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La evolución de la enfermedad silenciosa: Joaquín perdió la vista, pero Israel la conserva gracias a estas gotas
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La evolución de la enfermedad silenciosa: Joaquín perdió la vista, pero Israel la conserva gracias a estas gotas

El glaucoma no suele dar señales de alarma y los expertos advierten de la importancia de acudir a controles para medir la presión ocular

Foto: Israel se echa las gotas de su tratamiento para el glaucoma. (Cedida)
Israel se echa las gotas de su tratamiento para el glaucoma. (Cedida)

Hace más de 35 años que Joaquín Carratala, que tiene ahora 64, escuchó la palabra glaucoma por primera vez. Tenía 28 y recuerda a la perfección cómo iba conduciendo y su visión del ojo izquierdo cambió, de pronto ya no veía nítido. Cuando acudió al oftalmólogo ya era tarde y la enfermedad había avanzado demasiado. En una de las múltiples intervenciones que le realizaron, en total 23, perdió el ojo izquierdo. La visión del derecho lograron mantenerla unos años más, pero finalmente los médicos no pudieron hacer nada y se quedó ciego.

Aproximadamente un millón de españoles, más de un 3% de la población, sufre glaucoma. De hecho, es la primera causa mundial de ceguera irreversible. Esta patología, cuya principal característica es el daño en el nervio óptico, es "invisible y silenciosa" porque no da señales de alarma, y, cuando las da, normalmente se encuentra en un estado muy avanzado.

"La mayor parte de las veces se diagnostica de manera casual. Por ejemplo, el paciente acude a una óptica porque se quiere cambiar de gafas, le hacen una prueba de presión intraocular y sale alta. No hay test de screening —una prueba para el diagnóstico precoz—, porque se considera que no es coste-efectivo", explica Jesús Téllez, oftalmólogo especialista en glaucoma en el Centro de Oftalmología Barraquer y miembro de la Sociedad Española del Glaucoma.

En cuanto a los tratamientos, se dividen en tres escalones terapéuticos. Las gotas son el primero. Pero tienen varios inconvenientes. "Para un paciente que no sea autónomo o tenga poca movilidad se complica el seguimiento", recalca Téllez. En segundo lugar, está la terapia láser y, en tercero, la cirugía. "Antes se dejaban las intervenciones quirúrgicas para estadios muy avanzados y ahora se utiliza en los más precoces porque se ha visto que es más efectivo".

"Hace unos años, la cirugía tenía una tasa de complicaciones altísima, pero hoy las técnicas son menos invasivas"

Por este motivo, el doctor asegura que próximamente se "simplificarán" los tratamientos médicos porque el camino a seguir son el láser y los tratamientos intraoculares que eviten que los pacientes tengan que ponerse las gotas varias veces al día. Pero Téllez recalca que, especialmente, "nos dirigimos" hacia el tratamiento quirúrgico en fases tempranas. "Hace unos años, la cirugía tenía una tasa de complicaciones altísima, pero hoy las técnicas son menos invasivas, más predecibles y, por supuesto, acarrean menos complicaciones", puntúa.

Sin embargo, Téllez aclara que el nervio óptico se va degenerando y el tratamiento hay que adecuarlo a las características de cada paciente. De hecho, hay pacientes, como Israel, que llevan 11 años con dos gotas, una por la mañana y otra por la noche, y su glaucoma no ha ido a más.

Foto: Foto: EFE/Sascha Steinbach.

Su diagnóstico fue de manera fortuita, se hizo un pequeño corte en el ojo con el borde de un folio. Su médico le pautó reposo una semana para que la herida cerrara. Se reincorporó al trabajo, pero, como tenía 47 años y la enfermedad es común a esa edad, le mandaron unas pruebas para comprobar que estaba todo bien. Efectivamente, tenía glaucoma. "Voy a revisión cada seis meses y me hacen varias pruebas. A veces me da por pensar si algún día perderé la vista, luego veo que en mi caso las gotas funcionan y se me pasa. Tengo interiorizado que debo ser estricto y echarme las gotas cada día. En estos años se me habrá olvidado una vez", comenta Israel.

Evitar la ceguera

Desde la Asociación de Glaucoma para Afectados y Familiares, de la que Joaquín es presidente, luchan por conseguir que el glaucoma se incluya en el listado de enfermedades neurodegenerativas. Piden también más investigación. "Nosotros, como cualquier otro enfermo, queremos curarnos. Yo firmaría para que en 30 años nadie se quedara ciego por esta enfermedad", narra.

Para finalizar, los expertos advierten que aproximadamente un 50% de los casos en países desarrollados están sin diagnosticar y remarcan la importancia y periodicidad de los controles. Además, recuerdan que aunque es una enfermedad típicamente relacionada con la edad, existen ciertos factores, como los hereditarios, que pueden predisponer a padecerla.

Hace más de 35 años que Joaquín Carratala, que tiene ahora 64, escuchó la palabra glaucoma por primera vez. Tenía 28 y recuerda a la perfección cómo iba conduciendo y su visión del ojo izquierdo cambió, de pronto ya no veía nítido. Cuando acudió al oftalmólogo ya era tarde y la enfermedad había avanzado demasiado. En una de las múltiples intervenciones que le realizaron, en total 23, perdió el ojo izquierdo. La visión del derecho lograron mantenerla unos años más, pero finalmente los médicos no pudieron hacer nada y se quedó ciego.

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