¿Visión borrosa, manchas oscuras en el campo visual? Quizás sea coriorretinopatía serosa central

A aproximadamente una de cada 10.000 personas al año les pasa algo curioso en la visión: tienen visión borrosa, perciben manchas oscuras o grises en el campo visual, ven borrosas las líneas rectas (metamorfopsia), tienen la sensación de que las cosas son más pequeñas de lo que son y perciben los colores de manera alterada.

Es lo que se denomina coriorretinopatía serosa central: CSC, una enfermedad ocular que se produce por “una acumulación de líquido debajo de la retina, específicamente en la mácula, que es la parte central de la retina, responsable de la visión en detalle”, tal y como explica José Ignacio Fernández-Vigo, profesor en la Universidad Complutense y oftalmólogo en el Hospital Clínico San Carlos y en el Centro Internacional de Oftalmología Avanzada.

Y añade: “Esta acumulación de líquido desde los vasos sanguíneos provoca un desprendimiento seroso de la retina neurosensorial”. Aunque se desconoce la causa por la que se produce, parece estar relacionada con el estrés y que es más frecuente en personas ansiosas y perfeccionistas.

De hecho, hasta el 80-85% de quienes han padecido esta enfermedad, afirman haber tenido estrés antes de la aparición de los síntomas. La razón es que el estrés y la ansiedad provocan una “liberación excesiva de corticosteroides en el cuerpo como el famoso cortisol, que puede aumentar la permeabilidad de los vasos sanguíneos favoreciendo la acumulación de líquido” en esa zona de los ojos.

Cuidado con los medicamentos

Pero estos no son los únicos factores de riesgo que influyen en ser más o menos propenso a este problema de visión. Fernández-Vigo: “Se ha observado una predisposición genética en algunos casos, lo que sugiere que puede haber un componente hereditario en la susceptibilidad a la CSC”.

Además, el uso de fármacos corticoideos, tanto sistémicos como tópicos (inhaladores y pomadas), también pueden aumentar el riesgo de CSC. Y a esto hay que sumarle “ciertas condiciones médicas, como la hipertensión arterial o la apnea obstructiva del sueño. Algunos estudios sugieren que los cambios hormonales, particularmente en mujeres embarazadas o en aquellas con desequilibrios hormonales, pueden influir en el desarrollo de CSC”, indica el especialista.

¿Tengo que asustarme si me pasa?

Pues depende. Si se trata de CSC aguda, “aunque puede ser muy sintomática por producir una notable disminución de la agudeza visual, generalmente no es grave y tiende a resolverse por sí sola en la mayoría de los casos (hasta el 80-90%) en pocos meses”. Lo malo es que puede volverse crónica o recurrente.

En el 85% de los casos no es grave y se resuelve sin tratamiento en apenas unos meses

En este caso, sí puede llevar a “daños permanentes y atróficos en la retina y a una pérdida de visión mucho más significativa e irreversible”, asegura el profesor de la Universidad Complutense. ¿Qué lleva a esta enfermedad a pasar de ser aguda a crónica? Una de las posibilidades es que no se haya auto resuelto la aguda completamente.

Pero también puede ser que haya recurrido varias veces y el tratamiento puesto no haya sido eficaz. En esos casos en los que la enfermedad se convierte en crónica, “el líquido permanece debajo de la retina durante un período prolongado, lo que va produciendo un daño lento pero progresivo”, declara Fernández-Vigo.

Acudir a un oftalmólogo

Aunque la CSC aguda suele curarse por sí misma, es conveniente acudir al oftalmólogo para sea él quien decida si poner o no un tratamiento o monitorizarlo por si la evolución natural no es buena y no se resuelve correctamente, tratar la enfermedad de forma precoz. No se puede olvidar que si no se cura correctamente puede derivar en crónica.

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C. Bisbal

En el peor de los casos, es posible recurrir a varios tratamientos, todos ellos con láser (terapia fotodinámica; láser focal; láseres micropulsados). Será el oftalmólogo quien, en función de las características de la enfermedad, valorará cuál es la opción más adecuada para cada el paciente.