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¿Por qué hablamos solos? Responden dos psicólogas
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Salud mental

¿Por qué hablamos solos? Responden dos psicólogas

Los soliloquios nos ayudan a organizar nuestro pensamiento, a aprender y retener la información, a automotivarnos como refuerzo positivo y favorecen nuestros procesos mentales

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¿Quién no se ha encontrado hablando solo en algún momento? Reflexiones en voz alta y a solas que transcurren mientras conducimos, preparamos la cena o cuando paseamos por un parque. Monólogos que suelen ser comunes entre los seres humanos. Porque, lejos de pensar que solo nosotros los hacemos, es fácil comprobar que hay muchas personas que lo practican. Son soliloquios y existen muchas razones por las que recurrimos a ellos. “

Nos ayudan a aclarar lo que sentimos, organizar el pensamiento, como ensayo verbal para aprender y retener la información o como forma de automotivarnos como refuerzo positivo”, explica Amaya Prado Piña, psicóloga educativa y vocal de junta de gobierno del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid (COP). También utilizamos estas prácticas para simular interacciones sociales “con el objetivo de preparar un discurso o una conversación compleja, procesar información compleja e ir descomponiéndola en más simples o como compensación de la soledad y para sentirnos acompañados”, añade Prado.

Hablar solo es una conducta generalizada en las personas, aunque la frecuencia y los motivos pueden variar según factores individuales y contextuales. No está limitada a un tipo específico de personalidad o carácter, sino que es una herramienta que utilizamos para alcanzar diferentes propósitos cognitivos y emocionales. “La edad afecta: cuanto más pequeños, más hablamos solos. Algunas personas, con un carácter más extrovertido, pueden hablar solas más frecuentemente, ya que tienden a procesar sus pensamientos en voz alta. También las personas que son más introvertidas pueden hablar solas como una forma de reflexionar internamente. O se puede hacer uso de esta práctica para organizar los pensamientos y resolver problemas”, explica la psicóloga de la COP. Asimismo, el estrés o ansiedad también puede incrementar la utilización de los soliloquios como forma de calmarse o autorregularse, al igual que son comunes en las personas que pasan más tiempo solas.

Este diálogo con nosotros mismos nos ayuda a poner en funcionamiento diferentes procesos cognitivos. “Nos permite estimular el pensamiento creativo, conocernos mejor a nosotros mismos, organizar y estructurar nuestras ideas, automotivarnos y darnos autorrefuerzo positivo”, sostiene Rosana Pereira Dávila, psicóloga sanitaria y directora de Haztúa Psicología Positiva.

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Y, sobre todo, este tipo de acción “nos ayuda a pensar sobre lo que pensamos; es decir, favorece nuestros procesos mentales, lo que se conoce como metacognición”, el acto de razonar sobre el propio razonamiento o, en otras palabras, la capacidad de desarrollar conciencia y control sobre los procesos de pensamiento y aprendizaje, apunta Pereira.

Puede tener beneficios

Desarrollar la costumbre de hablar solos puede ofrecer numerosos beneficios que mejoran la memoria y aprendizaje, la organización del pensamiento, la regulación emocional, la concentración, la automotivación, la preparación para eventos importantes o conversaciones complicadas y la reducción de la soledad. “Es una herramienta versátil y accesible que puede mejorar significativamente el bienestar y el rendimiento personal”, declara Prado.

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Hablar con uno mismo se convierte en un problema cuando interfiere en la vida cotidiana. “Es decir, cuando nos impide realizar actividades normales o cuando pasa a afectar nuestras relaciones con los demás”, sostiene Pereira. Del mismo modo, hay que estar alerta si el diálogo interno se vuelve negativo o angustiante porque puede evidenciar la existencia de problemas psicológicos, como ansiedad o trastornos del estado de ánimo.

“Es importante estar pendientes si aparecen cambios repentinos como aislamiento de los demás, pérdida de contacto con la realidad, cambios importantes de humor y, sobre todo si aparecen alucinaciones auditivas (cuando la persona que habla sola cree que está respondiendo a voces que nadie más puede oír). En estos casos, hay que acudir a un profesional de la psicología para descartar posibles trastornos y conseguir la ayuda adecuada”, incide esta experta.

¿Quién no se ha encontrado hablando solo en algún momento? Reflexiones en voz alta y a solas que transcurren mientras conducimos, preparamos la cena o cuando paseamos por un parque. Monólogos que suelen ser comunes entre los seres humanos. Porque, lejos de pensar que solo nosotros los hacemos, es fácil comprobar que hay muchas personas que lo practican. Son soliloquios y existen muchas razones por las que recurrimos a ellos. “

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