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La España que se rasca: los incesantes brotes de sarna alertan de que algo más grave está pasando
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La España que se rasca: los incesantes brotes de sarna alertan de que algo más grave está pasando

Desde hace cinco años asistimos a un fenómeno peculiar: afloran los brotes de estas infecciones en todas partes, pero no se sabe por qué, de dónde vienen o cómo remediarlo

Foto: Fachada de la residencia de mayores El Palo de Málaga, una de las que en los últimos años ha padecido un brote. (EFE/Jorge Zapata)
Fachada de la residencia de mayores El Palo de Málaga, una de las que en los últimos años ha padecido un brote. (EFE/Jorge Zapata)
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En 1854, Londres padeció una terrible epidemia de cólera. En el barrio del Soho, los cadáveres se amontonaban: más de 700 muertes en una semana. Muchos de ellos fueron pacientes del médico John Snow, quien en un alarde de ingenio comenzó a situar en un mapa en qué casas residían los fallecidos. Pronto encontró la relación causa-efecto entre los contagios y una fuente de agua, situada en la calle Broad y que resultó estar contaminada: quienes habían bebido de ella, enfermaron. Con este trabajo, Snow se convirtió en —además de pionero en la visualización de datos— padre de la epidemiología moderna.

En una epidemia, no servía de nada atender a las consecuencias del brote si uno no encontraba antes la causa.

placeholder El mapa de Snow cartografiando los casos de cólera y su cercanía a la fuente (UCLA Department of Epidemiology)
El mapa de Snow cartografiando los casos de cólera y su cercanía a la fuente (UCLA Department of Epidemiology)

Si quisiéramos hacer algo parecido con los brotes de sarna, una enfermedad casi olvidada que, desde hace unos años está protagonizando un resurgimiento en España, ¿por dónde habría que empezar? ¿Dónde está la fuente que explica que los contagios de este ácaro se hayan multiplicado por diez desde el año del coronavirus?

En primer lugar, conviene asegurarse de que realmente es sarna, causada por el parásito Sarcoptes scabiei. Como Snow, el dermatólogo Eliseo Martínez, del Hospital Clínico Universitario Virgen de la Victoria de Málaga, también anda metido habitualmente a epidemiólogo y quiso estar seguro de qué es realmente lo que está causando picores a tanta gente en España. A menudo, en atención primaria, este tipo de infecciones se confunden con otras como la tiña o son catalogadas como una simple urticaria o un eczema. Pero hay algo inequívoco: el tratamiento. La única forma de tratar a alguien diagnosticado con sarna es una pomada con permetrina al 5%.

Martínez, coordinador del Grupo Español de Epidemiología y Promoción de la Salud de la Asociación Española de Dermatología y Venereología, se embarcó en un estudio a nivel nacional donde descubrieron que las prescripciones de esta pomada se habían multiplicado por seis entre 2008 y 2021. Pero aquel aumento era solo un aperitivo para lo que estamos viendo actualmente, con crecimientos anuales del 40% de casos, según reflejan los datos de Sanidad y la propia experiencia de estos dermatólogos en consulta. La gran pregunta, aún no resuelta, es por qué.

Cada vez más frecuentemente, leemos titulares en prensa sobre brotes de sarna. La mayoría de los que se produjeron entre 2023 y 2024 parecian apuntar a un sector concreto de la población:

La sarna se multiplica por cinco en Madrid: los brotes se ceban con las residencias. Los casos de sarna han aumentado de manera notable desde el confinamiento, especialmente en residencias de ancianos. Sanidad lanza mensaje de tranquilidad ante el caso de sarna en una residencia de Talavera. Detectado un nuevo brote de sarna en una residencia de Tenerife. Cerca del 70% de los casos colectivos de sarna en Andalucía se registran en residencias de mayores. Los brotes de sarna siguen extendiéndose por España y se dan en varias residencias de mayores.

Aunque sin duda explican una parte de la realidad, alguien como John Snow no podría conformarse con algo así. A diferencia del Londres decimonónico, hoy contamos con herramientas de interés para un epidemiólogo (profesional o aficionado) como la Base de Datos Clínicos de Atención Primaria. Esta herramienta del Ministerio de Sanidad recoge este espeluznante incremento de casos diagnosticados en los centros de salud españoles, pero va mucho más allá. Contiene información tan relevante como la edad de los pacientes. Aquí puede observarse claramente que, pese a que la incidencia ha crecido, los mayores de 65 años son el grupo poblacional que menos está contribuyendo a contagiar la sarna.

Evidentemente, los datos son compatibles con que cada vez más residencias de ancianos padezcan brotes, pero no son los residentes —al fin y al cabo, una población que suele permanecer estable dentro de sus muros y con no demasiada interacción fuera de ellos— quienes la están propagando. Más bien habría que fijarse en el otro extremo de la pirámide poblacional: los jóvenes.

La hipótesis sexual

La sarna no es la única infección que está en auge actualmente en España. Los centros de salud llevan meses afrontando una auténtica epidemia de infecciones de transmisión sexual como sífilis o gonorrea. Algunos dermatólogos barajan que quizá la sarna pueda ir también a lomos de este caballo, a tenor de que según los datos, el paciente tipo suele ser un varón de entre 18 y 25 años. "La sarna se ha considerado durante mucho tiempo una infección de transmisión sexual", indica Martínez.

"No es que sea la única vía de contagio, pero como para transmitirse se requiere habitualmente un contacto estrecho y prolongado con la persona que tiene el parásito, como vía de contagio la sexual es muy eficaz". El dermatólogo explica que también encaja demográficamente, ya que los jóvenes son también el grupo de población de mayor riesgo en general de otras infecciones de transmisión sexual.

placeholder El ácaro Sarcoptes scabiei vuelve a estar de actualidad en nuestro país. (iStock)
El ácaro Sarcoptes scabiei vuelve a estar de actualidad en nuestro país. (iStock)

También se ha hablado de otros factores como un cambio de hábitos provocado por la pandemia, o una mayor resistencia del ácaro a los tratamientos con permetrina. Hasta el momento son solo las hipótesis que los dermatólogos se lanzan los unos a los otros, tratando de encontrar algo que encaje.

Hay algo llamativo en la base de datos de Sanidad. La incidencia de la escabiosis es más marcada entre personas nacidas en el extranjero, concretamente —los datos no se agregan por país sino por región— en el Mediterráneo Oriental.

Estos datos no significan que los extranjeros estén incrementando globalmente los contagios, dado que no suponen una parte significativa del total de infectados. Pero sin duda el ácaro está apareciendo más dentro de sus comunidades. De hecho, entidades como el Departamento de Salud Pública catalán han traducido este año al árabe sus materiales divulgativos sobre la sarna, algo que no suele ser habitual.

A partir de aquí, hay que hilar muy fino para no atribuir equivocadamente las causas.

La denuncia de Ayuso

A comienzos de este año, la presidenta de la Comunidad de Madrid se desplazó hasta Alcalá de Henares para celebrar una reunión extraordinaria del Consejo de Gobierno. Lo hizo allí a raíz de unos altercados registrados en el Centro de Acogida, Emergencia y Derivación que el Ejército tiene en la ciudad. Entre otras cosas, Díaz Ayuso lanzó un dardo al gobierno socialista al señalar que en el centro "se ha detectado un brote de sarna del que se ha hecho cargo la Comunidad de Madrid para tratar a ocho inmigrantes y evitar que se propague a los demás y así protegerles", y añadió: "Faltan recursos sanitarios en este centro".

placeholder Entrada al centro de Emergencia, Acogida y Derivación al que se refirió Ayuso. (Europa Press/Alberto Ortega)
Entrada al centro de Emergencia, Acogida y Derivación al que se refirió Ayuso. (Europa Press/Alberto Ortega)

Las palabras de Díaz Ayuso fueron criticadas inmediatamente, tanto por Delegación del Gobierno como por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, y tildadas de "bulo". Los contagios, explicaron, no se produjeron en el centro, sino que "hubo un grupo reducido de personas que llegó con esta enfermedad de la piel", por lo que fueron tratados y aislados hasta su completa curación.

La matización realmente no desmentía a la líder del PP madrileño. La sarna no es una enfermedad de declaración obligatoria como el cólera, el dengue o la varicela, por tanto, los médicos de atención primaria no tienen por qué notificar los casos a la Red de Vigilancia Epidemiológica. A menos, claro, que exista un brote, que se define como la identificación en un centro —ya sea una guardería, residencia de ancianos o centro de acogida de inmigrantes— de dos o más casos de una enfermedad en un intervalo de seis semanas.

En primer lugar, están las condiciones de los centros. Todo especialista en enfermedades infecciosas repite hasta la saciedad que la sarna ya no es una enfermedad de pobres y que seguir repitiendo esta idea estigmatiza a quien la padece. "Hay que tener cuidado de no echar más carga a los pacientes", insiste Martínez. El ácaro no pregunta por la renta o los apellidos de alguien a la hora de infectarle, sin embargo, es incontestable que vivir en determinadas condiciones facilita la labor del patógeno asociado a la escabiosis.

"Todo especialista en enfermedades infecciosas repite hasta la saciedad que la sarna ya no es una enfermedad de pobres"

Hace al menos seis años que el sindicato de enfermería Satse comenzó a denunciar la presencia de chinches, piojos o el ácaro de la sarna en sitios como el Centro de Primera Acogida de Hortaleza, gestionado por la Comunidad de Madrid y destinado a acoger a menores de entre 15 y 18 años en situación de urgencia.

Siempre que hay un pico de llegadas por una crisis humanitaria, como ha sucedido con especial intensidad entre 2020 y 2022, el centro se enfrenta a situaciones límite: adolescentes durmiendo en el suelo o en los pasillos, bajas laborales que se encadenan y, evidentemente, brotes infecciosos. En todos los rincones del país, este tipo de centros han ido soportando una presión cada vez mayor.

El año pasado, las investigadoras Alèxia Rué y Olga Jubany expusieron en un artículo publicado en la revista académica Migraciones cómo el Estado se ha ido "desresponsabilizando" del cuidado de los extranjeros que llegan solicitando asilo y cómo ha ido externalizando este sistema de acogida. "Las modificaciones del sistema no dan respuesta a sus disfuncionalidades", escribían, "sino que, contrariamente, contribuyen a los procesos de disipación de responsabilidad" hacia entidades del tercer sector como Cruz Roja, CEAR o Accem, de las que más centros de acogida gestionan, "reforzando un modelo de gestión basado en la caridad en lugar de en el derecho".

Las investigadoras Alèxia Rué y Olga Jubany expusieron cómo el Estado se ha ido "desresponsabilizando" de los extranjeros

Rué y Jubany entrevistaron para su artículo a más de 40 trabajadores de distintos centros de acogida para tomar la temperatura a la situación, después de que entre 2014 y 2020, España optara por externalizar la mayor parte de los servicios de recepción a más de veinte organizaciones no gubernamentales para poder responder al rápido aumento de peticiones para acceder al programa de recepción.

"Como vemos en las voces de los distintos profesionales, este formato ha favorecido un modelo competitivo, en el que las organizaciones pueden decidir ofrecer programas en los que se procuren más plazas por un coste similar", escriben. Una lógica de gestión pública que definen como neoliberal y que ha conllevado "un aumento de ratios de casos por trabajador o una reducción de los servicios".

Un extrabajador en un centro de menores de Cataluña y que no desea aparecer con su nombre y apellidos, confirma que "ha habido una privatización en los últimos años, han aumentado los conciertos, los centros reciben una cantidad por menor e intentan ahorrar lo más posible", y paralelamente ha crecido el número de solicitudes para entrar en estos centros, "en algunos de la Generalitat se han tenido incluso que desmontar espacios de oficina para meter literas".

Sin embargo, esta misma fuente indica que, aunque se han registrado brotes de escabiosis, no han sido demasiados. "El problema es que algunos vienen con la sarna y en el centro se juntan con otros", como sucedió en Alcalá. Oficialmente, a nivel nacional no se han notificado apenas brotes en centros de acogida y, cuando se han dado casos, han sido importados y atajados rápidamente. En el ya citado de Hortaleza apenas se han registrado dos episodios en los últimos seis años, cada uno de ellos afectó a menos de media docena de personas.

Aunque las condiciones hayan empeorado, los brotes en centros de acogida, centros sociosanitarios o residencias de mayores no bastan por sí mismos para explicar el vertiginoso aumento en el número de casos. Desde Accem indican a El Confidencial que "no hemos detectado un aumento dentro de los centros que gestionamos en varias partes de España". Del mismo modo se expresa Rue: "La investigación en la que se basa el artículo fue realizada entre 2017 y 2020", indica. "En este período y en los recursos de acogida que participaron en la investigación no tenemos constancia de ningún caso así".

Los jóvenes y los ambientes con mayor porcentaje de extranjeros —y no todos, según los datos de Sanidad, en la cohorte de 15 a 19 años hay más incidencia por cada mil personas entre españoles que entre latinoamericanos—parecen formar parte del vector, pero como explican los informes epidemiológicos de las CCAA, no se encuentran precisamente en este tipo de centros, sino fuera de ellos.

No es de pobres, pero...

En el año 2018, la Comunidad de Madrid registró 3.413 casos de sarna, cinco años después eran 18.354. Todos los distritos han registrado casos, pero no por igual. Pese a la insistencia en no relacionar la escabiosis con la renta, sigue habiendo una clara correlación. Los tres distritos de Madrid con más incidencia de la enfermedad son Usera, Puente de Vallecas y Villaverde, los mismos tres distritos que ocupan la parte baja de la clasificación de rentas.

Si uno amplía el mapa, la situación es análoga. Dentro de un contexto de crecimiento generalizado de la sarna, son los municipios del sur de la Comunidad de Madrid los más afectados, según el informe epidemiológico de la Comunidad.

No es culpa de quienes contraen la infección, si acaso, de quienes han hecho que sus condiciones materiales empeoren en los últimos años. Dicho de otra forma: no es la edad o el país de nacimiento, sino la desigualdad. De hecho, hace tan solo una década la enfermedad parecía ser cosa del pasado, pero la crisis económica provocó un punto de inflexión para la escabiosis, que comenzó a hacer fortuna en nuestro país. Tras el coronavirus, este repunte se ha acelerado en paralelo al porcentaje de personas en riesgo de exclusión social, que en la última Encuesta de Condiciones de Vida del INE alcanzó el 26,5% de la población española.

Cuando 12,5 millones de españoles ven tan de cerca la pobreza, claramente la sarna ya no puede ser una "enfermedad de pobres". Ahora también pertenece a esta clase media trabajadora.

Martínez es cauteloso a la hora de abordar este enfoque, aunque concede que, al analizar la situación en Málaga ocurre algo parecido a Madrid. "Los dos barrios donde se concentran más casos de sarna son Teatinos, donde hay mucha gente joven porque es donde está la universidad, y un barrio de gente más humilde", indica sin querer precisar más allá. De nuevo aparece el cóctel: jóvenes y personas de pocos recursos. "En ese sentido, no quiere decir que sea necesariamente esto, pero esta enfermedad se transmite de persona a persona y, probablemente, en aquellos grupos de la población donde por limitaciones económicas o de otro tipo están en una situación donde conviven en menos metros cuadrados, pues quizás eso pueda hacer que haya más casos".

Afortunadamente, si la sarna es tratada pronto, solamente conlleva un molesto picor y como mucho alguna herida por rascarse demasiado. Con el tratamiento tópico, desaparece en unos días. Más que un problema de salud en sí mismo, es el canario en la mina.

Lo grave no es tanto la enfermedad como el deterioro de las condiciones que están facilitando su despegue en muchas zonas de España.

En 1854, Londres padeció una terrible epidemia de cólera. En el barrio del Soho, los cadáveres se amontonaban: más de 700 muertes en una semana. Muchos de ellos fueron pacientes del médico John Snow, quien en un alarde de ingenio comenzó a situar en un mapa en qué casas residían los fallecidos. Pronto encontró la relación causa-efecto entre los contagios y una fuente de agua, situada en la calle Broad y que resultó estar contaminada: quienes habían bebido de ella, enfermaron. Con este trabajo, Snow se convirtió en —además de pionero en la visualización de datos— padre de la epidemiología moderna.

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