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Terapia de la dignidad, el tratamiento psicológico que ayudó a Manuel a morir satisfecho
  1. Bienestar
"Hablando también se hace medicina"

Terapia de la dignidad, el tratamiento psicológico que ayudó a Manuel a morir satisfecho

El paciente narra su vida, desde su cama de Paliativos, lleno de emoción y sin miedo por lo que está por venir. Un repaso sosegado y complaciente al que le ha ayudado a llegar la psicóloga Marina Martínez García

Foto: Marina Martínez García, junto a uno de sus paciente. (CUN/Manuel Castells)
Marina Martínez García, junto a uno de sus paciente. (CUN/Manuel Castells)

Manuel Baena lleva más de un mes en la Unidad de Cuidados Paliativos de la Clínica Universidad de Navarra (CUN) de Pamplona esperando un desenlace que sabe que no tardará muchos días. “He decidido esperar, la naturaleza decidirá hasta dónde puedo llegar”, contaba desde su cama seis semanas después de que le ingresaran por última vez, tras una vida marcada por un liposarcoma en la zona abdominal, un tipo de cáncer poco frecuente que empieza en las células adiposas y que le costó la vida a su padre. Cuando tenía 53 años le detectaron la enfermedad, tras recibir tratamiento en el mismo centro, durante 8 años pudo hacer una vida normal con las revisiones pertinentes, hasta que recayó.

La historia de Manuel, es la de cualquier otro español de su generación, de hecho tiene claro que ha tenido “una vida condiciona por los tiempos”. Nacido en Montilla (Córdoba) emigró de niño junto a su familia a Cataluña para trabajar y más tarde se trasladaron al País Vasco, a Mondragón. Con tan solo 14 años empezó su primer empleo y el grueso de su vida laboral la dedicó al trasporte, llevando mercancía principalmente por el norte de España. Pero si hay algo que tiene grabado como “lo mejor de su vida” fue conocer a su mujer hace 45 años en una discoteca, cuenta con una sonrisa emocionada que recuerda perfectamente un detalle: “Llevaba las uñas pintadas. Me atrajeron sus manos, unas manos preciosas”. Tras ello llegaría el matrimonio y una vida feliz en Escoriaza, el pueblo de ella.

El andaluz, que reclama su lugar de nacimiento y se sigue sintiendo de allí por décadas que lleve en el País Vasco, cuenta la historia de su vida cargado de emotividad con la psicóloga Marina Martínez García sentada a los pies de su cama. Sorprende lo bien esquematizada que la tiene, cómo la cuenta, su entereza y sobre todo la paz que transmite en una conversación cargada de buen humor y momentos de mucha emoción.

Manuel, que ignora los símbolos religiosos de su habitación, no tenía mucha fe en los cuidados paliativos, “pero desde el momento que entré hasta ahora la cosa ha cambiado, han conseguido que a veces me pregunte por qué estoy ingresado si me encuentro bien anímicamente. Un cambio de actitud que ha sido posible gracias al equipo de médicos y expertos en salud mental de la CUN, que están impresionados con que el cambio que dio en cuanto a las terapias psicológicas e, incluso, que haya accedido a charlar con este periódico.

placeholder Paciente en la Unidad de Paliativo de la CUN. (CUN/Manuel Castells)
Paciente en la Unidad de Paliativo de la CUN. (CUN/Manuel Castells)

Para que viviese el final de su vida con esta plenitud, ha sido necesario el trabajo de todos los profesionales del centro a lo largo de la enfermedad y la actitud del propio paciente. Su oncólogo, Salvador Martín Algarra, hace hincapié en “el proceso vivencial y antropológico de la enfermedad de Manuel” y sobre todo “el perfil de altísima dignidad personal, altísima valentía y humanidad palpable, porque en estos años hemos visto cómo sufría, hemos vivido con él todo el proceso de la enfermedad, la aceptación de la misma y la decisión de luchar contra ella con valentía, entre tanta incertidumbre”. Y en todo este proceso también destacan tanto el paciente como el Dr. Martín a los cirujanos Fernando Pardo Sánchez y Gabriel N. Zozaya. La enfermera que trabaja con el Dr. Martín, Lourdes Soria, destaca emocionada que “Manuel siempre ha sido un paciente muy cercano”. “Yo me he sentido muy querida por él”, añade la sanitaria a punto de jubilarse, que ha seguido toda la enfermedad con su familia.

Los últimos días en Paliativos y la psicología pacificadora

Además de todo el proceso que lleva en la clínica desde hace alrededor de una década, el trato recibido por los profesionales de la unidad de paliativos y psicología ha sido clave para el final de su vida, que llegaría unos pocos días después de charlar con él.

Cuenta el especialista en medicina interna Diego Candelmi, de Paliativos de la CUN, que en estas últimas semanas fueron trabajando sobre las expectativas y deseos de Manuel. Y para ayudarle lo máximo posible “la clave está en demostrar en primer lugar que nos importa. Y en segundo hay que conocerlo, no queriéndole cambiar, y demostrándole que estamos ahí al lado para ayudarle en esta montaña rusa”.

El Dr. Candelmi consiguió metérselo en el bolsillo, charlando desde las cuestiones más triviales a las más importantes. Pero no solo es que el médico de paliativos lo hiciese, sino que Manuel consiguió ganarse a toda la planta y hay buenos ejemplos. Cuenta el andaluz como cuando la Dra. Paula Pangua le preguntó que si quería algo, él respondió “como quien dice ‘desvía el Ebro’”, que quería un helado de mango específico de un restaurante de Guetaria y a las pocas horas apareció con un kilo de este. También narra cuando, entre un sobrino suyo y trabajadores, le montaron un concierto improvisado en la habitación, que parece más la de un hotel que la de un hospital.

Foto: Dra. María Die Trill. (CUN)

Y sin duda, uno de los puntos clave que han hecho que sus últimos días hayan estado cargados de paz, emoción y satisfacción en la recapitulación de su vida ha sido la atención psicológica que ha recibido. De hecho, el propio Manuel lo deja claro: “Hablando también se hace medicina”.

El Dr. Candelmi relata que en un principio el paciente rechazó la atención psicológica, pero cuando se lo volvió a ofrecer aceptó. De este modo, la psicóloga Marina Martínez García comenzó a trabajar con Manuel, empleando con él un tratamiento que le ha ayudado en este proceso para morir en paz: la terapia de la dignidad.

La terapia de la dignidad

El psiquiatra canadiense Harvey Chochinov quiso saber qué hace que un paciente se quiera morir, para lo cual empezó a estudiar a personas que pedían la eutanasia. Con ello buscaba comprender qué pasaba por sus cabezas para ver en qué podía ayudar y “con ello empezó a desarrollar un modelo para trabajar en el cuidado de la dignidad del paciente”, explica la Dra. Martínez. Se trata de un modelo teórico que “viene a decir que la dignidad del paciente se construye en espejo con nosotros. Lo que significa que como tú tratas al paciente, es como él se siente. Si yo lo veo como alguien valioso, alguien que me importa, así se sentirá él”, simplifica.

Con estas conclusiones, en el año 2005 creó la terapia de la dignidad, una intervención psicológica breve, que se hace en un par de semanas y que tiene un estilo narrativo. Esta busca conocer bien al paciente, potenciar su dignidad y explora su sentido de la vida.

placeholder A la derecha la Dra. Marina Martínez García en una sesión clínica. (CUN)
A la derecha la Dra. Marina Martínez García en una sesión clínica. (CUN)

La psicóloga se formó con el psiquiatra canadiense en el año 2011 y desde entonces realiza esta terapia en la CUN con pacientes que viven un reto médico importante, no necesariamente que se espere que vayan a fallecer. La Dra. Martínez es una de las pocas especialistas en nuestro país formada con el experto y en una década ha realizado varias decenas de intervenciones siguiendo el método americano.

Para realizar esta intervención, en primer lugar se le explica al paciente de qué se trata y se le deja una hoja con una serie de cuestiones para que las pueda reflexionar unos días. Entre ellas se encuentran indicaciones como que hable de los momentos más importantes de su vida, preguntas como qué le gustaría que su familia recordara de él, las cosas de su vida que le hacen estar más orgullosos, cuáles han sido las funciones más relevantes que ha desempeñado en su vida o qué ha aprendido en la vida que gustaría transmitir a los seres queridos. “La intervención comienza desde el momento que le dejas las preguntas y empieza a reflexionar”, señala la experta.

Tras ello, llega el momento en el que la psicóloga se reúne a tener una charla en la que responde a las preguntas sobre las que previamente ha reflexionado, al tiempo que van surgiendo otras cuestiones. “En esa entrevista se le dedica más tiempo a los momentos importantes de su vida”, apostilla. Una conversación que para el canadiense debería durar entre 75 y 90 minutos, pero que la especialista española nunca ha conseguido bajar de los 90 minutos.

El legado

Esa charla se trascribe, la psicóloga le da forma en un documento y posteriormente se lee con el paciente. La historia final que queda plasmada está planteada como el “legado” del paciente. Será el propio enfermo el que tendrá que decidir qué pasa con ese papel si fallece. Por lo general quieren que lo reciban las familias, pero otras personas deciden que no sea así.

También hay casos más especiales, como el que narra la Dra. Martínez: “Una vez me llamó la hija de una paciente que había fallecido. Cuando la paciente lo hizo no lo compartió con nadie, pero lo dejó de tal manera que cuando falleciese su hija la encontrara. Me dio las gracias porque este era el mejor regalo que le podía hacer alguien y me dijo que fue su madre la que lo había dejado en un sitio que sabía que ella lo iba a encontrar”.

placeholder Terapia de la dignidad. (Manuel Castells)
Terapia de la dignidad. (Manuel Castells)

En general, esas conversaciones son agradables, reflexivas y positivamente emocionantes, como en el caso de Manuel. Pero la psicóloga tiene en mente unas pocas que fueron más duras: “Recuerdo un paciente con una historia terrible. Le pregunté, ‘¿qué te gustaría que tu familia recordara de ti?’, y me respondió: ‘Nada de lo que he sido en la vida’. Me dijo ‘Para la grabadora’ y de pronto me empezó a contar una historia terrible. Y yo pensé ‘de aquí no vamos a sacar nada’. Pues cuando se la leímos de principio a fin, nos dijo ‘Este ha sido uno de los momentos más bonitos de mi vida’”.

La especialista explica que, aunque saber en qué punto hace efecto la terapia porque es difícil el termómetro de la dignidad, han comprobado que hace efecto desde el comienzo de la intervención porque hace sentir al paciente reconocido y le ayuda a “rescatar el sentido de dignidad”. “La mayor parte de los profesionales sabemos mucho sobre la parte física del paciente, su enfermedad y sus síntomas. Pero a veces no les conocemos como personas” y esto permite demostrar al paciente que importa. Y no solo ayuda al paciente, también puede ayudar en el proceso de duelo de la familia, si deciden entregarle el documento de legado.

Manuel Baena lleva más de un mes en la Unidad de Cuidados Paliativos de la Clínica Universidad de Navarra (CUN) de Pamplona esperando un desenlace que sabe que no tardará muchos días. “He decidido esperar, la naturaleza decidirá hasta dónde puedo llegar”, contaba desde su cama seis semanas después de que le ingresaran por última vez, tras una vida marcada por un liposarcoma en la zona abdominal, un tipo de cáncer poco frecuente que empieza en las células adiposas y que le costó la vida a su padre. Cuando tenía 53 años le detectaron la enfermedad, tras recibir tratamiento en el mismo centro, durante 8 años pudo hacer una vida normal con las revisiones pertinentes, hasta que recayó.

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