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"Todas las noches tomo decisiones importantes para las que no estoy preparada": la situación de los MIR en Urgencias
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Tienen miedo a la reacción de los adjuntos

"Todas las noches tomo decisiones importantes para las que no estoy preparada": la situación de los MIR en Urgencias

En la mayoría de hospitales, los médicos en formación son los que llevan los servicios nocturnos sin la supervisión que deberían tener. Una situación que ha llevado a algunos a tomar psicofármacos y que pone en riesgo su aprendizaje y al paciente

Foto: Una enfermera de una Unidad de Cuidados Intensivos. (EFE/Archivo/Marcial Guillén)
Una enfermera de una Unidad de Cuidados Intensivos. (EFE/Archivo/Marcial Guillén)

"Todas las noches tomo decisiones importantes para las que no estoy preparada. No hay ningún adjunto disponible y, como mucho, le puedo preguntar a mis resis mayores, que a veces están con otros pacientes y no pueden hacerme caso". Así narra una de sus muchas guardias nocturnas M. H., médico interno residente (MIR) de segundo año en uno de los grandes hospitales madrileños. El de la joven, es solo uno de los ejemplos de la situación que viven a diario los MIR que cubren las Urgencias nocturnas en la Comunidad de Madrid. Técnicamente, deberían estar supervisados por doctores especialistas, denominados adjuntos, pero la mayoría de veces se encuentran solos ante el peligro, ya sea por una falta de personal o porque los que deberían estar supervisando están durmiendo.

Los médicos en formación llevan años denunciando esta situación ante los propios hospitales, la administración y sindicatos. En 2018 y 2020 se produjeron sendas huelgas en las que los MIR reclamaban –entre otras cuestiones– la supervisión adecuada durante las guardias. En cada una de estas protestas se llegó a distintos acuerdos, sin embargo, como confirman a este periódico desde la Asociación de Médicos y Titulados Superiores de Madrid (Amyts), las reclamaciones a este respecto se han seguido sucediendo en los años y continúan en hospitales a día de hoy.

En esta línea, una reciente encuesta –que ha recogido 2.840 experiencias de residentes madrileños– ha concluido que durante las guardias nocturnas de 25 hospitales de la región con residentes, en 14 de ellos no hay presencia de un adjunto de manera continuada y los residentes atienden pacientes y dan altas sin supervisión alguna. Cabe destacar que estos son los centros más grandes y que dan servicio a un mayor volumen de población, por lo que “pueden suponer dos tercios de la carga asistencial de la Comunidad de Madrid”, explica a El Confidencial el Juan Carlos Lorite, residente de segundo año de Endocrinología y Nutrición. Lorite es el autor principal de este estudio, que ha recopilado y analizado los datos junto a otros ocho MIR, que han decidido permanecer en el anonimato por “miedo a represalias”.

La ley establece que la supervisión de residentes de primer año (R1) será de presencia física y se llevará a cabo por los profesionales del centro o unidad por los que el personal en formación rote o preste servicios. Los mencionados especialistas revisarán por escrito las altas y bajas en las que intervengan los residentes de primer año. Después llegará una supervisión decreciente de los residentes a partir del segundo año de formación tendrá carácter progresivo. Y, en todo caso, el profesional en formación tiene derecho a conocer a los profesionales presentes en la unidad, podrá recurrir y consultar a los mismos cuando lo considere necesario. Pero, a pesar de ello, “la mayoría de los residentes carecen de supervisión directa y accesible del adjunto, tal y como marca la ley, especialmente aquellos residentes de primer año, que en ningún caso pueden ser supervisados por otro residente”, según ha concluido el informe.

Aunque el nuevo estudio esté centrado en la región madrileña, en realidad la situación se reproduce de igual manera en todo el país, según la Asociación MIR España (AME). Su presidenta, Alejandra García, señala a este periódico que “la percepción que tenemos a nivel nacional es que no es una cosa que se quede en Madrid, ni muchísimo menos. Esto pasa a muchísimos niveles”.

placeholder Protesta MIR en Barcelona en 2020. (EFE/ Quique García)
Protesta MIR en Barcelona en 2020. (EFE/ Quique García)

Desde el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM) llevan años mostrando su preocupación por la supervisión de los jóvenes residentes en todo el país, especialmente desde la pandemia, y han alertado sobre la necesidad de dotar a la formación sanitaria especializada de un sistema de garantía de la calidad, que permitiría evaluar si la atención a los MIR es suficiente.

Domingo Antonio Sánchez, representante nacional de médicos jóvenes y empleo precario del CGCOM, señala que “la percepción que tienen los residentes de abandono es normal, porque muchas veces se encuentran en situación de indefensión, porque tienes que enfrentarte al paciente. Y lo que tiene que garantizarse es que tengan a un adjunto de referencia al cual poder preguntar y, sobre todo, que no se produzcan abusos en la cadena de supervisión”.

Falta de personal

Para el representante de los médicos jóvenes, el problema denunciado de la falta de supervisión puede proceder de una cuestión puramente de recursos humanos.

“En una jornada normal, hay mayor número de adjuntos frente a residentes, por lo cual las labores de supervisión se pueden hacer de una mejor manera. Pero cuando llegan las guardias, en muchas ocasiones estos ratios se invierten: hay muchos más residentes que adjuntos. Por lo cual hay puede haber esa falta de supervisión”, destaca Sánchez.

“Los adjuntos se van a dormir”

Los residentes madrileños encuestados van más allá y plantean que el principal motivo de la falta de supervisión es que los adjuntos se van a dormir durante las guardias. A lo que suman que, en caso de necesitar ayuda, tienen “miedo” a despertarles por temor a represalias.

Las miles de impresiones recogidas, que después han sido confirmadas con 205 conversaciones con sanitarios de los centros, ponen de manifiesto el “abandono del deber de supervisión física en los Servicios de Urgencias”, donde abundan los pacientes graves e inestables, “poniendo en riesgo aún mayor sus vidas”, según concluye el informe. “La supervisión de los adjuntos desde su cama, mientras duermen, no es supervisión”, valora Lorite.

De este modo, en la práctica, la mayoría de residentes están solos en las guardias y en caso de tener una duda se la preguntan a los estudiantes en formación que lleven más años.

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Protesta MIR en Valencia en 2020. (EFE/Biel Aliño)

Aunque idealmente deberían estar supervisados físicamente por los adjuntos, cuando estos se van a la cama deben tener a mano un teléfono para que puedan consultarles dudas o llamarles para que se acerquen al servicio. Pero la mayoría de veces, los residentes no llaman porque tienen miedo a represalias como “broncas, señalamientos, ridiculización por no saber manejar ciertas patologías, amenazas de informar al tutor del residente…”, como cuenta Lorite.

En algunas ocasiones, aunque el móvil suene en la habitación, ni siquiera obtienen respuesta en el momento, como narra A.A. en uno de los testimonios más crudos recogidos por la encuesta: “Un día una paciente llegó crítica, se llamó al busca del adjunto que le tocaba y no contestó. A la desesperada, se llamó al resto, que no contestaron porque ‘no era su turno de llamada’. La paciente, para cuando acudió el adjunto responsable, al que se le fue a buscar a su habitación, había fallecido”.

La falta de supervisión por el descanso de los adjuntos y el miedo a llamarlos no es solo una cuestión de Madrid, sino que se reproduce por todo el territorio nacional, como cuentan desde AME, que tiene implementación en todos los hospitales españoles.

Psicofármacos para aguantar la presión

La realidad que se vive en las Urgencias nocturnas pone en jaque la salud mental de los jóvenes médicos como cuenta Lorite, ya que “llega un punto en el que muchos residentes nos damos cuenta de que estamos viviendo una situación absolutamente límite, en la cual estamos solos, tomando decisiones, para la cual para cuales no estamos preparados y encima jugando con la vida de pacientes”.

Foto: Una protesta tras el cierre de la UCI del Hospital La Princesa. (Europa Press/Archivo/Diego Radamés)

Esto empuja a algunos médicos a “tener que tomar psicofármacos antes, durante y después de la guardia” como cuenta el autor del estudio. Algo que también se muestra otro de los testimonios recogidos: “No hay noche que no tome decisiones importantes para las que aún no estoy preparada siendo R2. Las guardias me suponen tanta angustia y estrés que me he visto obligada a tomar psicofármacos”.

En este sentido, el autor del estudio señala que “todos los residentes conocemos a alguien que está de baja por ansiedad.

Afectados: médicos y pacientes

La sensación compartida por gran parte de los residentes del país es que no dejan de ser mano de obra barata para el sistema, que permite mantener los servicios de urgencias a un coste más bajo. Asumen la mayoría del trabajo, son los que menos descansan y los que menos cobran (por ejemplo, en una guardia un día laborable un R1 cobra 11 euros la hora, y un R2, 13 la hora). Unos salarios que no consideran acordes ni a la responsabilidad ni a la carga asistencial. Los doctores en formación recuerdan que por ley, no son personal estructural del sistema nacional de salud (tienen, de hecho, unos servicios mínimos del 0% en las huelgas), por lo que reclaman primar su formación en jornada laboral ordinaria sobre que califican como “explotación” en Urgencias.

Foto: Foto de archivo de una protesta en un hospital vasco. (EFE/Javier Etxezarreta)

CGCOM, AME y los participantes en el estudio coinciden en que esta forma de funcionar afecta al aprendizaje que los residentes reciben y la calidad asistencial que los pacientes reciben en el hospital. En este sentido, varios estudios han confirmado que una supervisión presencial demuestra mejores resultados en la formación de residentes y en la seguridad y calidad asistencial a los pacientes.

A todo ello debemos sumar la acusada falta de descanso en las propias guardias, ya que en numerosas ocasiones no se producen relevos que les permitan descansar. En este sentido, es importante destacar, uno de los múltiples estudios que concluyen que, cuando el cansancio está instalado en los médicos, hay un 460% más de probabilidades de cometer un error en un diagnóstico. Y no solo es que no descasen en las guardias, es que superan el número de horas que deberían hacer a la semana, según un análisis del CGCOM.

Ante todas estas situaciones, el nuevo estudio reclama la presencia física de al menos un adjunto en las urgencias en todo momento, el reparto de los descansos y pacientes de manera equitativa entre todo el equipo (residentes y adjuntos) y topar las guardias a un máximo de tres al mes natural, acompañándose de un incremento salarial para no perder poder adquisitivo.

"Todas las noches tomo decisiones importantes para las que no estoy preparada. No hay ningún adjunto disponible y, como mucho, le puedo preguntar a mis resis mayores, que a veces están con otros pacientes y no pueden hacerme caso". Así narra una de sus muchas guardias nocturnas M. H., médico interno residente (MIR) de segundo año en uno de los grandes hospitales madrileños. El de la joven, es solo uno de los ejemplos de la situación que viven a diario los MIR que cubren las Urgencias nocturnas en la Comunidad de Madrid. Técnicamente, deberían estar supervisados por doctores especialistas, denominados adjuntos, pero la mayoría de veces se encuentran solos ante el peligro, ya sea por una falta de personal o porque los que deberían estar supervisando están durmiendo.

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