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Cómo abordar el desafío de la anemia: por qué se produce y formas de combatirla
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Diagnóstico y tratamiento

Cómo abordar el desafío de la anemia: por qué se produce y formas de combatirla

Son muchas las personas que la sufren en algún momento de su vida. Se trata de un problema de salud, que afecta de manera especial a las mujeres y a los niños

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Son muchas las personas que sufren anemia en algún momento de su vida. Se trata de un problema de salud, que afecta de manera especial a las mujeres embarazadas y en fase puerperal y a adolescentes y mujeres que menstrúan, donde el número de glóbulos rojos o la concentración de hemoglobina en ellos es inferior a valores ya establecidos (por lo general <13 g/dL en hombres y <12g/dL en mujeres).

La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que, a escala mundial, el 40% de los niños y niñas de 6 a 59 meses, el 37% de las mujeres embarazadas y el 30% de las mujeres de 15 a 49 años padecen anemia. “Esta prevalencia es mayor en los países con menos recursos que en países como España, donde, según algunas comunicaciones, su prevalencia se situaría en torno al 5-10%”, dice Mariola Abío Calvete, secretaria del Grupo de Eritropatología de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH).

Cuando una persona sufre anemia se produce una disminución de la masa eritrocitaria, es decir, de la capacidad de aportar el oxígeno a todas las células del organismo, que generalmente se mide o define con el descenso de la hemoglobina, una proteína que está dentro de los glóbulos rojos y que se encarga de captar el oxígeno en los pulmones y llevarlo a los tejidos. “Esta ausencia de aporte de oxígeno a los tejidos del organismo hace que se activen mecanismos para compensarlo, como aumentar el ritmo cardiaco o el aumento de la frecuencia respiratoria”, explica Víctor Jiménez Yuste, jefe de Servicio de Hematología del Hospital Universitario La Paz. Esa falta de oxígeno puede producir cansancio, pérdida de fuerza, mareos, cefalea, zumbido de oídos, pérdida de peso, entre otros. Cada tipo de anemia tiene una causa y unos síntomas característicos según su etiología.

Otros factores a tener en cuenta son: la instauración de la anemia; si es aguda o aparece poco a poco; la gravedad de la anemia, es decir, los niveles de hemoglobina que los pacientes tienen y la edad de los mismos, ya que los pacientes de edad avanzada tienen más complicaciones derivadas de la anemia”, subraya este hematólogo.

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Existen dos grupos de anemia: la hemolíticas y no hemolíticas. En ambos casos existen causas hereditarias y no hereditarias que se denominan “adquiridas”. “La primera se produce por un aumento en la destrucción de los hematíes que se rompen antes de lo habitual, acortando su vida media. Pueden asociarse a fenómenos autoinmunes, relacionarse con infecciones o con otras patologías. Así mismo pueden deberse a defectos del propio glóbulo rojo en el caso de las hereditarias”, apunta la doctora Abío. En la segunda, “existe una producción insuficiente de glóbulos rojos que no suple las necesidades que tenemos en un momento determinado (ante una hemorragia, carencia de hierro o vitaminas como la vitamina B12 o folato), anemia asociada a trastornos crónicos e inflamación o una alteración en la propia producción de esos glóbulos rojos (como ocurre en algunas enfermedades hematológicas como la aplasia medular)”, agrega.

Por qué se produce

Con frecuencia, la anemia es consecuencia o se asocia a enfermedades sistémicas y por ello es muy importante buscar su causa, ya que, en muchas ocasiones, el tratamiento de la anemia es el de la propia causa que la produce.

El origen más frecuente de la aparición de anemia es la falta de hierro o ferropénica, que afecta sobre todo a mujeres en edad fértil, embarazadas, niños y ancianos, siendo mayor en zonas de bajos recursos socioeconómicos. “Nuestro cuerpo tiene muy bien regulado el hierro y su carencia se produce por un desbalance entre el aporte de hierro y el aumento de requerimientos o de las pérdidas en forma de sangrado. En nuestro medio es difícil que la causa sea la dieta, esto ocurre más en países con pocos recursos, pero sí pueden existir procesos de mala absorción”, sostiene la secretaria del Grupo de Eritropatología. Sin embargo, lo más frecuente son los sangrados fisiológicos (menstruación) o secundarios a otras patologías como las gastrointestinales o ginecológicas, entre otras. “Existe una tercera causa de falta de hierro asociada a un aumento de las necesidades como ocurre en periodos de crecimiento rápido en los niños o durante el embarazo”, comenta.

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Con un sencillo análisis de sangre se puede saber cuál es la cantidad de hemoglobina que llevan nuestros glóbulos rojos. Una vez que se diagnostica anemia y cuál es la causa que lo provoca, hay que tratarla. “El médico recetará, durante el tiempo necesario para corregir el déficit, el hierro o la vitamina que tenga baja. Si es un problema causado por el tiroides o el riñón, intentará corregirlo para solucionar la anemia. Si no, se le deriva al especialista correspondiente: ginecólogo, el especialista del tubo digestivo, el del tiroides o el del riñón”, señala Germán Las Heras Manso, jefe del servicio de Hematología y Hemoterapia en el SJD Hospital de Sant Boi.

¿Se puede prevenir la anemia? Según el doctor Las Heras, “una ausencia de hábitos tóxicos como el alcohol o el tabaco junto con una dieta equilibrada, variada y saludable son esenciales para prevenir muchas enfermedades y vivir más tiempo con una mejor calidad de vida”. No obstante, hay ocasiones en que no puede evitarse su aparición como, por ejemplo, la que se produce por una menstruación excesiva. “En estos casos, los suplementos de hierro oral administrados, con la supervisión de un médico, pueden evitar la anemia y corregirla si se ha producido”, dice.

Son muchas las personas que sufren anemia en algún momento de su vida. Se trata de un problema de salud, que afecta de manera especial a las mujeres embarazadas y en fase puerperal y a adolescentes y mujeres que menstrúan, donde el número de glóbulos rojos o la concentración de hemoglobina en ellos es inferior a valores ya establecidos (por lo general <13 g/dL en hombres y <12g/dL en mujeres).

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