Así se entrenan los médicos: gafas de realidad virtual y un robot humano en la UCI
Así es un centro de simulación avanzada por dentro. Allí hacen unas 300 formaciones anuales dirigidas reproducir posibles escenarios y mejorar las reacciones de los profesionales sanitarios
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Un hospital a pequeña escala. Con quirófano, zona prequirúrgica, unidad de cuidados intensivos (UCI), centro de operaciones, sala de hospitalización o consulta, entre otros. Así es el Centro Avanzado de Simulación y Entrenamiento Clínico (CEASEC), ubicado en uno de los edificios del Hospital Universitario La Paz, en Madrid.
El objetivo de este centro es intentar reproducir los posibles escenarios que se pueden encontrar los profesionales sanitarios: desde dar una mala noticia a los familiares hasta enfrentarse a una parada cardiaca.
Durante la práctica clínica, se pueden llevar a cabo actuaciones de riesgo para el paciente que, por su baja frecuencia, pueden constituir una fuente de error. En el año 2000, se estimó que en Estados Unidos, entre 40.000 y 75.000 enfermos morirían a causa de errores clínicos. En un intento por minimizarlos, surgió la educación basada en la simulación y control de las situaciones de crisis.
La primera de las salas de la planta es el quirófano, cuenta con un espacio de higienización con dos grifos y es una réplica a una de verdad. Al entrar, hay una incubadora con un bebé, se llama Paul, y es un simulador de alta fidelidad. Tiene pulso, llora y cuando le baja la saturación su color se vuelve morado. "No es ni un muñeco ni un maniquí", aclara Javier Rubio Bolívar, técnico de simulación en el hospital madrileño.
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El equipo que trabaja en esta área lo constituyen seis personas: una coordinadora de enfermería, una enfermera, dos técnicos de simulación, una secretaria y un director. La formación que realizan está sobre todo dirigida al personal sanitario y médicos residentes. Pero, también participan en programas de violencia de género donde trabajan cómo actuar ante estos casos, cursos para familias de niños con trastorno del espectro autista con el objetivo de que pierdan el miedo al entorno médico, reciclajes para la Policía Nacional, e incluso, para auxiliares de vuelo.
En cuanto al número de alumnos, lo normal es que en cada grupo sean entre 12 y 14, como máximo 16, para garantizar que todos los participantes tengan un papel en la acción. Anualmente, realizan aproximadamente 300 formaciones y la duración es variable, pero suele ocupar varios días.
De RCP a humanización
Otra de las finalidades de la instrucción es entrenar las habilidades técnicas, como la reanimación cardiopulmonar (RCP) o la toma de constantes vitales, y no técnicas, como la comunicación de malas noticias o la humanización. "Viene un equipo multidisciplinar con médicos, celadores o enfermeras, que trabajan juntos en el día a día. Aquí podemos ver las necesidades de los servicios sin comprometer la seguridad del paciente", confiesa Rubio.
Además, en todas las salas del centro hay cámaras para luego poner en común los fallos y ver cómo puede mejorar cada equipo. "Hay que ir un paso más allá, no podemos esperar la clínica para ver la reacción. Tu nivel de respuesta es tu nivel de entrenamiento y eso requiere un escenario lo más real posible junto con un equipo que planifique las probables situaciones. Parece algo rutinario y fácil, pero detectar aspectos de mejora redunda en el bienestar del paciente", continúa Manuel Quintana Díaz, director del Centro de Simulación y médico intensivista.
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Otro de los aspectos que destaca el doctor es que las diferentes situaciones de simulación les permiten detectar necesidades formativas en los profesionales sanitarios. Por ejemplo, en la sala que replica una UCI, hay una pantalla con las constantes vitales de Apolo, que al igual que Paul, es un simulador de alta fidelidad. El equipo docente podría inducirle una taquicardia con el fin de ver cómo actúa el equipo multidisciplinar. "Si el paciente deja de tener pulso y de ventilar, esperamos que hagan una RCP", expone Quintana.
La máxima del centro es que los equipos funcionen con soltura, prontitud y orden. Asimismo, aseguran que esta práctica aporta seguridad a los profesionales. "Uno a veces tiene una formación académica buena, pero luego hay que reproducirla. Una de las máximas de simulación es que del error se aprende. Creo que estos cursos nos están dando buenos resultados, pero a veces no son tangibles porque lo que se pretende es ahorrar errores", afirma el doctor Quintana.
Otra de las salas es una consulta que recrea el proceso asistencial desde que el paciente llega al triaje en urgencias hasta una posible entrada en quirófano. Uno de los aspectos que trabajan allí es la comunicación de malas noticias a los familiares.
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El último espacio al que ha tenido acceso este periódico reproduce una habitación de hospital. La cama está ocupada por un maniquí, al igual que la silla del acompañante. Es útil para trabajar el trato a los familiares, ya que a veces no respetan los horarios de visita, tienen un mal comportamiento, ejercen la violencia a los sanitarios o insisten en entrar en una zona restringida.
Quintana insiste en la importancia de estos cursos: "El éxito nunca lo garantizas, pero que no sea por falta de conocimiento o entrenamiento. No podemos seguir formando como en el siglo pasado. Este es un centro abierto con mentalidad plural".
La clínica no es la única simulación que ofrecen. Una planta más abajo se encuentra un centro de experimentación con animales. "Creo que eso nos distingue de otros porque es el único en el que se hacen ambas actividades", concluye Quintana.
Un hospital a pequeña escala. Con quirófano, zona prequirúrgica, unidad de cuidados intensivos (UCI), centro de operaciones, sala de hospitalización o consulta, entre otros. Así es el Centro Avanzado de Simulación y Entrenamiento Clínico (CEASEC), ubicado en uno de los edificios del Hospital Universitario La Paz, en Madrid.