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La increíble experiencia de tener sueños lúcidos
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La increíble experiencia de tener sueños lúcidos

Lo más fascinante de todo es que la habilidad para tener sueños lúcidos puede entrenarse. Algunas culturas como el budismo tibetano desarrollan enseñanzas para conseguir aumentar su frecuencia e intensidad

Foto: Foto: Getty/Ken Harding.
Foto: Getty/Ken Harding.

Una de las aventuras más fascinantes que puede experimentar el ser humano es, sin duda, desarrollar sueños lúcidos. Como muchos se preguntarán qué significa tal término vamos a resumir algunas nociones básicas de neurofisiología.

Cada noche, los seres humanos dormimos una media de 7 a 9 horas, y este período se divide en 5-6 ciclos de 90 minutos cada uno. En cada ciclo existen dos partes bien diferenciadas: En los primeros 60-70 minutos el tipo de sueño que aparece se denomina No-REM, y se divide, a su vez, en cuatro fases, en las que el sueño es progresivamente más profundo y las ondas cerebrales son más lentas. La finalidad de este período es el descanso y la recuperación física de las actividades diarias. Por eso es porcentualmente más importante al principio de la noche y va disminuyendo a lo largo de ella. La segunda parte del ciclo se denomina fase REM, que en inglés significa "movimiento rápido de los ojos" (rapid eyes movement). Esta fase que, a la inversa de la No-REM va incrementándose a lo largo de la noche, tiene como función olvidar la información irrelevante que hemos adquirido a lo largo del día, es decir, "limpiar" por así decir, la memoria para que pueda seguir almacenando nueva información útil. En esta fase, todos los músculos están relajados, excepto los de los ojos que sí que se mueven. Aquí las ondas cerebrales son similares a las que aparecen en vigilia, y por eso se llama también "paradójico" a este período. La explicación de estas ondas es que en esta fase se producen los sueños.

Aunque la mitad de la población nunca recuerda sus sueños, la ciencia afirma que todas las noches sin excepción soñamos, y no solo una vez, sino varias veces, en cada una de las fases REM. Los sueños siempre han fascinado al ser humano en todas las épocas y culturas. En la antigua Grecia, llegaron a existir más de cuatrocientos templos dedicados al Dios Esculapio. En ellos, la principal actividad para los pacientes que los visitaban era dormir para intentar tener un sueño en los que apareciese este dios y les sanase.

Aunque, actualmente, estas creencias puedan parecernos extrañas, cuando no primitivas, la Humanidad siempre ha considerado los sueños como una especie de interfaz entre nuestro mundo y otros estados de consciencia o realidades. Muchas religiones fueron reveladas en sueños. Así, en el cristianismo, varios profetas recibieron revelaciones en sueños: por ejemplo, Jacob quien sueña con una escalera por donde suben y bajan los ángeles; o Ezequiel, que experimenta sueños proféticos que, posteriormente, se cumplirían. En el islam, Mahoma escribe gran parte del Corán por inspiraciones divinas que recibe en sueños. También en muchas religiones orientales y precolombinas, se considera que los seres humanos reciben importantes revelaciones de otros mundos en sus sueños. En nuestro contexto occidental, el psiquiatra Sigmund Freud describió el inconsciente como una especie de "reservorio" de experiencias que marcan de forma importante nuestra vida psíquica, y que pueden ser conocidas mediante la interpretación de los sueños.

Foto: Las pantallas se comen las horas de sueño. (EFE/Scott Howes)

Los sueños lúcidos consistirían en la expresión más sofisticada del proceso de soñar. La ciencia los define como "sueños en los que el individuo es consciente de que está soñando y prosigue el sueño, pudiendo llegar a controlarlo a voluntad". Fíjense que no estamos hablando de tener una pesadilla en la que soñamos que un monstruo nos persigue y despertamos en la cama asustados. No, eso es una simple pesadilla. Un sueño lúcido es cuando, generalmente debido a las incongruencias del sueño, uno se da cuenta de que eso no es posible y comprende que está soñando. A partir de ese momento, sigue durmiendo voluntariamente y puede generar la trama que desee en ese sueño.

En mi libro Sueños lúcidos. Aprende a desarrollarlos, describo mi primer sueño lúcido ocurrido cuando contaba 15 años. En él iba a visitar a un amigo que vivía en el portal número 36 de una calle de mi ciudad. Observé que la numeración era absurda, ya que pasaba del 34 al 38 sin que existiese el número 36 que yo estaba buscando. Estas incongruencias, habituales en los sueños normales, suelen ser las que desencadenan el darse cuenta de que se está experimentando un sueño. A partir de ese momento en que me hice consciente de que estaba soñando, el sueño se convirtió en lúcido y realicé la acción más habitual que suelen ensayar los soñadores lúcidos: volar. La experiencia de volar conscientemente en un sueño lúcido es fascinante, ya que uno puede sentir el aire en la cara, ver el mundo a sus pies o entrenarse en las sutilezas del desplazamiento por tan inusual medio.

Aunque parezca increíble, casi la mitad de la población ha experimentado algún sueño lúcido durante su vida. Muchos de ellos no se lo han contado a nadie, porque les parece que no le van a entender, y ni imaginan que la ciencia lo ha descrito. La décima parte de la población presenta varios sueños lúcidos al mes. Ocurre más frecuentemente en personas que recuerdan sus sueños y les dan importancia. También en individuos que realizan algún tipo de meditación y en aquellos con gran capacidad de imaginación y memoria visual. Ni el género, la edad, el nivel socioeconómico o el grupo étnico son variables que aumenten la probabilidad de tener esta experiencia.

La experiencia de los sueños lúcidos produce que el ir a dormir constituya una experiencia estimulante, una especie de aventura

Pero lo más fascinante de todo es que la habilidad para tener sueños lúcidos puede entrenarse. Algunas culturas como el budismo tibetano o los chamanes toltecas desarrollaron sofisticadas enseñanzas para conseguir aumentar la frecuencia e intensidad de la experiencia de los sueños lúcidos. Y la psicología y la ciencia occidental han ido destilando, en las últimas décadas, este conocimiento y se han realizado estudios científicos que permiten comprender mejor este fenómeno y aprender a cultivarlo.

Sé que muchos de ustedes pensarán, ¿y para qué sirve tener sueños lúcidos? En mi experiencia de más de cuarenta años disfrutándolos, les diría que el simple hecho de vivir un sueño de este tipo es tan fascinante que cambia la visión del mundo. Filósofos como San Agustín consideraba que esta experiencia era una prueba de que debía existir algo más allá de la muerte. Pero más allá de esta conexión con lo espiritual, que ha sido la principal motivación para su desarrollo a lo largo de la historia de la Humanidad, los sueños lúcidos se están usando en psicoterapia para tratar fobias, traumas o duelos no resueltos. Constituyen también una fuente de inspiración para resolver problemas de la vida y para desarrollar la creatividad en artistas y profesionales de todo tipo. Quienes los experimentan se preocupan más por la higiene del sueño, por lo que su sueño será más reparador y gratificante.

Pero, más allá de eso, la experiencia de los sueños lúcidos produce que el ir a dormir constituya una experiencia estimulante, una especie de aventura que puede ocurrirnos cada noche. Por eso existen múltiples foros de "onironautas" en redes sociales que comparten esta pasión. Probablemente, en los próximos años, la ciencia desvelará todo lo que esta experiencia tiene que ofrecer al ser humano para aumentar su bienestar psicológico.

Dr. Javier García Campayo, catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Zaragoza

Una de las aventuras más fascinantes que puede experimentar el ser humano es, sin duda, desarrollar sueños lúcidos. Como muchos se preguntarán qué significa tal término vamos a resumir algunas nociones básicas de neurofisiología.

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