La psicóloga que te explica todos los beneficios de la menopausia
Charlamos con la escritora sobre los intereses de su medicalización, los avances de los últimos años, los tabúes aún existentes y las ventajas de este momento de la vida de las mujeres
Cuenta la psicóloga Anna Freixas que la mayoría de investigaciones sobre menopausia que ha revisado no hacen referencia a las mujeres en sí, sino que se centran en sus hormonas, sofocos “y otras lindezas” que desde el punto de vista científico “arruinarán” la vida de las mujeres en cuanto se acerquen a los 50.
El análisis científico no es “una invitación a mirarla con ilusión y curiosidad. Aunque parezca imposible, sigue sin hacerse una revisión crítica de lo que esta trascripción significa en nuestras vidas”. Estas son parte de las primeras ideas que se transmiten en su nueva publicación,
La escritora ha centrado su carrera investigadora en el envejecimiento de las mujeres, coeducación y feminismo, así como en la evolución de la investigación y docencia en Psicología desde una perspectiva de género. Además, los expertos consideran que ha realizado aportaciones pioneras para el desarrollo de la gerontología feminista en España.
Charlamos con la escritora sobre el tratamiento de la menopausia en la sociedad actual, los intereses de su medicalización, los avances de los últimos años, los tabúes aún existentes y los beneficios de este momento de la vida de las mujeres.
PREGUNTA. Critica fuertemente la medicalización del cuerpo de las mujeres en general y de la menopausia en particular…
RESPUESTA. Cualquier medicalización de un proceso natural es excesivo. La menopausia es un proceso normativo en la vida de las mujeres.
Cuando medicalizas un proceso natural, lo estás considerando una enfermedad, y la menopausia no es una enfermedad. Es un proceso normativo por el cual nosotras teníamos un determinado nivel de hormonas para poder ser fértiles y a partir de determinado momento, que no necesitamos ser fértiles, esas hormonas desaparecen o disminuyen mucho.
Normalmente, el cuerpo suele tener las hormonas que necesita. Cuando tenemos ocho años tenemos el nivel de hormonas que necesitamos, a los 16 tenemos otro y, por tanto, mucho antes de la menopausia empiezan a reducir su intensidad
En realidad, vivimos una vida en unos cuerpos que no están enfermos. Es posible que haya algunas mujeres que tengan algunos problemas y esos problemas deben ser enfocados como cualquier otro problema, pero normalmente muchas de las cosas que se atribuyen a la menopausia no tienen nada que ver con ella.
Nuestras abuelas han pasado toda la menopausia sin nada, a palo seco y a palo seco lo hemos pasado tan bien la mayoría de las mujeres. Pero ha habido un momento en el que se ha creado toda una industria, que yo la llamo “la industria menopáusica”, un negocio alrededor del cuerpo de las mujeres, que supone crear miedos a no ser joven. Y cuando tienes una población atemorizada, está dispuesta a tratarse o a hacer lo posible para aliviarse de ese temor.
"Cuando tienes una población atemorizada, está dispuesta a tratarse o a hacer lo posible para aliviarse de ese temor"
P. ¿El lenguaje también es un factor importante para perpetuar la idea de “enfermedad” de la menopausia? Hablando de “síntomas”, en lugar de signos, por ejemplo.
R. Más allá del lenguaje que se utilice, lo más grave en sí es considerar que estamos delante de una enfermedad. Considerar que todas las pequeñas cosas que tengas son o tienen que ver con la menopausia.
Hay gente que dice que hay entre 60 y 80 signos que tienen que ver con menopausia… Dicen unas cosas alucinantes. Pero los únicos ciertos son dos. Por un lado, los sofocos, que tienen menos de la mitad de la población y que tienen una graduación que va del cero al infinito. Y, por otro, la sequedad de la piel y la sequedad vaginal. Esto es lo que tú puedes achacar a la menopausia. Pasado esto, no hay ningún otro problema achacable directamente.
P. ¿Y a quién le interesa la medicalización de la menopausia?
R. Pues a esta “industria de la menopausia”, que es la industria médica, la farmacéutica, la estética… Todos los espacios llamados “de salud” que tienen un nicho de mercado y tratan de obtener beneficios.
P. Hay una frase suya que dice: “No estamos enfermas, sino heridas por la estigmatización social de esta transición”. ¿Cómo se curan esas heridas?
R. Yo creo que se curan leyendo, hablando con tu madre, con tu abuela, con tus hermanas, con tus amigas, es decir, con la gente que la ha vivido. Y realmente sintiéndote libre de los mandatos heteropatriarcales de la belleza.
Parece que “no podamos envejecer” porque no hay un modelo de belleza para las mujeres viejas... ¿Qué pasa, hay un solo modelo de las personas de 30 años? ¿Y qué pasa cuando tienes 50 y te quedan 40 por delante?, ¿cómo vas a vivir?
La única manera de vivir es estar bien en tu cuerpo y saber que la menopausia implica que estás en la mitad de tu vida, que te queda otra mitad y que esta otra mitad la puedes vivir con seguridad y con tranquilidad. Y, sobre todo, estarás mucho más guapa cuanto más segura estés de ti misma.
"Estarás mucho más guapa cuanto más segura estés de ti misma"
P. ¿Y crees que es fácil llegar a esa libertad?
R. Sí, bueno, hay de todo. Yo creo que una de las ventajas del progreso del feminismo es ofrecer argumentos para que las chicas encuentren motivos para estar bien, para saber que lo que están haciendo es arruinándolas y enfermándolas.
Esta es una forma de seguir teniendo dominadas a las mujeres, porque las mujeres libres son mucho más incómodas que las que son amables y condescendientes. Por ejemplo, ahora las mujeres cuando tienen la menopausia van al ginecólogo, les recomiendan tomar tratamiento y preguntan de qué se trata. Y por este tipo de cosas he llegado a leer que las mujeres españolas son hormonofóbicas, que realmente quiere decir que son listas y saben que tienen su tela. Entonces, esta resistencia de las mujeres a tomar hormonas, tratan de vencerla desprestigiando nuestra capacidad inquisitiva.
Cambios en los últimos lustros: mujeres, ciencia y tabúes
P. En realidad, este texto es una revisión del mismo libro que publicó en 2007, ¿qué ha cambiado desde entonces?
R. Los intentos de medicalizar han seguido, se han inventado cosas nuevas que dicen que son diferentes que las otras, pero se parecen mucho. Por ejemplo, han inventado nuevas cosas como los pellets, que es como una pastilla que te lo ponen en la nalga, cuesta como 2.000 euros y son hormonas que dicen que son bioidénticas, pero no están aprobadas como tal y que te las ponen en un centro de estética; eso ya canta. En ese sentido, parecía que cambiaba, pero no ha cambiado.
Sin embargo, lo que sí ha ido cambiando son las mujeres. Preguntan más, son menos crédulas, están más informadas... La actitud de las mujeres es muy diferente.
También ha cambiado que, al principio de todo, las mujeres aceptaban los tratamientos porque se los vendían como la panacea de la juventud, pero luego han ido viendo que las cosas no eran tan bonitas como parecían.
Otra cuestión es que ahora se habla más de la menopausia que en 2007, de la misma manera que se habla más de la regla. Entonces, ahora las mujeres pueden actuar incluso con orgullo menopáusico, como tener un sofoco, sacar su abanico y quedarse tan contentas.
"Ahora las mujeres pueden actuar incluso con orgullo menopáusico"
P. También parece que la cosa avanza en el plano científico. Hace unas semanas en The Lancet los expertos alertaban de la excesiva medicalización de la menopausia y pedían más apoyo a las mujeres…
R. Esto indica la gran verdad de lo que decimos desde hace muchos años las mujeres feministas. Y ahora ellos mismos están diciendo: “¿Bueno, por qué no miramos la menopausia como un proceso natural?, ¿por qué cuando vienes a verme y me dices esto en vez de darte pastillas, hablamos de tu vida y de medidas que pueden mejorar tu calidad de vida?”.
Porque, claro, las mujeres que lo pasan peor son las mujeres que más adheridas están al modelo heteropatriarcal, a la feminidad. Entonces su pánico es mayor que el de las mujeres lesbianas, de las mujeres profesionales o no profesionales del campo que les importa poquísimo y están encantadas de perder de vista la regla.
P. ¿Cómo puede ser que algo por lo que previsiblemente va a pasar la mitad de la población mundial haya sido tabú tanto tiempo?
R. También era un tabú la regla. Todo lo que tiene que ver con el cuerpo de las mujeres siempre ha sido tabú. Por ejemplo, en la presentación del libro en Barcelona, Carmen Vall decía que los dos elementos corporales que menos se han estudiado son la vagina y el clítoris. Todo lo que tiene que ver con las mujeres.
Pero fíjate que el aumento hormonal de la regla no ha supuesto que, por ahora, la tomen con las niñas y estén dispuestos a medicalizarlas. Pero, claro, eso se une también con el mito de la belleza, con los mandatos de la juventud, de ser joven y sanos, y la promesa de eterna juventud eterna…
P. Y si la menopausia es un tabú y el deseo de las mujeres otro, el tabú de los tabúes es el sexo en la menopausia: ¿cómo es el sexo cuando se llega a cierta edad?
R. Tengo un libro, Sin reglas, que parte de una investigación con más de 700 mujeres posmenopáusicas y en él queda claro lo mismo: del cero al infinito. Es decir, no es verdad que el deseo desaparezca con la menopausia, aunque sí pueda hacerlo. Lo que sí que es verdad es que tiene mucho que ver con la coyuntura vital: si tienes pareja, si no la tienes, qué tipo de pareja tienes, si es una pareja de larga duración, si es una persona con la que has renegociado la sexualidad, si es un mamotreto que tiene un programa ABC que ya te lo sabes de memoria…
La sexualidad es coyuntural y la cuestión más importante de la sexualidad a todas las edades, pero sobre todo en la posmenopáusica, es la calidad de la relación: si estamos bien, si esa persona nos cuida, si nos sentimos queridas, todo esto facilita la relación y el deseo. Cuando yo estoy enfurruñada, molesta y mal contigo, evidentemente no tendré ningún interés de participar en ninguna ceremonia sexual.
Los beneficios de la menopausia
P. ¿En qué consiste el “ímpetu de la menopausia” al que hace referencia en el libro?
R. Margaret Mead habla de la brillante energía que tienen las mujeres después de la menopausia. Eso es evidente, porque si no tienes pérdida de hierro y tienes muchísima más energía, es una energía creativa y de enorme poder el que tienen las mujeres en la menopausia.
P. ¿Otra menopausia es posible?
R. Estoy convencida de que otra menopausia es posible. Una menopausia que respete la vida de las mujeres, que las escuche, que las entienda, que no atemorice a las mujeres con el principio del fin, que facilite cosas que mejoren la calidad de vida, que se faciliten los tiempos de vida de las mujeres, la alimentación, el bienestar físico... Que no atemorice, sino que haga hincapié sobre la estación de la libertad en la que estamos entrando las mujeres en la menopausia.
"En la menopausia, las mujeres entramos en un tiempo de renovación, de recuperar nuestro yo"
P. ¿Y cuáles son los beneficios de la menopausia?
R. Son muchos. No pierdes hierro, tienes más energía, no te quedas embarazada, no te gastas un pastón en compresas, ya no te duelen las tetas, ya no te duele la cabeza, ya no vas manchando por ahí… Son todo ventajas. Y además tienes esa brillante energía que dice Margaret Mead.
En la menopausia, las mujeres entramos en un tiempo de renovación, de recuperar nuestro yo.
Cuenta la psicóloga Anna Freixas que la mayoría de investigaciones sobre menopausia que ha revisado no hacen referencia a las mujeres en sí, sino que se centran en sus hormonas, sofocos “y otras lindezas” que desde el punto de vista científico “arruinarán” la vida de las mujeres en cuanto se acerquen a los 50.
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