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La violencia contra la mujer sí deja huella en el cerebro (y nadie lo tiene en cuenta)
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Consecuencias permanentes

La violencia contra la mujer sí deja huella en el cerebro (y nadie lo tiene en cuenta)

Los golpes en la cabeza o el estrangulamiento son las agresiones más frecuentes y dejan secuelas mentales. Científicos de la Universidad de Granada demuestran con procedimientos objetivos el daño neuropsicológico permanente en las víctimas

Foto: Los efectos psicológicos de la violencia pasan desapercibidos muchas veces. (iStock)
Los efectos psicológicos de la violencia pasan desapercibidos muchas veces. (iStock)

Mirar hacia otro lado frente a la violencia contra las mujeres es, cada vez más, una actitud del pasado. Con todo, las cifras continúan siendo aterradoras: una de cada tres mujeres (un 30%) en el mundo ha sufrido violencia física y/o sexual por su pareja o violencia sexual por alguien que no era su pareja o ambas (el 22% en Europa). En España, los datos del INE señalan que en el año 2022 se dictaron medidas cautelares o medidas de protección a 32.644 mujeres víctimas de violencia de género, un 8,3% más respecto al año anterior. Casi la mitad (el 48,1%) tenía entre 30 y 44 años, aunque el mayor número de víctimas se concentró en el tramo de 25 a 44 años.

En 2023, 58 mujeres murieron a manos de sus parejas o exparejas, y en lo que va de año ya son cinco las víctimas mortales. Otro número difícil de concretar queda con secuelas físicas y mentales. Las primeras son más fáciles de determinar, pero las mentales, a menudo, se escapan de las valoraciones e informes forenses, un asunto que tiene implicaciones socioeconómicas.

"La neuropsicología clínica estudia las secuelas psicológicas del daño cerebral tras un ictus, pero no las causadas por violencia de género"

Las alteraciones neuropsicológicas en supervivientes de violencia física representan un campo poco explorado en el que cada vez hay más investigadores interesados. Uno de ellos es el equipo que lidera Miguel Pérez-García, catedrático de psicología de la Universidad de Granada, centrado en determinar las secuelas cognitivas y cerebrales que sufren las mujeres víctimas de violencia de género. “La neuropsicología clínica estudia las secuelas psicológicas del daño cerebral provocadas por un accidente de coche, por un golpe en la cabeza, tras un ictus o por una demencia, unos supuestos en los que no entran las mujeres que han sufrido violencia de género”, insiste.

Golpes en la cara, cabeza y cuello

Uno de los puntos de partida es determinar la frecuencia de los golpes en la cabeza, cara y cuello, de los que sabe que son habituales, pero no su prevalencia. “Ahora sabemos que el 80% de las mujeres supervivientes que ingresan en urgencias reciben golpes en la cabeza, la cara o el cuello, y de ellas, el 40% ha tenido, al menos, un episodio de pérdida de conciencia”, revela Pérez a El Confidencial. Además, el 68% de estas tiene traumatismo craneoencefálico leve y el 10% grave.

placeholder El 80% de las supervivientes de violencia de género sufren golpes en la cabeza, cara y cuello. (iStock)
El 80% de las supervivientes de violencia de género sufren golpes en la cabeza, cara y cuello. (iStock)

Las consecuencias de la violencia son visibles mediante estudios de resonancia magnética, que muestran cambios en la estructura, volumen y grosor de determinadas áreas cerebrales en comparación con mujeres que no la han sufrido.

Lo difícil es determinar el impacto neurocognitivo -que es leve en el 25% de las víctimas y grave en el 5%- y en la memoria -la mitad tiene alteraciones de memoria verbal-. Por eso, uno de los objetivos del grupo de Granada es “encontrar por qué mujeres que han superado los episodios de violencia y llevan una vida normal refieren síntomas, como estar desorientadas o despistes tontos”, comenta la profesora Natalia Hidalgo-Ruzzante, investigadora del Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento, de la Universidad de Granada.

Foto: Lecturas para ver tu vida desde otra perspectiva (Amanda Vick para Unsplash)

Entre los presuntos implicados señala al cortisol, que aumenta debido al estrés permanente, que daña las conexiones entre neuronas y esto se traduce en secuelas neuropsicológicas. También al propio estrés, “que en las mujeres víctimas de violencia es similar al estrés postraumático, aunque más complejo”, y provoca “un desequilibro del control emocional, problemas para relacionarse con los demás e impacta en la autoestima”.

Discriminación legal

Esos problemas de memoria son los que resultan determinantes en los juicios, donde “la forma de entender la credibilidad del testimonio es, precisamente, que sea lineal y consistente en el tiempo; es decir, que la mujer, desde la primera denuncia que hace a la Policía o a la Guardia Civil hasta el momento del juicio, siempre aporte los mismos detalles sobre lo que pasó”, dice la psicóloga.

"A las víctimas de violencia se les exige una continuidad del testimonio que no se pide a quien sufre un trauma en otras circunstancias"

Y aquí es donde empieza la discriminación para las víctimas de violencia, porque se les exige una continuidad del testimonio que no se pide a otras que han sufrido un trauma cerebral en otras circunstancias, por ejemplo por un accidente de tráfico. “A estas, probablemente, no les pedimos que su testimonio refiera todos los detalles de lo que les ha ocurrido y lo mantenga, porque tiene lagunas. Pero las otras mujeres, para aceptar que lo que están diciendo es verdad, tienen que dar un testimonio lineal y consistente”.

placeholder Miguel Pérez-García, Natalia Hidalgo-Ruzzante e Inmaculada Teva Álvarez, de la Universidad de Granada. (Cedida)
Miguel Pérez-García, Natalia Hidalgo-Ruzzante e Inmaculada Teva Álvarez, de la Universidad de Granada. (Cedida)

“¿Qué es lo que pasa? -dice Hidalgo-Ruzzante-. Que si las mujeres tienen problemas de memoria, no pueden ser consistentes en el testimonio. Es más, si han tenido un golpe en la cabeza, se sabe que no la recuperan (como cualquier otra persona que ha tenido un golpe en la cabeza y no recuerda todo lo que ocurrió)”. Y esa forma de aplicar las leyes, “sin tener en cuenta que estas mujeres son una población diferente, puede hacer que no se crea su testimonio, cuando realmente no están mintiendo”.

"Las indemnizaciones por secuelas cognitivas se conceden y se aceptan por un accidente de tráfico, pero no por violencia de género"

Aparte, está el tema de las indemnizaciones por secuelas cognitivas, que “se conceden y se aceptan por un accidente de tráfico, pero no por violencia de género”.

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Pero, insiste la profesora, todas las secuelas se pueden "medir objetivamente" utilizando la guía de Evaluación de los trastornos mentales DSM-5, de la Sociedad Americana de Psiquiatría. “Es un instrumento de reconocimiento internacional; es una evaluación seria, que se aplica en otras poblaciones y no en las mujeres, en las que nos daría la etiqueta de deterioro cognitivo”.

Foto: Manifestación con la violencia machista. (EFE/Paco Paredes)

El grupo de Miguel Pérez-García lleva más de diez años estudiando las consecuencias neuropsicológicas de las víctimas (en mujeres reales), y ha recogido sus trabajos en el libro Neuropsicología de la violencia de género, uno de los escasos textos que hay en el mundo sobre este asunto. Uno de sus objetivos es acabar con los errores (y faltas) que se cometen a la hora de interpretar las ausencias, pérdidas de memoria u otros trastornos neuropsicológicos que presentan estas víctimas, y para ello comparten sus hallazgos en las comisiones de violencia de género con otros profesionales (psicólogos, trabajadores sociales), y les ofrecen formación. “También queremos llegar a los profesionales de Atención Primaria, para que puedan reconocer a una víctima detrás de una mujer con síntomas de nerviosismo o desorientación”.

Estos científicos anuncian que ya tienen abiertas nuevas investigaciones sobre las secuelas psicológicas, y confían en que cada vez sean más conocidas para terminar con la discriminación con la que se enfrentan muchas supervivientes de la violencia.

Mirar hacia otro lado frente a la violencia contra las mujeres es, cada vez más, una actitud del pasado. Con todo, las cifras continúan siendo aterradoras: una de cada tres mujeres (un 30%) en el mundo ha sufrido violencia física y/o sexual por su pareja o violencia sexual por alguien que no era su pareja o ambas (el 22% en Europa). En España, los datos del INE señalan que en el año 2022 se dictaron medidas cautelares o medidas de protección a 32.644 mujeres víctimas de violencia de género, un 8,3% más respecto al año anterior. Casi la mitad (el 48,1%) tenía entre 30 y 44 años, aunque el mayor número de víctimas se concentró en el tramo de 25 a 44 años.

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