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'Surfear' las células del pulmón: una vía prometedora para administrar fármacos
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Podría ahorrar millones de pinchazos

'Surfear' las células del pulmón: una vía prometedora para administrar fármacos

Una investigación española, en fase preliminar, busca una nueva manera de administrar fármacos por inhalación por la nariz, evitando los temidos pinchazos

Foto: Pulmones afectados por enfermedad obstructiva crónica. (iStock)
Pulmones afectados por enfermedad obstructiva crónica. (iStock)

Generaciones y generaciones de niños -y sus padres- han crecido con miedo a las agujas con las que se les administran las vacunas. Pese a que el pinchazo es leve, los llantos son habituales. Otros muchos pacientes, como un gran porcentaje de diabéticos, precisa de inyecciones de insulina en su día a día. Pero ¿y si una investigación española pudiera lograr que muchas de las vacunas y otros muchos medicamentos se administraran mediante inhalación por la nariz?

Este es el objetivo del grupo de investigación de Jesús Pérez Gil, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular en la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Complutense de Madrid. La clave la tiene una sustancia llamada surfactante pulmonar. “Pese a que es un sistema indispensable para el pulmón, la mayor parte de la gente no lo conoce, ni siquiera muchos científicos. Es una especie de lubricante que secretan los pulmones y lo recubre totalmente facilitando su funcionamiento”, explica.

Este material surfactante está diseñado para que, desde donde se produce, cubra muy rápidamente toda la superficie respiratoria con una capa muy fina. Tras muchos años de estudio, incluyendo experimentos en animales, el grupo de Pérez Gil ha sido capaz de reconstruir, mediante técnicas de ingeniería genética, un material surfactante alternativo humano que combina proteínas purificadas con lípidos sintéticos.

“Hemos visto que, si incorporamos fármacos que se distribuyen en el pulmón a este material, estos medicamentos llegan de forma eficaz a todo el órgano. Y no como pasa ahora: un fármaco administrado con un inhalador o con un aerosol apenas llega a las vías aéreas superiores, que suponen solo un 10% de la superficie pulmonar. El surfactante viaja como un surfista, deslizándose por la superficie del pulmón y llega hasta las regiones más profundas de la superficie respiratoria, a los alveolos pulmonares, que ocupan el 90% del órgano y es donde se produce realmente la oxigenación de nuestra sangre”, detalla.

Las pruebas en animales han sido muy prometedoras y los resultados de estas investigaciones sobre el surfactante se han publicado en algunas de las revistas más prestigiosas del mundo, como Cell. En la actualidad, el catedrático, que dirige el grupo de investigación BIOMIL, está ultimando unas patentes sobre la preparación de estos materiales y la forma de combinarlos con los fármacos.

Largo camino por delante

El camino es prometedor, pero largo: los siguientes pasos incluyen la puesta en marcha de una empresa que desarrolle la tecnología que permita aumentar la producción de estos surfactantes terapéuticos, en combinación con empresas farmacéuticas que quieran desarrollar fármacos por la vía inhalada. Posteriormente, se quiere poner en marcha ensayos clínicos en humanos que confirmen estos resultados preliminares.

“Tenemos dos líneas de interés. La primera, como es obvio, son los fármacos dirigidos al pulmón. Porque, con mucha menos dosis (y, por tanto, con muchos menos efectos secundarios), podríamos tener tratamientos más eficientes dirigidos al pulmón, como los dirigidos a tratar el cáncer de pulmón. La segunda se basa en que, si el surfactante lleva los fármacos hasta los alveolos, estos estarían en disposición de cruzar la barrera muy fina que los separa de los capilares y llegar a la sangre y, por tanto, a todo el cuerpo. Ello podría ser muy útil para muchos fármacos que los pacientes no pueden tomar por la vía oral, porque se destruyen por esta vía: entre otros, proteínas, anticuerpos, vacunas ARN, péptidos, hormonas…”, enumera.

Pérez Gil ha presentado este proyecto en la jornada Anticipa UCM, que se celebró recientemente en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, reuniendo a investigadores e inversores. “Son eventos que no son habituales en la universidad y que nos dan la posibilidad de salir de nuestros laboratorios y mostrar nuestra investigación a empresas de base tecnológica para que, en colaboración, podamos dar los siguientes pasos para llegar a probar nuestras investigaciones en pacientes. Es algo que no podemos hacer solos desde instituciones públicas y que sí podemos hacer en colaboración con fondos de inversión y con empresas, lo que abre nuevas oportunidades. Estos encuentros deberían ser mucho más frecuentes, incluso con la participación de los propios estudiantes de la universidad”, propone.

Generaciones y generaciones de niños -y sus padres- han crecido con miedo a las agujas con las que se les administran las vacunas. Pese a que el pinchazo es leve, los llantos son habituales. Otros muchos pacientes, como un gran porcentaje de diabéticos, precisa de inyecciones de insulina en su día a día. Pero ¿y si una investigación española pudiera lograr que muchas de las vacunas y otros muchos medicamentos se administraran mediante inhalación por la nariz?

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