La pamplonesa que investiga en Israel contra el párkinson: "Todos los días escuchamos aviones militares"
Leyre Basurco aterrizó en Tel Aviv pocos días antes de que estallase el conflicto. La navarra fue contratada para examinar si una terapia que está dando buenos resultados contra el alzhéimer, podría servir para el párkinson
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El 26 de septiembre de 2023, Leyre Basurco Gogorcena aterrizaba en Israel para continuar su carrera como investigadora en el ámbito de las enfermedades neurodegenerativas. La pamplonesa, nacida en 1995, había conseguido un contrato en el Weizmann Institute of Science para examinar si un tratamiento que está dando buenos resultados contra el alzhéimer, podría servir también para revertir los efectos del párkinson.
Su primera semana y media trascurrió con total normalidad: “Estuve adaptándome al país, al nuevo laboratorio, conociendo a los compañeros…”. Y el 7 de octubre de 2023, mientras estaba durmiendo en su residencia de Rehovot, a 20 kilómetros al sur de Tel Aviv, “a las 06:30 empezó la primera sirena”. En un primer momento, adormilada, pensó que sería una ambulancia, pero a los pocos segundos consiguió diferenciarlo: “Esto es una alarma por cohetes”.
“Me puse muy nerviosa porque no sabía qué tenía que hacer. Sí que sabía que mi habitación se podía convertir en un búnker, porque me lo habían dicho, pero no me habían explicado ni cómo cerrar las ventanas ni cómo cerrar la puerta para que funcionase como tal. Fue un shock, la verdad. Y no paraban de sonar sirenas”, relata. “En medio del caos”, los compañeros del laboratorio donde había comenzado a investigar se pusieron en contacto con ella para saber cómo se encontraba “y de casualidad, me enteré de que estaba viviendo en el mismo edificio que una compañera griega. Muy maja vino con su marido a buscarme y fuimos al búnker común, porque yo seguía en mi habitación sin saber dónde estaban las cosas en el edificio, cómo cerrar correctamente la habitación, ni que tenía que hacer”, narra.
Aunque esta experiencia sería traumática para cualquier persona, el sobresalto de aquella mañana fue aún mayor. Normalmente, cuando la tensión escala y se prevé un ataque, se activan protocolos de emergencia, alertan a los ciudadanos sobre cómo tienen que actuar, se habilitan los búnkeres (que muchas veces se usan como lugares de almacenaje)… Pero en las horas previas nada de esto pasó, ya que para las autoridades fue un ataque inesperado. Por ello, a la pamplonesa nadie le había explicado de manera oficial qué debía hacer ni dónde había un búnker.
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Por casualidad, el día anterior al ataque tomando un café con unas compañeras del laboratorio, mientras charlaban de los pros y contras de vivir en Israel, comentaban que no era frecuente que en Rehovot sucediese nada, pero le explicaron que en mayo de 2023 un misil había impactado allí dejando una víctima mortal. “En ese momento me quedé en shock y entonces me explicaron que cuando lanzan cohetes desde Gaza suena una sirena, el tiempo que suena es el tiempo que tienes para buscar un refugio y me explicaron que en la ciudad donde vivíamos dura minuto y medio. Pero me dijeron ‘bueno, tú no te preocupes porque activan un protocolo, hay una aplicación donde puedes mirar todo, porque cuando eso pasa, avisan’ y a la mañana siguiente…”, relata la joven.
Estas alarmas suenan en los lugares que forman parte de la trayectoria de los cohetes, que los israelís tratan de neutralizar. Al estar su ciudad tan próxima a Tel Aviv, el principal objetivo aquella mañana, no paraban de sonar aquel 7 de octubre.
Cuatro días después del ataque y con la escalada de tensión, la Embajada de España en Israel se puso en contacto con ella para repatriarla, aterrizando en Madrid el 12 de octubre.
Vuelta a Israel, tras pasar por el Instituto Pasteur
Durante una temporada la intención del instituto israelí era que sus científicos continuasen teletrabajando hasta que la situación se calmara para volver al instituto, encontrándose Basurco con el hándicap de no haber podido generar un gran volumen de datos con los que trabajar: “Otros investigadores podían ponerse a analizar datos o a escribir artículos, pero yo no me podía poner con nada de eso”.
Viendo que el conflicto iba a continuar, la responsable del laboratorio, la neurocientífica Michal Schwartz, le propuso mudar temporalmente su investigación a un laboratorio en Europa. Lo que le llevó a mediados de diciembre de 2023 a París para continuar con su trabajo en el Instituto Pasteur. En marzo de 2024 no pudieron extender la estancia francesa y tuvo que tomar la decisión de si volver a Israel para seguir con el proyecto o abandonarlo.
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Definitivamente, la navarra volvió a aterrizar en Israel a mediados de marzo de este año para continuar su investigación. Desde entonces no han sonado las alarmas, aunque “todos los días escuchamos aviones militares que pasan varias veces y hay una especie de calma tensa. La ciudad en la que vivimos y el campus son tranquilos, pero a la vez estás en cierta tensión, porque entre otras cosas ves muchas armas”, cabe destacar que en octubre de 2023 el Gobierno israelí emitió una orden para que los civiles pudiesen armarse y, además, los militares que no estén en servicio también deben portar sus armas.
Asimismo, también ejemplifica el clima que se respira con que cada vez haya menos europeos en su centro de investigación. Además, “en abril tuvimos un ataque de Irán y hace poco, aunque en mi ciudad no sonó la sirena, estábamos comiendo en la calle y escuchamos la detonación de unos misiles que se dirigían hacia Tel Aviv”.
El fármaco contra el párkinson en investigación
Para entender cómo termina en Israel, primero debemos deshacer la madeja formativa. Basurco estudió la carrera de Bioquímica en la Universidad de Navarra, la cual considera que está más centrada en la parte de biomedicina por la relación que tiene con la Clínica Universidad de Navarra (CUN) y su Centro de Investigación Médica Aplicada (Cima). Durante el desarrollo de su trabajo de fin de grado sobre el párkinson, que fue dirigido por la profesora Marisol Aymerich, descubrió que le apasionaba este campo. Esto le llevó a hacer el máster de investigación biomédica con especialidad de neurociencia de la misma universidad.
La parte teórica de su máster se desarrolló en Pamplona, mientras la otra mitad, más experimental, fue en Burdeos. La joven fue al laboratorio del doctor Erwan Bezard en el Instituto de Enfermedades Neurodegenerativas, donde estuvo trabajando en “cómo se agrega Alfa-sinucleína, una proteína que se agrega en el cerebro de los pacientes con párkinson”.
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Basurco volvió al Cima, donde empezó a hacer su tesis sobre el párkinson, también dirigida por la Dra. Aymerich. Durante la realización de esta se introdujo en el mundo de la neuroinmunología y la búsqueda de tratamiento mediante la modulación del sistema inmune para tratar la enfermedad de párkinson. Un acuerdo de su centro de investigación navarro con el instituto de Rehovot y esta especialización le llevarían a Israel.
En concreto, el motivo por el que la pamplonesa recala en el Weizmann Institute of Science es evaluar un fármaco de inmunoterapia para el tratamiento de la enfermedad de Párkinson en modelos animales. Se trata de un anticuerpo anti PD-L1, un tipo de proteína que se usa como inmunoterapia contra el cáncer.
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La responsable de su actual laboratorio, la Dra. Schwartz, lo había probado en modelos animales para la enfermedad de Alzhéimer y descubrió que “activar el sistema inmune usando este anticuerpo tenía efectos beneficiosos, promovía la infiltración de células del sistema inmune beneficiosas en el cerebro, reducía el deterioro cognitivo, mejoraba la memoria, reducía la inflamación en el cerebro... A raíz de eso, fundó su empresa y ahora mismo está en ensayos clínicos con pacientes de alzhéimer”, cuenta la bioquímica española.
Con su nueva empresa, la israelí busca el desarrollo de inmunoterapias innovadoras para trastornos neurológicos. Lo cual quiere conseguir alejándose de los paradigmas tradicionales de tratamiento neurocéntrico y centrándose en activar el sistema inmunitario periférico para facilitar la reparación cerebral, ofreciendo nuevas vías de tratamiento.
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La Dra. Schwartz desarrolló la patente para el tratamiento de diferentes enfermedades para este fármaco y becó a la navarra para probarlo en modelos de párkinson “con la idea en un futuro de trasladarlo al paciente”. Por ahora, Basurco no puede dar información sobre los resultados, ya que aún no se han hecho públicos los datos y falta parte de la investigación, pero “de momento tiene buena pinta, los resultados son buenos y vamos a trabajar en ello”.
En septiembre termina su contrato con el centro israelí, pero la investigación seguirá siendo una colaboración con Pamplona. Basurco, que ha sido la encargada de echar a andar el proyecto, ya está formando a otra persona para que continúe con ello en Rehovot, mientras en Navarra otra compañera hará lo mismo.
La joven regresará en breve a España y comenzará a buscar trabajo en el sector privado, pero seguirá vinculada al proyecto: “En ciencia, cuando algo no está publicado, aunque no sigas ahí, siempre tienes cierta conexión hasta que se termina. Supongo que siga vinculada para discutir datos, diseñar experimentos, escribir el paper...”.
El 26 de septiembre de 2023, Leyre Basurco Gogorcena aterrizaba en Israel para continuar su carrera como investigadora en el ámbito de las enfermedades neurodegenerativas. La pamplonesa, nacida en 1995, había conseguido un contrato en el Weizmann Institute of Science para examinar si un tratamiento que está dando buenos resultados contra el alzhéimer, podría servir también para revertir los efectos del párkinson.