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Por qué mujeres y hombres tienen distinta sensibilidad en el procesamiento de los olores
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Sentido del Olfato

Por qué mujeres y hombres tienen distinta sensibilidad en el procesamiento de los olores

Las mujeres son superiores en este terreno y no es solo por aspectos emocionales sino también biológicos o genéticos

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Tradicionalmente, se tiene la idea de que las mujeres superan a los hombres en capacidades olfativas. Son muchos los estudios que se han hecho a lo largo de los años en un intento por dar respuesta a ese supuesto desde la evidencia científica, pero ninguna de las investigaciones ha confirmado que exista tal distinción entre sexos. Sin embargo, los expertos sí sostienen que las mujeres tienen una especial “sensibilidad” hacia los olores, relacionada con aspectos culturales y emocionales, pero también de otra índole como biológicos o genéticos, que les hacen percibir los aromas de una manera más sutil.

El olfato junto con el gusto pertenece a los sentidos químicos. Estos sentidos están especialmente desarrollados en los animales, ya que están implicados en la supervivencia. En los seres humanos, el sistema olfatorio, a pesar de ser un sentido menos agudo, es capaz de detectar sustancias químicas del entorno, transmitidas por el aire, llamadas sustancias odoríferas. Estas sustancias nos ofrecen información sobre otras personas, animales y plantas, incluso acerca de nosotros mismos.

La información aportada por los receptores olfativos va a ser descifrada no solo por nuestro encéfalo racional, sino también por nuestro encéfalo más emocional, por lo que el olfato está muy vinculado con respuestas viscerales como el apetito, con la conducta sexual, con nuestras emociones y con respuestas cognitivas que están relacionadas con el aprendizaje y la memoria”, explica Úrsula Muñoz Morón, profesora de Fisiología de la Universidad CEU San Pablo.

En 2014, se publicó el artículo Dimorfismo sexual en el bulbo olfatorio humano: las hembras tienen más neuronas y células gliales que los machos, que investigó el dimorfismo sexual en el bulbo olfatorio, cuantificando el material post mortem de 7 hombres y 11 mujeres (de 55 a 94 años), para estimar el número absoluto de células en regiones del cerebro. El estudio comprobó que el número total de células contenidas en el bulbo olfatorio fue de 16,2 millones en las mujeres y 9,2 millones en los hombres, una diferencia significativa del 43,2%. El número de neuronas en las mujeres alcanzó los 6,9 millones, mientras que en los hombres no supera los 3,5 millones, una diferencia del 49,3%. El número de células no neuronales también resultó mayor en las mujeres que en los hombres: 9,3 millones y 5,7 millones respectivamente, una diferencia significativa del 38,7%. La principal conclusión que se extrajo de esta investigación fue que el número absoluto de células totales, neuronales y no neuronales, relacionadas con la capacidad olfativa, favorece a las mujeres en un 40-50%, lo que podría llevar a pensar que estas diferencias en la celularidad cuantitativa pudieran tener un impacto funcional.

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Sin embargo, “no se ha podido volver a considerar porque no existen estudios posteriores que hayan seguido esa línea”, indica Laura López Mascaraque, investigadora científica del CSIC y presidenta de la Red Olfativa Española”. Realmente, continúa, “solo podemos hablar de las posibles diferencias genéticas, pero a nivel de la expresión relacionada con las regiones olfativas entre los individuos en general, ya sean hombres o mujeres. Hay que tener en cuenta que dependemos de casi 400 genes con los que detectar las sustancias olorosas”.

El procesamiento olfativo posee una importancia notable en la vida diaria. A través del olfato percibimos nuestro entorno y, también, disfrutamos de lo que comemos, ya que sin olfato no hay sabor, e incluso nos previene ante posibles accidentes como, por ejemplo, un escape de gas. Pero, además, es un elemento importante en el diagnóstico temprano de algunas enfermedades neurodegenerativas como el Alzhéimer o el Parkinson incluso antes de su aparición, “porque se inician con un síntoma precoz de pérdida de olfato, incluso mucho antes de que aparezca en el síntoma motor”, apunta López.

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En el caso de las mujeres hay estudios que señalan que superan a los hombres en la detección absoluta, así como en las tareas de discriminación de identificación, como el estudio Percepción quimiosensorial, síntomas y respuestas autónomas durante la exposición química en sensibilidad química múltiple, publicado en Archivos Internacional de Salud Ocupacional y Ambiental, en 2015. Otros, aseguran que las mujeres se ven afectadas negativamente por los olores en mayor medida que los hombres como recoge el artículo Diferencias sexuales en la percepción hedónica del olor: descripción general, de 2021, en Frontiers in Neuroscience. Este estudio profundiza en la evaluación hedónica del olor, agradable-desagradable, y apunta que el procesamiento hedónico de los estímulos olfativos ocurre en las emociones y aquí las mujeres responderían más a los estímulos emocionales que los hombres.

Más recientemente, el artículo Respuestas comparables a una amplia gama de estimulación olfativa en mujeres y hombres, publicado en Informes Científicos en 2023, recoge que esa superioridad olfativa femenina tendría que ver, entre otras, con conductas aprendidas o a roles de género. Para Muñoz esta idea resulta simplista, ya que “el procesamiento olfatorio, como ocurre con el procesamiento del resto de los sentidos, es bastante complejo, e involucra múltiples factores como los biológicos (edad, sexo), genéticos, psicológicos o las condiciones médicas”. Sin embargo, continúa, “si bien es verdad que hay numerosos ejemplos en la que los roles de género pueden influir en cómo las personas experimentan y procesan los olores, no hay que despreciar nuestro sexo cromosómico como parte importante de este procesamiento”.

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Gran parte de nuestra naturaleza es química, nuestras células se comunican mediante mensajeros químicos, llamados hormonas. En las mujeres las fluctuaciones hormonales son mayores que en los hombres y está demostrado que pueden interferir en la sensibilidad olfativa. “Por ejemplo, en el transcurso del ciclo menstrual, concretamente durante la ovulación, la sensibilidad olfativa aumenta, relacionada con la búsqueda de parejas compatibles. También en el embarazo hay una mayor percepción de los olores cotidianos. Y durante la lactancia, las madres pueden diferenciar con precisión el olor de su propio hijo del de lactantes de su misma edad. En la menopausia también se han detectado alteraciones en la percepción de los olores”, señala la profesora de Fisiología. Todos estos componentes serían probablemente los que contribuirían a las diferencias observadas entre mujeres y hombres.

Tradicionalmente, se tiene la idea de que las mujeres superan a los hombres en capacidades olfativas. Son muchos los estudios que se han hecho a lo largo de los años en un intento por dar respuesta a ese supuesto desde la evidencia científica, pero ninguna de las investigaciones ha confirmado que exista tal distinción entre sexos. Sin embargo, los expertos sí sostienen que las mujeres tienen una especial “sensibilidad” hacia los olores, relacionada con aspectos culturales y emocionales, pero también de otra índole como biológicos o genéticos, que les hacen percibir los aromas de una manera más sutil.

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