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Esto es lo que dice la ciencia sobre comer la corteza del queso
  1. Bienestar
textura y sabor

Esto es lo que dice la ciencia sobre comer la corteza del queso

Para responder a esta cuestión, es importante comprender los diferentes tipos de coberturas y su proceso de elaboración

Foto: Tabla con diferentes tipos de queso (iStock)
Tabla con diferentes tipos de queso (iStock)

El queso es un alimento con miles de años de historia que conquista paladares en todo el mundo por su versatilidad, variedad de sabores y texturas, y su capacidad para complementar una amplia gama de platos saludables. Desde los más frescos y suaves hasta los curados y de sabor intenso, este producto lácteo no solo es un pilar en la gastronomía, sino también un símbolo de la rica tradición culinaria de muchas culturas.

Sin embargo, más allá del disfrute que ofrece, el queso también suscita preguntas sobre sus diferentes componentes, en particular, la corteza que lo recubre. A lo largo de la historia, se ha visto como un elemento integral del producto, pero con la evolución de las técnicas de producción y la diversidad que hay, han surgido dudas sobre si todas son comestibles o si algunas deben evitarse.

Foto: Tabla con diferentes tipos de queso (iStock)

Para responder a esta cuestión, es importante comprender los diferentes tipos de cortezas y su proceso de elaboración. Principalmente, existen dos categorías: naturales y artificiales. Las primeras son aquellas que se forman durante el proceso de maduración y pueden ser de varios tipos, dependiendo de la producción y los ingredientes utilizados. Por ejemplo, algunas cortezas se desarrollan a partir de la fermentación, como es el caso de los quesos tipo Brie o Camembert. En estos casos, es completamente comestible y se considera una parte esencial de la experiencia gustativa, aportando textura y sabor e incluso beneficios para la salud.

Otras precauciones

Algunas cortezas están hechas de cera, pintura antifúngica o parafina, materiales que se utilizan artificialmente para protegerlo durante su almacenamiento y transporte. Estas tienen un aspecto plástico, con una textura regular y colores muy llamativos. Por lo general, no son comestibles y deben ser retiradas antes de consumir el alimento. Este tipo de corteza es común en quesos como el Edam o el Gouda y, aunque no son tóxicas, su textura y sabor no son agradables, por lo que se recomienda desecharlas.

A pesar de que su consumo no deriva en ningún problema grave, estas cortezas no son aptas para ingerirse, ya que pueden contener sustancias que no son ideales en grandes cantidades: “No son muy digestivas, así que es mejor quitarlas” comentó @farmaceuticofernandez en una de sus publicaciones de Tik Tok. Siempre es importante leer las etiquetas del queso y, en caso de duda, consultar con el fabricante.

También debemos tener cuidado porque, aunque la cobertura del queso no sea perjudicial, sí sirve para proteger el alimento de agentes externos y bacterias durante su almacenamiento y transporte. Antes de consumir cualquier producto, hay que asegurarse de que el envoltorio sea adecuado, así como cerciorarse de que las etiquetas no estén pegadas directamente sobre la superficie, lo que sí podría dejar algún residuo nocivo para la salud.

El queso es un alimento con miles de años de historia que conquista paladares en todo el mundo por su versatilidad, variedad de sabores y texturas, y su capacidad para complementar una amplia gama de platos saludables. Desde los más frescos y suaves hasta los curados y de sabor intenso, este producto lácteo no solo es un pilar en la gastronomía, sino también un símbolo de la rica tradición culinaria de muchas culturas.

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