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Ya sabemos por qué el Ozempic causa náuseas
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Abre la puerta a nuevos fármacos

Ya sabemos por qué el Ozempic causa náuseas

Un hallazgo en el cerebro de ratones puede ser clave para el desarrollo de nuevos fármacos contra la obesidad con menos efectos secundarios

Foto: Dos envases de Ozempic, medicamentos para la obesidad y la diabetes. EFE J.L.Cereijido
Dos envases de Ozempic, medicamentos para la obesidad y la diabetes. EFE J.L.Cereijido

La obesidad es uno de los grandes retos de la salud pública. Los datos de la Organización Mundial de la Salud, publicados el pasado mes de marzo, señalan que, en 2022, 2.500 millones de adultos tenían sobrepeso en el mundo. Y, de ellos, 890 millones son obesos. Otras cifras muy preocupantes son 37 millones de niños menores de cinco años tienen sobrepeso, una cifra que aumenta a los 390 millones en niños entre 5 y 19 años. 160 millones de ellos son obesos.

Los nuevos fármacos contra la obesidad, como Ozempic, han supuesto una esperanza, ya que están logrando reducciones de peso destacadas, pero siempre acompañadas con cambios en el estilo de vida, con más ejercicio y una dieta saludable. Además, como todos los fármacos, presentan efectos secundarios y estos nuevos medicamentos pueden causar náuseas intolerables.

Como ha informado la prestigiosa revista Nature, los científicos han identificado la vía del cerebro que está involucrada en este efecto secundario, lo que podría permitir desarrollar nuevos fármacos contra la obesidad, pero que no causen tantas náuseas.

El circuito cerebral que induce la sensación de vomitar es el mismo que desencadena la aversión a la comida, pero es distinto a la vía de nuestro cerebro que nos indica que estamos llenos y que no debemos comer más.

placeholder (REUTERS / Hollie Adams File Photo)
(REUTERS / Hollie Adams File Photo)

“La implicación es que si podemos usar selectivamente como diana los circuitos de saciedad -evitando los circuitos de aversión a la comida- podríamos, de manera potencial, desarrollar mejores medicamentos con menos efectos secundarios”, ha declarado a Nature la neurocientífica Amber Alhadeff, del Monell Chemical Senses Center de Filadelfia (Estados Unidos) y coautora del estudio.

Los fármacos como Ozempic imitan el funcionamiento de una hormona, el péptido similar al glucagón 1 (GLP-1), que controla los niveles de azúcar en la sangre y actúa para regular el apetito sobre el cerebro. Muchas partes de nuestro cerebro tienen receptores GLP-1, pero aún no se conocía exactamente qué receptores específicos estaban involucrados en los efectos de los medicamentos.

Para responder a esta pregunta, la doctora Alhadeff y su equipo mataron neuronas con receptores GLP-1 en regiones específicas de cerebros de ratones. A continuación, los investigadores dieron a los ratones un fármaco que imita al GLP-1, como semaglutida (Ozempic) o exenatida, que también tiene un efecto de pérdida de peso.

Los ratones que no tenían neuronas GLP-1 en una parte del cerebro que se llama rombencéfalo -situada detrás del encéfalo- comían de manera normal. Este efecto demostró que la acción de los medicamentos había sido bloqueada por completo. Pero los fármacos todavía funcionaron después de que los científicos mataran las neuronas GLP-1 en el hipotálamo, un área del cerebro que se sabe que desempeña un papel importante en la regulación del apetito y que se pensaba que era clave para la acción de los nuevos fármacos contra la obesidad. “Estos resultados nos han sorprendido, porque la conclusión es que el rombencéfalo es el principal lugar donde actúan los fármacos”, ha destacado Alhadeff.

Foto:  REUTERS / Hollie Adams File Photo

El siguiente paso de su investigación fue investigar el área postrema y el núcleo del tracto solitario, dos subregiones del rombencéfalo: cuando activaron las neuronas del área postrema de los ratones, los animales presentaron náuseas y aversión por la comida y redujeron la cantidad de comida que comían. Por el contrario, cuando activaron las neuronas del núcleo del tracto solitario, los animales comieron menos, pero no tuvieron náuseas.

Por tanto, se ha demostrado que no es preciso que los fármacos para la obesidad causen náuseas para suprimir la ingesta de los alimentos. Como ha declarado a Nature el doctor Martin Myers, neurocientífico de la Universidad de Michigan en Ann Arbor, “si hubiera una manera de activar las neuronas del receptor del núcleo del tracto solitario GLP-1 -o todas las demás neuronas del receptor GLP-1- evitando sólo las del área postrema, lograríamos que el medicamento fuera mucho mejor. La clave, por supuesto, es cómo lograrlo”.

La obesidad es uno de los grandes retos de la salud pública. Los datos de la Organización Mundial de la Salud, publicados el pasado mes de marzo, señalan que, en 2022, 2.500 millones de adultos tenían sobrepeso en el mundo. Y, de ellos, 890 millones son obesos. Otras cifras muy preocupantes son 37 millones de niños menores de cinco años tienen sobrepeso, una cifra que aumenta a los 390 millones en niños entre 5 y 19 años. 160 millones de ellos son obesos.

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