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¡Atención! La pandemia nos ha hecho más vulnerables
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'¿Qué me pasa doctor?'

¡Atención! La pandemia nos ha hecho más vulnerables

A raíz del confinamiento y de las medidas de protección que adoptamos contra el coronavirus en las etapas iniciales de la pandemia, las infecciones han aumentado ¿Nos hemos hecho menos inmunes? ¿Solo ha cambiado nuestro sistema de defensa?

Foto: Sanitarios durante el covid, en una imagen de archivo. (Reuters)
Sanitarios durante el covid, en una imagen de archivo. (Reuters)

El otro día, a las once de la mañana, me bajo a tomar algo a la cafetería de personal. Está casi vacía, circunstancia que contradice uno de los mitos que circulan por la calle: los médicos se pasan toda la mañana tomando cafés. Me encuentro con el Dr. Ricardo Fernández Roblas, jefe asociado del departamento de Microbiología y compañero mío en el comité de endocarditis de nuestro hospital. Es un tipo tranquilo y afable, de esas personas que siempre te apetece encontrarte porque te generan paz y buen rollo. Es un excelente comunicador, circunstancia que confirma cada vez que tiene oportunidad de contar algo (que siempre acaba siendo interesante), ya sea de contenido profesional o personal.

Nuestro sistema inmunitario y los mecanismos de defensa del organismo han cambiado de manera significativa después de la pandemia

Nos sentamos juntos un rato y aprovecho para preguntarle sobre una duda que me surgió el otro día escribiendo el artículo sobre la pandemia, cuyo cuarto aniversario hemos podido celebrar a principios del mes pasado. "¿Crees que el confinamiento y las medidas de protección que hemos tenido con la pandemia nos han hecho más vulnerables a otros microorganismos?" Ricardo asiente con la cabeza. "Pues, sí, creo que no te falta razón. En los últimos tiempos hemos visto un aumento de enfermedades por patógenos que antes eran menos frecuentes. Por ejemplo, se están viendo un aumento de neumonías en niños y adolescentes causadas por la bacteria denominada Mycoplasma pneumoniae, que es el responsable del aumento de dichas neumonías. Y, como bien dices, las medidas de aislamiento que utilizamos en tiempos de pandemia, la distancia social, las mascarillas, etc., (y que fueron, por supuesto, necesarias y útiles para combatir la pandemia), han producido un aumento de infecciones respiratorias producidas por microorganismos que antes tenían menos implicación." "¿Solo el Mycoplasma pneumoniae, o también otros patógenos?" Ricardo niega con la cabeza: "no, no, también han aumentado todos los virus catarrales y aquellos que nosotros denominamos como estacionales", puntualiza. "Podemos decir sin lugar a dudas que nuestro sistema inmunitario y los mecanismos de defensa del organismo han cambiado de manera significativa después de la pandemia".

Vacunas y teorías conspiranoicas

En relación con lo anterior le pregunto su opinión sobre las vacunas. Cada vez son más las voces que se levantan en contra de ellas cuestionando su utilidad. En el caso de las diseñadas para el coronavirus, hay muchos detractores que afirman que tienen una cantidad enorme de efectos secundarios. Y no son solo opiniones de neófitos en la materia, porque hay colegas nuestros que piensan en ese sentido. También hay amigos de la conspiración que afirman que nos inoculan microchips, ideas que ya ni nos parecen graciosas. "Estoy completamente a favor de las vacunas y de su utilización. De hecho, recomiendo seguir siempre las directrices del Ministerio, y suelo predicar con el ejemplo, puesto que siempre me la pongo cuando se nos recomienda que lo hagamos, ya sean las vacunas de la gripe estacional, como la del coronavirus".

placeholder Una mujer se vacuna para la doble inmunización frente al COVID y la gripe en Vigo (Foto: Europa Press)
Una mujer se vacuna para la doble inmunización frente al COVID y la gripe en Vigo (Foto: Europa Press)

Al hilo de lo anterior le cuento mi experiencia personal con la cuarta dosis de la vacuna del coronavirus. Un día salía de quirófano y me encontré con dos compañeras enfermeras que estaban vacunando a todos los que querían. Recuerdo que dudé, pero impelido por una sensación de solidaridad, o quizás por un gesto mecanizado aprendido después de la pandemia, accedí y me pincharon la dosis.

Foto: Médicos y sanitarios en plena pandemia de covid-19. (EFE/Ángel Medina G.)

En general, todas las que me había puesto hasta el momento me habían producido efectos secundarios, como malestar general, febrícula, etc. Son síntomas comprensibles y que están dentro de lo esperado después de cualquier vacuna. Pero, con esta cuarta dosis en concreto, me desperté de madrugada con un dolor de cabeza como no había sentido jamás en la vida. Se lo cuento a Ricardo y le añado que estuve a punto de venirme al hospital del dolor tan intenso que sentía. "Supongo que tú ya habrás pasado el coronavirus, ¿verdad?", me pregunta. Mi respuesta es afirmativa: he estado varias veces enfermo de covid-19. "Entonces no debes preocuparte, estás seguro, inmunizado, y no vas a tener mayor problema", garantiza. Noto que en su respuesta ha evitado contradecirme en mi decisión de no ponerme más vacunas.

"Los virus mutan de año en año y las vacunas se hacen con la información de cepas anteriores, puede suceder que no sean tan efectivas"

La labor de los médicos en relación con este tema en concreto y con el coronavirus en general, ha sido y continúa siendo muy difícil. Cuando, en pandemia, los pacientes nos preguntaban sus dudas, la mayor parte de las veces hemos respondido la única respuesta posible: "no sabemos". Fue una época muy dura también por ese motivo. El problema no era solo la enfermedad, sino la imposibilidad de comprender cómo producía tanta mortalidad y, sobre todo, cómo tratarla con éxito.

"¿Y qué opinas de las vacunas estacionales, esas que nos ponemos en otoño todos los años? ¿Tienen realmente utilidad?, porque yo creo que a veces no funcionan…" Ricardo asiente con la cabeza: "en mi opinión, son igualmente recomendables. Yo, de hecho, me las pongo todos los años. Pero, sí, los virus mutan de año en año y las vacunas se hacen con la información de cepas anteriores, por lo que puede suceder que no sean tan efectivas como se quisiera, como bien dices".

El fascinante mundo de los microorganismos

El mundo de los microorganismos es fascinante. Podría decirse que hay un antes y un después del descubrimiento del primer antibiótico, la penicilina. Supuso uno de los avances médicos más importantes de nuestra historia (algo así como el descubrimiento de la rueda en términos médicos). Cuentan que el laboratorio del Dr. Alexander Fleming estaba siempre desordenado, con libros, material de laboratorio y placas de cultivo experimentales por todas partes.

placeholder El Penicillinium es un hongo con numerosos usos industriales (Foto: iStock)
El Penicillinium es un hongo con numerosos usos industriales (Foto: iStock)

En 1928, Fleming observó en una de las placas en las que había cultivado la bacteria Staphylococcus aureus que un hongo había crecido espontáneamente. Las placas ya no servían, así que su primera intención fue tirarlas a la basura. Pero se dio cuenta de que las bacterias cercanas al hongo (más tarde identificado como Penicillium notatum) habían desaparecido. Entendió de inmediato de la capacidad que tenía el hongo de matar la bacteria y, aunque sus colegas no dieron crédito a su descubrimiento, no fue hasta la Segunda Guerra Mundial cuando su utilización como antibiótico se extendió por el mundo. Fleming, demostrando su categoría humana, no patentó su descubrimiento, creyendo que así sería más fácil la difusión de un antibiótico necesario para el tratamiento de las numerosas infecciones que azotaban a la población. Ese día cambió la medicina.

Velocidad para olvidar

Ojalá pudiésemos afirmar que la pandemia también nos ha traído mejoras, pero lo dudo. Sí, es cierto que ahora actuamos de otra manera con los pacientes graves infectados con virus respiratorios, y que la telemedicina empezó a utilizarse en pandemia y ahora la aplicamos más y con buenos resultados. Pero no me queda claro si hemos avanzado en un tratamiento médico en concreto, ni tampoco como sociedad, para ser honestos. Olvidamos muy rápido las cosas.

Ricardo se me parece a Stanley Tucci, ese actor secundario tan fabuloso que han visto ustedes en tantas películas, simpático y con don de gentes. De esa clase de persona que genera siempre buenas vibraciones. Hay un montón de secundarios maravillosos, mucho mejor actores (y más profesionales) que la mayoría de los actores principales, que triunfan gracias al físico más que por sus dotes interpretativas. Está claro que el mundo del cine también es un mundo injusto, donde reina la misma hipocresía que en el real.

Foto: Foto: iStock.

"Por cierto, Ricardo, ¿tú crees que el coronavirus fue creado por el hombre en un laboratorio y que se escapó y nos infectó a todos?" Me mira con gesto escéptico. Supongo que en los últimos años le han preguntado esto mil veces, de la misma manera que a mí me preguntan cada dos por tres si una copa de vino al día es buena para el corazón. "Que se ha escapado de un laboratorio me lo podría llegar a creer. Ahora bien, que sea el hombre quien lo ha creado… eso yo creo que es más propio de un guion cinematográfico que otra cosa. Lo más probable es que el covid-19 haya tenido su origen en alguno de los puestos del mercado Huanan, en Wuhan, en los que se vendían perros vivos, ratas, puercoespines, tejones, liebres, zorros, erizos, marmotas etc. Como sabemos de las investigaciones publicadas hace casi dos años en la prestigiosa revista Science, el virus se encontró en las jaulas de los animales, en los carros que los transportaban y en las rejillas de desagüe de los mercados." [El artículo al que hace referencia el Dr Fernández es: 'The Huanan Seafood Wholesale Market in Wuhan was the early epicenter of the COVID-19 pandemic'.]

"Los médicos, mientras tomamos café, hablamos de cualquier cosa que se tercie, pero también de los pacientes que tenemos ingresados"

Nos despedimos. Él se vuelve a su laboratorio y yo a mis menesteres clínicos. Hemos estado departiendo unos veinte minutos muy interesantes que me han permitido aclarar unas cuantas dudas. Aunque pueda parecer lo contrario, los médicos, mientras tomamos café, hablamos de cualquier cosa que se tercie, pero también de los pacientes que tenemos ingresados (como si se tratase de una sesión médica convencional), o resolvemos dudas al respecto de esta u aquella enfermedad con colegas de otras especialidades.

Pasa lo mismo en los congresos, donde acudimos para aprender sobre tratamientos y/o intervenciones, y no a pasear, y perder el tiempo, como la gente cree. Por cierto que, gracias al coronavirus y la pandemia, la organización de congresos y reuniones médicas se ha reducido considerablemente. Ahora las convenciones médicas y los cursos son, mayoritariamente, online. El siglo XXI tiene estas cosas: por un lado, nos trae un mundo globalizado que interconecta a los unos con los otros, y por otro, paradójicamente, fomenta el aislamiento social y la reducción de los contactos personales, tan necesarios como olvidados. Son las paradojas del progreso.

Que se mejoren.

El otro día, a las once de la mañana, me bajo a tomar algo a la cafetería de personal. Está casi vacía, circunstancia que contradice uno de los mitos que circulan por la calle: los médicos se pasan toda la mañana tomando cafés. Me encuentro con el Dr. Ricardo Fernández Roblas, jefe asociado del departamento de Microbiología y compañero mío en el comité de endocarditis de nuestro hospital. Es un tipo tranquilo y afable, de esas personas que siempre te apetece encontrarte porque te generan paz y buen rollo. Es un excelente comunicador, circunstancia que confirma cada vez que tiene oportunidad de contar algo (que siempre acaba siendo interesante), ya sea de contenido profesional o personal.

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