El ácido oleico restaura la microbiota vaginal después de una infección
Más de la mitad de mujeres tendrá infección vaginal a lo largo de su vida, y algunas sufrirán episodios recurrentes. La solución pasa por volver a equilibrar la composición microbiana, y científicos de EEUU han hallado un modo efectivo de hacerlo
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Más de la mitad de las mujeres del mundo padecen vaginosis bacteriana (VB), un desequilibrio de los microorganismos normales del tracto genital femenino, al menos una vez en la vida. La afección puede causar síntomas dolorosos y flujo vaginal y, aunque se puede tratar con antibióticos, suele volver a aparecer en poco tiempo. Si no se trata, la VB puede provocar problemas en el embarazo y un mayor riesgo de contraer infecciones de transmisión sexual, incluido el VIH.
En España, las infecciones vulvovaginales representan el 20% de las consultas ginecológicas y el 75% de las mujeres experimentan un episodio de vulvovaginitis sintomática a lo largo de su vida y el 40-50%, al menos, un segundo episodio, según la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO).
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La infección suele responder bien al tratamiento farmacológico, pero hay mujeres en las que el problema no se resuelve satisfactoriamente. Un nuevo trabajo, desarrollado por investigadores de los Institutos Broad y Ragon (relacionados con el MIT y Harvard) y el Hospital de Investigación Infantil St. Jude han descubierto que el ácido oleico, uno de los ácidos grasos más abundantes en el cuerpo, restablece un equilibrio saludable de los microbios vaginales en un modelo de laboratorio de VB.
Sus hallazgos, publicados en Cell , demuestran que el ácido oleico y otros ácidos grasos insaturados de cadena larga (uLCFA), que son componentes críticos de las membranas celulares y pueden tener propiedades antimicrobianas, inhiben simultáneamente el crecimiento de microbios vaginales asociados con efectos negativos para la salud y promueven otras especies asociadas con un tracto genital femenino más saludable. Los tratamientos que promueven este equilibrio de microbios podrían algún día ayudar a prevenir infecciones vaginales repetidas en las personas.
"Los métodos de tratamiento actuales no ha cambiado en más de 40 años de práctica médica, por lo que se necesitan nuevos métodos para ayudar a los pacientes", destacan los autores principales Meilin Zhu, especialista en ingeniería biolólogica del Instituto Broard y profesor del MIT, y Doug Kwon, del Instituto Ragon y profesor de la facultad de Medicina de Harvard.
Diferencias metabólicas
El tracto genital femenino humano está colonizado de forma natural por especies microbianas del género Lactobacillus. El tratamiento de la vaginosis bacteriana con antibióticos puede alterar el equilibrio de lactobacilos hacia una sobreabundancia de Lactobacillus iners, una especie bacteriana que crea un entorno más susceptible a la recurrencia de la vaginosis bacteriana.
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Zhu buscó métodos para promover el crecimiento de Lactobacillus crispatus, una especie que crea un microbioma más estable que el L. iners. Planeó utilizar un análisis genómico a gran escala para estudiar los impactos de diferentes compuestos en las bacterias.
Pero Zhu descubrió una pista importante incluso antes de comenzar el análisis. Un componente del medio utilizado para cultivar lactobacilos en el laboratorio estaba alterando la herramienta de análisis, pero las bacterias no crecerían en el cultivo sin él. Mientras solucionaba el problema, Zhu descubrió que muchos de los lactobacilos necesitaban un ingrediente en el medio (ácido oleico) para prosperar. Cuando cultivó diferentes cepas de lactobacilos con ácido oleico, descubrió que el ácido oleico inhibía el crecimiento de L. iners, la bacteria perjudicial, y al mismo tiempo promovía el crecimiento de cepas asociadas con una microbiota más saludable, como L. crispatus.
El ácido oleico puede ser una forma eficaz de restaurar un microbioma saludable en el tracto genital femenino después de vaginosis bacteriana
Mediante secuenciación de ARN, estos científicos, en colaboración con otro grupo del St. Jude's, el equipo identificó un grupo de genes involucrados en el procesamiento de ácidos grasos insaturados que están presentes solo en especies distintas de L. iners. Para el trabajo, los autores utilizaron “herramientas genéticas de última generación a las que muchos investigadores en microbiología vaginal no han tenido acceso, a pesar de que son el estándar de oro para cualquier estudio mecanístico”, señala Zhu, que considera que es este “es un buen paso adelante en el campo de la microbiología vaginal, que no recibe los mismos recursos que otras áreas de la microbiología".
Pruebas en cultivos de oleico
El equipo también modeló cómo el ácido oleico podría afectar el microbioma vaginal de pacientes con vaginosis cultivando bacterias asociadas con VB junto con L. iners y L. crispatus. El ácido oleico inhibió eficazmente el crecimiento de L. iners, así como de la mayoría de las bacterias asociadas con VB, incluidas algunas cepas resistentes al tratamiento antibiótico estándar. Esto indica que el ácido oleico puede ser una forma eficaz de restaurar un microbioma estable y saludable en el tracto genital femenino después de la VB.
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“Este estudio es un ejemplo importante de cómo la comprensión de los requisitos metabólicos básicos y las funciones de las bacterias clave puede conducir directamente a nuevas terapias que nos permitan modificar el microbioma para mejorar la salud”, sostiene el también autor Seth Bloom, especialista en enfermedades infecciosas en el Hospital General de Massachusetts.
El equipo del profesor Kwon está trabajando para trasladar esta investigación a un ensayo clínico en humanos, ya que confiesa su convicción en que “existe un potencial apasionante para traducir estos hallazgos para alterar de forma duradera el microbioma vaginal con el fin de mejorar el tratamiento de la VB y reducir los resultados adversos para la salud de las mujeres en todo el mundo”.
Más de la mitad de las mujeres del mundo padecen vaginosis bacteriana (VB), un desequilibrio de los microorganismos normales del tracto genital femenino, al menos una vez en la vida. La afección puede causar síntomas dolorosos y flujo vaginal y, aunque se puede tratar con antibióticos, suele volver a aparecer en poco tiempo. Si no se trata, la VB puede provocar problemas en el embarazo y un mayor riesgo de contraer infecciones de transmisión sexual, incluido el VIH.