Tu médico no te va a medir la vitamina D si estás sano (y hace lo correcto)
La mayoría de la población no alcanza los mínimos exigidos y necesita suplementos de esta vitamina, fundamental para tener buena salud. Eso ha sido hasta ahora, porque hay nuevas indicaciones de que, en ausencia de enfermedad, no hace falta medirla
Somos conscientes de que mantenernos saludables y enérgicos está fuertemente relacionado con las cantidades de vitaminas y minerales, de aquí la excelente salud de la que goza el mercado de los suplementos nutricionales (para el que se prevé un aumento del 7% entre los años 2022 y 2029), cuyas ventas mundiales alcanzan un valor superior a 76.000 millones de dólares.
En España, cuatro de cada diez personas toma suplementos de vitaminas y minerales, según recoge un informe sobre este tipo de productos de la Función Mapfre, y los que ganan por goleada son los de vitamina D, un éxito que se ha disparado a partir de la pandemia, puesto que, en los peores momentos del covid, cundieron los mensajes sobre su papel ‘potenciador’ de la inmunidad.
Pero no es solo para el sistema inmunitario, también para el corazón, la piel, el sistema endocrino y, sobre todo, para los huesos, de forma que no hay parte del organismo que no necesite vitamina D (el 3% de nuestro genoma está regulado por esta molécula). Además del raquitismo en niños y la osteoporosis en adultos, niveles bajos de vitamina D se relacionan con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares o de cánceres muy frecuentes (como los de mama, colon y próstata). Por tanto, los médicos tienen motivos sobrados para interesarse por los niveles de vitamina D que tienen sus pacientes.
¿Sirve de algo conocer las cifras?
En buena parte de las personas, los análisis revelan cifras bajas de 25-hidroxivitamina D (por debajo de 30 ng/mL, que son los valores recomendados), una proporción que oscila entre el 40% de la media de Europa al 75% en España, recoge un artículo publicado en Nature y firmado por un equipo de investigadores de la Universidad Oberta de Cataluña (UOC). ¿Qué hacer en este caso? Para cualquiera, lo evidente es tomar un suplemento que cubra el déficit, una solución que no comparten todos los médicos. De hecho, según el trabajo de la UOC, solo el 45% toma pastillas de vitamina D. Entonces, ¿para qué medir la 25-hidroxivitamina D si después no se va a hacer nada?
Esa es, más o menos, la reflexión de un comité de expertos de la Sociedad Europea de Endocrinología, y que les ha llevado a emitir la directriz Vitamina D para la prevención de enfermedades, (que se publicará en el número de agosto de The Journal of Clínical Endocrinology & Metabolism ) en la que recomiendan no hacer determinaciones rutinarias de vitamina D en adultos sanos menores de 75 años, ni tampoco tomar suplementos de manera habitual.
El panel de expertos, encabezado por la endocrinóloga Maria Demay, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard, admite que existe abundante evidencia del papel de la vitamina D en la salud y en la enfermedad, pero “muchos de los grandes ensayos clínicos incluyen poblaciones cuyos niveles de vitamina D en sangre pueden ser considerados adecuados”, por esta razón, el panel no ha podido establecer los niveles específicos de vitamina D en sangre que hay que alcanzar para prevenir enfermedades.
Recomendación personal
Unas semanas antes, la Fundación Internacional de Osteoporosis (IOF) hizo público un documento de posicionamiento sobre vitamina D y prevención de enfermedades. El primer mensaje es que “los niveles de vitamina D en la población difieren notablemente en todo el mundo y dependen de factores como la dieta, la pigmentación de la piel, la exposición solar efectiva y el uso de suplementos”, describe la endocrinóloga Bess Dawson Hughes, de la Facultad de Medicina de la Universidad Tufts, en Boston.
La edad, el sexo, el índice de masa corporal y el colesterol influyen en cómo el organismo utiliza la radiación UVB para sintetizar vitamina D
Como apunta el panel europeo, esa variabilidad hace difícil fijar con precisión quienes se van a beneficiar de los suplementos de vitamina D, por eso es necesario hacer recomendaciones personalizadas y “alejarse de un enfoque único para todos, para optimizar el estado de la vitamina D”, defiende la profesora Lina Zgaga, del Departamento de Salud Pública del Trinity College, que ha participado en otro estudio que analiza cómo ciertos condicionantes, como la edad, el sexo, el índice de masa corporal y el colesterol influyen en cómo el organismo utiliza la radiación UVB para sintetizar vitamina D.
Reticencias de los médicos
Las nuevas recomendaciones no han sido bien recibidas por todos los médicos, y algunos sostienen que no hacer las determinaciones a los adultos sanos hará más difícil todavía conocer con exactitud el nivel real de vitamina D en la población. La profesora Diana Díaz Rizzolo, profesora de la UOC y primera autora del citado estudio de Nature, insiste en que "existe una clara, evidente y muy fuerte relación entre los niveles de vitamina D y la mortalidad por cualquier causa".
A pesar de la polémica que ha suscitado este cambio de enfoque, la profesora de la UOC lo comparte, ya que "podría haber un error en nuestro entendimiento del funcionamiento de esta vitamina, que además tiene funciones más hormonales". En este sentido, "la vitamina D podría funcionar únicamente como un biomarcador que nos alerta de que algo está fallando", por lo que incrementar de forma artificial o natural sus niveles puede provocar que no estemos tratando la causa real del problema", apunta.
Suplementos en estas personas
Las indicaciones del panel de experto de la Sociedad Europea de Endocrinología sobre a quién hay que ofrecer los suplementos de vitamina D son:
- No administrar suplementos de vitamina D en dosis superiores a las ingestas dietéticas de referencia recomendadas a adultos sanos menores de 75 años
- Dar dosis superiores a las recomendadas a niños y adolescentes de 18 años o menos: tiene potencial para prevenir el raquitismo nutricional y reducir el riesgo de infecciones respiratorias.
- Personas de 75 años o más por su potencial de reducir el riesgo de mortalidad.
- Mujeres embarazadas: para reducir el riesgo de preeclampsia, mortalidad intrauterina, parto prematuro, nacimiento de bebés pequeños para la edad gestacional y mortalidad neonatal.
- Personas con prediabetes: para reducir la progresión a diabetes.
- En adultos de 50 años o más que tengan indicaciones de suplementación o tratamiento con vitamina D, se recomienda vitamina D en dosis bajas diarias en lugar de vitamina D en dosis altas no diarias.
Sol y dieta
Los informes de la Fundación Internacional de Osteoporosis y la Sociedad Europea de Endocrinología insisten en que hay que alcanzar los niveles óptimos de vitamina D (por encima de 30 ng/ ml) con dieta -rica en pescados grasos, setas, huevos y lácteos - y exposición a la luz solar. Para Rizzolo, “es un misterio para la ciencia el hecho de que la mayoría de la población tenga carencia de vitamina D, a pesar de la facilidad para adquirir un nutriente que puede protegernos de muchas enfermedades”.
La inmunóloga Carmen Martín Alonso sostiene que más que la disyuntiva suplementos sí o no, “debe prevalecer la dieta inteligente, que incluya todo tipo de nutrientes necesario para la salud”, y defiende que, “desde mi punto de vista, no se necesitan más suplementos en general, sino más educación en salud”.
Somos conscientes de que mantenernos saludables y enérgicos está fuertemente relacionado con las cantidades de vitaminas y minerales, de aquí la excelente salud de la que goza el mercado de los suplementos nutricionales (para el que se prevé un aumento del 7% entre los años 2022 y 2029), cuyas ventas mundiales alcanzan un valor superior a 76.000 millones de dólares.