síntomas para evitar complicaciones. Es decir, “la inflamación de una articulación. La localización típica es el dedo gordo del pie, lo que se denomina podagra. Aunque no es infrecuente que afecte a otras articulaciones del pie, el tobillo o las rodillas, o cualquier otra localización”.

También es importante destacar sus factores de riesgo. Además de personas con familiares con ácido úrico alto, también tienen más riesgo de padecer gota, y por lo tanto deben estar más pendientes de los síntomas, “quienes tengan insuficiencia renal o tomen diuréticos. También hay una asociación entre el síndrome metabólico y la gota”.

El dato de prevalencia de enfermedades reumáticas en la población española (EPISER) habla por sí solo: cerca de 880.000 adultos sufren gota. Pues bien, esa cifra representa solo dos terceras partes de los afectados. El resto ni siquiera está diagnosticado, según afirma la Sociedad Española de Reumatología (SER).

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