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¿Qué novedades aporta el primer trasplante renal de cerdo transgénico?
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'Bajo el microscopio'

¿Qué novedades aporta el primer trasplante renal de cerdo transgénico?

Este mes hemos asistido a un hito de la medicina, que ha tenido lugar en la misma ciudad donde se realizó el primer trasplante exitoso de riñón hace 70 años

Foto: Imagen de archivo de un trasplante de riñón de cerdo no modificado en 2021. (EFE/NYU Langone Health/Joe Carrotta)
Imagen de archivo de un trasplante de riñón de cerdo no modificado en 2021. (EFE/NYU Langone Health/Joe Carrotta)

El 23 de diciembre de 1954 en el Hospital Peter Bent Brigham de Boston, Massachusetts, se llevó a cabo el primer trasplante exitoso de riñón en el mundo, que funcionó adecuadamente durante 8 años (antes se habían hecho varios intentos, pero sin resultados positivos). Casi 70 años después, el pasado 16 de marzo, en el Massachusetts General Hospital de la misma ciudad de Boston asistíamos a otro hito de la medicina, el primer trasplante de un riñón de cerdo genéticamente modificado a un enfermo con insuficiencia renal crónica en tratamiento con hemodiálisis.

¿Qué aporta realmente esta intervención quirúrgica y qué puede significar en el futuro? Desde finales de 2021 y principios de 2022, se han venido produciendo noticias en distintos puntos de Estados Unidos sobre al menos tres trasplantes renales y dos cardiacos realizados en personas en muerte cerebral y otros dos de corazón en pacientes vivos con insuficiencia cardiaca terminal y con dificultades para obtener un corazón humano para trasplante, pero que finalmente fallecieron tras periodos entre uno y dos meses. Todos los órganos de cerdos genéticamente modificados mediante la técnica CRISPR fueron proporcionados por la empresa Revivicor, asentada en Virginia, y autorizados por la FDA norteamericana como tratamiento compasivo de carácter experimental, haciéndolos equivalentes a dispositivos médicos como las prótesis o los marcapasos.

De estas experiencias se extrajeron conclusiones valiosas. Los xenotrasplantes son posibles, los órganos “humanizados” no son rechazados a corto plazo y funcionan adecuadamente, al menos durante días o semanas. Los riñones producen orina y eliminan urea y creatinina, y los corazones fueron capaces de bombear sangre durante unas semanas dando al menos una posibilidad de sobrevivir a dos enfermos de otra forma desahuciados. Un aspecto crucial que muy probablemente condicionó que no prosiguieran estos experimentos fue el hecho de que en el fallecimiento del primero de los trasplantados cardiacos jugara aparentemente un papel relevante un virus propio de los cerdos, el citomegalovirus porcino, que no se había excluido del animal “donante”.

Sin embargo, lo que hemos conocido estos días es una nueva pantalla en la carrera por el trasplante de órganos de cerdo genéticamente modificados con claras diferencias respecto a la anterior. Un aspecto común y no especialmente positivo ha sido dar a conocer el caso en una rueda de prensa y no a través de una publicación científica, lo que necesariamente nos priva de momento de conocer detalles fundamentales de la investigación. En este sentido se muestran bastante más serios los investigadores chinos sobre temas similares, al dar las primicias en revistas internacionales revisadas por expertos.

Foto: Imagen de archivo de un trasplante de riñón de cerdo no modificado en 2021. (EFE/NYU Langone Health/Joe Carrotta)

De lo publicado hasta ahora, se sabe que el origen de los cerdos es una empresa distinta, localizada en Massachusetts y de nombre con reminiscencias bíblicas: eGenesis. Si los órganos de Revivicor tenían 10 genes modificados, el riñón trasplantado ahora tenía 69, con una atención específica a la eliminación selectiva de los retrovirus endógenos porcinos, cuyo peligro potencial fue responsable de la moratoria internacional para estas investigaciones a finales del pasado siglo. No es arriesgado afirmar que nos encontramos ante una segunda generación de estos órganos modificados, con un aparente grado de “humanización” superior a lo que ya conocíamos.

Pero ni siquiera es esta la mayor innovación registrada en la experiencia de Boston. Por primera vez en la historia de la medicina moderna se ha trasplantado un órgano no vital de un animal a una persona, una línea roja que no se había traspasado aún. Un enfermo que precisa un corazón, un hígado o un pulmón para seguir viviendo sabe que es su única alternativa y que de no encontrarlo a corto plazo va a fallecer. Son órganos vitales en los que se había intentado ya, un tanto a la desesperada, el trasplante cardiaco de cerdos transgénicos como ya vimos, pero también hace décadas el de hígados de grandes simios o el corazón de otro más pequeño para un bebé con una cardiopatía congénita. No es este el caso del riñón, sin el que se puede vivir muchos años con tratamiento de diálisis al tiempo que se espera un trasplante de riñón de persona fallecida o viva: es un órgano no vital.

placeholder Imagen de archivo de un trasplante de riñón de cerdo no modificado en 2021. (EFE/NYU Langone Health/Joe Carrotta)
Imagen de archivo de un trasplante de riñón de cerdo no modificado en 2021. (EFE/NYU Langone Health/Joe Carrotta)

La intervención abre unas posibilidades enormes para solucionar a gran escala el grave problema de la insuficiencia renal crónica, aparte de ser la única que hoy se ve posible en un plano internacional, dejando aparte situaciones óptimas como la española en la que la actividad anual de trasplante renal prácticamente iguala ya el número de enfermos en lista de espera a final de año, cercana a 4.000. Solo en Estados Unidos, con una población 7 veces superior a la española, hay más de 89.000 enfermos en espera de un riñón y en el mundo se estiman en alrededor de dos millones, mientras que la actividad trasplantadora de este órgano apenas supera los 100.000 anuales en todo el mundo: solo un 5% de enfermos que lo necesitan en todo el mundo finalmente lo va a conseguir (alrededor de un 90% en España).

Se comprende, por tanto, que encontrar un procedimiento que genere estos órganos de forma masiva sería verdaderamente revolucionario desde una perspectiva colectiva para todos estos enfermos. Sin embargo, lo que le estamos proponiendo de momento al candidato a uno de estos trasplantes es un tratamiento experimental, de resultados aún desconocidos y con el que cabe perfectamente la posibilidad de que sus posibilidades de supervivencia con la diálisis se vean disminuidas, incluso aunque su calidad de vida pudiera mejorar temporalmente. Un gran paso para la humanidad, pero también un paso complicado para el enfermo. Lo cierto es que el equipo médico debió encontrar las palabras adecuadas, y el paciente, un hombre de 62 años con diabetes e hipertensión (las dos causas más frecuentes de insuficiencia renal), que ya había estado trasplantado hasta que su riñón falló y pasó a diálisis, decidió jugárselo todo a una carta y apostó por el riñón transgénico.

Foto: Foto: iStock.

De momento, la evolución es buena en su primera semana de postoperatorio y parece que está a punto de recibir el alta. El punto crucial es cuánto va a durar funcionando y si el paciente va a sufrir complicaciones que le puedan suponer volver a diálisis o que le cuesten la vida. Va a llevar lógicamente mucho tiempo demostrar que este procedimiento es igual o superior al del trasplante estándar, o incluso a la diálisis, con supervivencias ya muy conocidas y demostradas, pero precisamente de eso va a depender su generalización.

Será necesario definir muy claramente en qué tipo de enfermos puede estar indicado de momento este tratamiento, como muy bien ha señalado la ONT cuando se le ha preguntado por la posibilidad de adoptarlo en España. Es obvio que no hay inconvenientes técnicos pues la cirugía no es más complicada que la de un trasplante estándar y los cerdos transgénicos, antes o después, se acabarán exportando a otros países, pero, con la situación española, someter a un enfermo con las máximas posibilidades de trasplantarse en no demasiado tiempo a este riesgo, por ahora, no tendría el más mínimo sentido.

El 23 de diciembre de 1954 en el Hospital Peter Bent Brigham de Boston, Massachusetts, se llevó a cabo el primer trasplante exitoso de riñón en el mundo, que funcionó adecuadamente durante 8 años (antes se habían hecho varios intentos, pero sin resultados positivos). Casi 70 años después, el pasado 16 de marzo, en el Massachusetts General Hospital de la misma ciudad de Boston asistíamos a otro hito de la medicina, el primer trasplante de un riñón de cerdo genéticamente modificado a un enfermo con insuficiencia renal crónica en tratamiento con hemodiálisis.

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