Menú
La estabilidad emocional: los 4 puntos en los que un experto debe bucear
  1. Bienestar
'TENER PERSPECTIVA'

La estabilidad emocional: los 4 puntos en los que un experto debe bucear

La salud mental puede definirse como aquel estado de ánimo que mantiene una cierta permanencia, tanto en tiempos breves (a lo largo del día y de la semana) como más largos (semanas y meses)

Foto: Foto: iStock.
Foto: iStock.

Uno de los indicadores más certeros de salud mental es la estabilidad emocional. Esta puede definirse como aquel estado de ánimo que mantiene una cierta permanencia, tanto en tiempos breves (a lo largo del día y de la semana) como más largos (semanas y meses). Es duradero el modo de sentirse uno consigo mismo.

Cabe distinguir la estabilidad emocional psicológica y la estabilidad emocional biológica. La primera está condicionada por motivos más o menos concretos relacionados con la respuesta que tenemos ante los hechos que nos suceden. Cuando le decimos a alguien “comprendo que estás triste”, damos a entender que hay una relación de sentido que nos permite entender ese cambio negativo en el ánimo. La otra modalidad obedece a causas neurobioquímicas: desajustes y modificaciones en las sustancias que regulan y coordinan la actividad de las neuronas.

Voy a referirme solamente a la primera: ¿por qué se producen esos cambios? ¿Qué está pasando en el patrimonio psicológico de cada uno para que, de pronto, una persona se venga abajo y se desmorone, sin que realmente por fuerza exista motivo para ello? Entramos en el cuarto de máquinas de la conducta, donde esta se cuece y se pone en marcha.

Vaya por delante que las personas marcadamente inestables, aquellas que suben y bajan con demasiada frecuencia, pasan de estar más o menos bien a la melancolía y a sentirse invadidas por pensamientos tristes y pesimistas. Es como si el edificio personal se agrietara de pronto y sus brechas amenazaran con llevárselo todo por delante. El horizonte es sombrío, y el individuo se pone en guardia, al acecho, porque no sabe con qué se va a encontrar. Es un estado de ánimo que recuerda al clima del norte de España en verano: cuando asoma el sol, no las tiene uno todas consigo, pues en cualquier momento puede producirse un giro copernicano y empezar a llover. En las zonas mediterráneas, por el contrario, el clima es firme, arraigado y bastante fijo. Por lo general, estas oscilaciones en las personas son debidas a un mal procesamiento de los estímulos externos e internos.

Foto: Foto: iStock.

El concepto de estabilidad emocional también es uno de los más relevantes indicadores de madurez de la personalidad. Hay cuatro factores que son especialmente importantes a la hora de estudiar por qué una persona cambia tanto de ánimo de forma rápida, súbita, inesperada, en ocasiones vertiginosa. Ello obliga al psiquiatra y al psicólogo a bucear en la intimidad del otro, para saber qué es realmente lo que está sucediendo.

1. Estímulos externos

Son aquellos que proceden de fuera del sujeto e inciden sobre su estado anímico bien por la sorpresa que suponen, por el tema que tratan o porque hacen diana en alguna cuestión íntima que rompe momentáneamente el equilibrio existente y obliga a un cierto replanteamiento personal. Hay que subrayar que, por lo general, no se trata de cosas grandes, serias, de envergadura, sino de pequeñas menudencias que trastocan la armonía personal y abren una grieta por la que se cuelan las interrogaciones difusas y concretas, difusas y específicas, que producen un cierto bloqueo expectante. Esto se da mucho en sujetos PAS (personas altamente sensibles).

2. Estímulos internos

Se dan preferentemente en personas tímidas, retraídas, introvertidas, que viven más hacia dentro que hacia fuera. Su principal característica es la procedencia: los estímulos vienen de dentro, del arsenal biográfico acumulado y de tantas experiencias como se hospedan en el fondo de uno mismo y que de pronto se ponen de pie y entran por uno de los pasillos de nuestra cabeza, horadando la superficie y buscando el centro donde se estructura la conducta.

placeholder Foto: iStock.
Foto: iStock.

¿Por qué se producen, cuáles son las formas de entrada, qué debe suceder para que este dispositivo se ponga en marcha y origine tal cascada negativa que conduce a venirse abajo y a verlo todo gris primero, oscuro más tarde y negro finalmente? La respuesta hay que verificarla en relación con los hechos concretos de la vida de cada uno, que en un momento determinado la desarbolan y empujan con su fuerte viento hacia el pesimismo. El ángulo desde el que se contemplan las cosas de uno es el peor. Existe una distorsión de la percepción interna que produce errores, defectos y falsas interpretaciones de la realidad. El punto de inflexión es nocivo, dañino y desfavorable, y uno tiene la impresión de que no puede escapar de él.

Luego viene el no dejar de darle vueltas al asunto en cuestión, una especie de ronroneo difuso y etéreo que va asentando sus reales y aporta notas perjudiciales a la imagen que tiene de sí mismo. Se trata de pensamientos, ideas, recuerdos e imaginaciones sin rumbo que se dirigen hacia la parcela en donde la síntesis que allí se efectúa es marcadamente negativa, aunque falsa y movida. Esta puede iniciarse en un cierto factor externo, del que más tarde se independiza.

3. Cambios anímicos por compararse con otras personas

Puede ser en el terreno físico, psicológico, profesional, económico o cultural. Hay que evitarlo porque enseguida viene la envidia, que es la tristeza ante el bien ajeno. No me comparo con nadie, sino que intento mejorar en lo que pueda, pero sin ansiedad.

4. Estímulos producidos por un cierto balance existencial

Se originan en la falda del análisis biográfico, a raíz de la muerte de un ser querido, de un fracaso afectivo o profesional, de una crisis económica o de un problema de solución difícil.

Otras veces se desencadenan después de un éxito (aunque esto es menos frecuente), haciendo recuento de lo que uno ha hecho con su vida. En todos los casos se barajan partidas muy distintas. Cada segmento argumental rinde cuentas de su viaje: amor, trabajo y cultura. Los tres juntos, y por separado, ofrecen una panorámica propia. Pero cuidado: cualquier examen íntimo y personal es sangrante. El hombre es un animal deficitario, por ello conviene ser indulgente con uno mismo, por higiene mental.

Uno de los indicadores más certeros de salud mental es la estabilidad emocional. Esta puede definirse como aquel estado de ánimo que mantiene una cierta permanencia, tanto en tiempos breves (a lo largo del día y de la semana) como más largos (semanas y meses). Es duradero el modo de sentirse uno consigo mismo.

Salud
El redactor recomienda