¿Por qué nos sentimos tan bien cuando estamos cerca del mar? Esto es lo que dicen los expertos

Visitar la playa se ha vuelto una cita imprescindible durante el verano. Pongámonos en situación: vemos el mar a lo lejos, caminamos por la arena, a punto de quemarnos la planta de los pies, extendemos la toalla, nos aplicamos la crema solar y esperamos algunos minutos para darnos ese buen chapuzón que estábamos deseando desde hace días. Los expertos confirman que basta con un fin de semana en el mar para volver a la rutina más relajado, sereno y con las pilas cargadas. Pero, ¿qué tiene el mar que nos hace sentir tan bien?

La inmersión en el agua es el momento con más efectos positivos de un día en la playa. Aunque a muchos les cuesta ese primer contacto, los expertos aseguran que una zambullida con la cabeza fuera del agua afecta positivamente la circulación y el metabolismo del cerebro.

En personas sanas "se logra aumentar la actividad cerebral, la oxigenación y el desplazamiento de la sangre desde las extremidades al corazón; es así como se produce un aumento en el volumen sistólico cardíaco y el gasto cardíaco", explican en la revista de Ciencias Básicas y Clínicas de la Salud.

Es decir, nuestro organismo reduce los niveles de estrés, mejora el sistema inmunitario y automáticamente mejora el estado de ánimo. Además, ayuda a mantener la presión arterial, lo que produce descargas positivas de adrenalina y energía que relajan el cuerpo y facilitan el transporte de nutrientes, razón por la cual se reduce la sensación de fatiga, pero aumenta el hambre una vez se está fuera del agua.

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Un artículo publicado en Science Direct demuestra que "los entornos naturales favorecen la recuperación psicológica, especialmente los espacios azules como las riberas de los ríos y las costas", e insisten en que "reducen el estrés, mejoran la concentración y se relacionan directamente con una mejoría en la salud y la calidad de vida".

Este chute de recarga interna y externa también se debe a las aportaciones de sales y minerales del mar. Además de que la densidad del agua salada nos permite nadar mucho más fácilmente, la contribución de las sales en la piel supone una mejoría en la barrera cutánea, acelerando la recuperación de la piel, especialmente en pacientes con dermatitis.

Expertos de la farmacéutica Bayer en el blog 'Bayer te cuida' que "el mar tiene propiedades antisépticas, por lo que es muy útil en la curación de heridas menores, cortes, erupciones y abrasiones; el agua marina tiene la capacidad de aliviar las pieles dañadas e irritadas, así como de limpiar las mucosas".

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La brisa marina no solo refresca en los días más calurosos, sino que también trae consigo una acumulación de aniones que penetran por la piel y por los pulmones. "Ayuda a que el cuerpo fortalezca el sistema respiratorio, es un relajante natural, produce más serotonina y equilibra emocionalmente", explican.