Esta filósofa de EEUU quiere acabar con el estigma de la obesidad: “Está bien estar gorda"
Estados Unidos es el líder mundial en la clasificación de población obesa. Las políticas encaminadas a frenar el avance de esta enfermedad producen un efecto contrario. Aquí está el error, y lo necesario es cambiar el paradigma social
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El prejuicio contra las personas obesas es endémico en nuestra sociedad y las iniciativas de salud pública destinadas a reducir la obesidad solo han empeorado el problema, sostiene la filósofa Rekha Nath, de la Universidad de Alabama. “Ser gordo se considera poco atractivo, incluso asqueroso. Vemos la gordura como un signo de debilidad, de avaricia, de pereza. Hemos convertido la búsqueda de la delgadez, que está ligada a la salud, la forma física, la belleza y la disciplina, en un esfuerzo moralizado: tomar las decisiones de estilo de vida 'correctas' para evitar ser gordo se considera un deber que todos debemos cumplir", dice la profesora.
“Nuestra aversión colectiva a la gordura se traduce en una aversión a las personas gordas. Las personas gordas sufren acoso y hostigamiento; reciben peor atención médica, con frecuencia a manos de médicos y enfermeras que respaldan estereotipos nocivos contra la gordura", sostiene. Además, "los estudiantes obesos son ridiculizados y objeto de burlas por parte de sus compañeros de clase e incluso de sus profesores", y en el entorno laboral, "las personas gordas sufren una discriminación rampante, que es legal en la mayoría de las jurisdicciones”.
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Estas son algunas de las reflexiones que comparte en su libro Por qué está bien ser gordo (Why It's to be fat), que se acaba de publicar. La filósofa aboga porque la sociedad deje de abordar la gordura como un rasgo del que debe deshacerse la población y, "en cambio, debe abordarse a través de la lente de la igualdad social, atendiendo a las formas sistemáticas en que la sociedad penaliza a las personas gordas por su tamaño corporal". Esto es, un cambio de paradigma en el que la sociedad aborda la gordura.
Salud y peso
Según las investigaciones citadas en el libro, las tasas de obesidad mundial se han triplicado durante los últimos 50 años, y la Organización Mundial de la Salud considera la obesidad infantil “uno de los problemas de salud pública mundial más graves del siglo XXI”. Según Nath, desde el punto de vista de la salud pública, esto es preocupante, ya que la obesidad grave está relacionada con una menor esperanza de vida y tener exceso de peso (por encima del índice de masa corporal normal) está asociado con un mayor riesgo de diabetes y enfermedades cardíacas.
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Nath explora más a fondo la ciencia del peso y la salud más allá de las grandes cifras, revelando un panorama más complejo. Al examinar un conjunto de investigaciones científicas, la autora demuestra que la dieta y la actividad física pueden tener más influencia en nuestra salud que el peso por sí solo. Por ejemplo, una revisión sistemática de 36 estudios realizada en 2010 concluyó que las personas obesas y en forma tenían menos probabilidades de morir prematuramente que las personas con un peso normal y que no estaban en forma.
Los consejos que se dan a las personas obesas para que pierdan el exceso de peso (comer menos y moverse más) son ineficaces e incluso perjudiciales
La filósofa también señala evidencias de que los consejos que se dan a las personas obesas para que pierdan el exceso de peso (comer menos y moverse más) son ineficaces e incluso pueden ser perjudiciales. Según una revisión rigurosa, citada en el libro, muchas personas que intentan perder peso mediante dietas terminan más pesadas a largo plazo: el 41 % de las personas que hacen dieta pesan más cuatro o cinco años después de la dieta que antes de comenzarla.
Estigmatizando la gordura
Rekha Nath muestra cómo muchas campañas de salud pública que tienen como objetivo ayudar a las personas a perder peso pueden empeorar la situación al estigmatizar inadvertidamente la gordura. “La opinión consensuada en la literatura sobre el estigma del peso es que no ayuda. En realidad, es peor que eso”, explica. “No solo someter a las personas obesas al estigma del peso parece hacer que sea menos probable que adelgacen, sino que, además, el estigma del peso parece dañar gravemente su salud física y mental de muchas maneras”.
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Nath cita investigaciones que demuestran que las personas que se sienten estigmatizadas tienen menos probabilidades de perder peso. En un estudio que siguió a más de 6.000 personas durante cuatro años, quienes informaron haber sufrido discriminación por su peso tenían más probabilidades de volverse obesos o de seguir siendo obesos que quienes no la padecían.“Numerosos estudios indican que las personas que sufren estigma relacionado con el peso tienen más probabilidades de sufrir depresión y baja autoestima”, explica.
Pensando en el futuro
El prejuicio que sufren las personas obesas es evidente y afecta a sus vidas en términos tangibles, según la autora del libro, y eso ya desde la infancia. En el texto refiere estudios que revelan que niños de tan solo 3 años muestran preferencia por un compañero de juegos que "no sea gordito". Y dice que una encuesta realizada a más de 800 estudiantes universitarios estadounidenses concluyó que uno de cada tres está de acuerdo con la afirmación de que volverse obeso sería "una de las peores cosas que le podrían pasar a una persona".
La filósofa imagina un mundo donde las personas obesas deberían disfrutar de una atención médica equitativa, una inclusión equitativa en la fuerza laboral y la capacidad de aparecer en público sin vergüenza.
“Está bien estar gorda porque no hay nada malo en estar gorda. No hay nada malo en estar gorda, por supuesto, excepto por todo lo que nuestra sociedad hace para que estar gorda sea malo: oprimir a las personas gordas por su tamaño corporal imponiéndoles la gran injusticia del tamañoísmo”, concluye.
El prejuicio contra las personas obesas es endémico en nuestra sociedad y las iniciativas de salud pública destinadas a reducir la obesidad solo han empeorado el problema, sostiene la filósofa Rekha Nath, de la Universidad de Alabama. “Ser gordo se considera poco atractivo, incluso asqueroso. Vemos la gordura como un signo de debilidad, de avaricia, de pereza. Hemos convertido la búsqueda de la delgadez, que está ligada a la salud, la forma física, la belleza y la disciplina, en un esfuerzo moralizado: tomar las decisiones de estilo de vida 'correctas' para evitar ser gordo se considera un deber que todos debemos cumplir", dice la profesora.