Así se puede fortalecer el suelo pélvico para evitar las disfunciones tras el parto o en la vejez
La disfunción del suelo pélvico puede provocar desde prolapso a incontinencia urinaria o anal y es más habitual entre mujeres: afecta al 50% de las mayores de 80 años
Probablemente, y salvo que fueran médicas o especialistas, las mujeres nacidas hasta mediados del siglo pasado no tenían mucha idea de qué era el suelo pélvico. Ni de por qué se debilitaba o cómo había que cuidarlo. Por suerte, de un tiempo a esta parte se le ha empezado a dar la importancia que se merece, que es mucha.
Porque, en palabras de Irene Díez Itza, ginecóloga y obstetra en el Hospital Universitario Donostia y presidenta de la Sección de Suelo Pélvico de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), el suelo pélvico es “una estructura compuesta por músculos, fascias y ligamentos cuyo papel fundamental es el mantenimiento de los órganos pélvicos en su posición anatómica habitual”.
De este modo, esa estructura consigue “favorecer su correcto funcionamiento. Además, participa en la continencia tanto de orina como anal, y facilita tanto la micción como la defecación”, afirma la experta. Los órganos pélvicos de los que se ocupa el suelo pélvico son la vejiga, la uretra, el útero y la vagina; y el recto.
Hay muchos factores que hacen que se debilite o deteriore esa zona. Algunos de ellos son imposibles de controlar, como el deterioro secundario al parto, las cirugías sobre la pelvis o el efecto del envejecimiento, además de la raza, las características basales del colágeno y de los músculos. “Sí se puede actuar frente al esfuerzo físico intenso, el estreñimiento crónico y la obesidad”
Razones para cuidarlo
La especialista es muy clara en este sentido: “La disfunción del suelo pélvico constituye un importante problema de salud pública que afecta negativamente la vida de millones de mujeres, suponiendo una importante repercusión en la calidad de vida en la esfera emocional y en la física, y presenta un efecto económico en el sistema sanitario considerable”.
Dice esto porque las consecuencias del debilitamiento del suelo pélvico pueden llegar a complicar mucho la vida de quien lo padece. Entre los problemas más destacables figuran el prolapso de los órganos pélvicos; la incontinencia urinaria; la incontinencia anal; la disfunción sexual; y el dolor pélvico crónico.
Estas disfunciones del suelo pélvico afectan, aproximadamente, a una cuarta parte de las mujeres, que pueden sufrir, al menos, una o más. El asunto se agrava a medida que se avanza en la edad. “Esta cifra llega hasta el 39% de las mujeres de entre 60 y 79 años; y el 50% de las mujeres de 80 años o más”.
Del prolapso a la incontinencia
El prolapso de los órganos pélvicos se define como “el descenso de los órganos pélvicos desde su posición anatómica habitual, y se produce como consecuencia del fallo de las estructuras de soporte. Puede afectar a la vejiga, el útero, vagina, el recto y/o el intestino delgado”, afirma la experta. Y continúa: “El síntoma principal del prolapso de los órganos pélvicos es la sensación de un bulto en los genitales externos”.
Las disfunciones del suelo pélvico afectan, aproximadamente, a una cuarta parte de las mujeres, porcentaje que va aumentando con la edad
La incontinencia urinaria o pérdida involuntaria de orina puede estar asociada al esfuerzo, actividad física, tos o estornudo; la de urgencia se da con un fuerte deseo de orinar; y la urinaria mixta es la pérdida involuntaria de orina asociada a urgencia y al esfuerzo. Y también pueden padecerla los hombres.
Trastornos urinarios e incontinencia anal
Otros trastornos del tracto urinario inferior que pueden aparecer como consecuencia de alteraciones del suelo pélvico son la urgencia miccional o “deseo imperioso de orinar difícil de diferir; la frecuencia miccional diurna aumentada, que se define como el incremento en el número de micciones durante el día; la nocturna, que es la necesidad de levantarse por la noche para orinar; y la disfunción de vaciado o dificultad para vaciar la vejiga”.
Díez Itza añade también la incontinencia anal, que conlleva la pérdida involuntaria de gases o heces, además de “la urgencia defecatoria o necesidad imperiosa de defecar; el dolor defecatorio, que es el que aparece durante la defecación; y la defecación obstructiva que es la sensación de obstrucción durante la defecación”.
Así se pueden prevenir y mejorar
Ejercitar la musculatura es esencial para prevenir los problemas de suelo pélvico, pero también para tratarlos. “Estos ejercicios consisten básicamente en hacer contracciones de dicha musculatura varias veces a lo largo del día. Se suele recomendar contraer la musculatura durante unos 10 segundos, repetir dicha contracción 10 veces consecutivas. Esto ha de hacerse tres veces al día y tres días a la semana”, recomienda la ginecóloga y obstetra.
Se suele recomendar contraer la musculatura durante unos 10 segundos y repetir dicha contracción 10 veces consecutivas
Aunque los hombres también pueden tener disfunciones del suelo pélvico, las mujeres se ven especialmente afectadas por el parto, como explica Díez Itza: “El paso del recién nacido por el canal del parto conlleva el deterioro de los músculos, fascias y ligamentos que forman parte del suelo pélvico”.
Embarazo y posparto
“Es una etapa crucial para la vida de la mujer. Es importante recuperar la musculatura tras el parto haciendo ejercicios específicos de contracción de los músculos de suelo pélvico. También hay que cuidarse durante el embarazo, ya que las lesiones pueden aparecer ya durante este periodo”.
Por eso, la experta aconseja que, durante los meses de gestación, no solo se lleven a cano esos ejercicios, sino también “evitar una ganancia excesiva de peso, que va a disminuir las tasa de incontinencia urinaria tanto durante el embarazo como tras el parto”, concluye la presidenta de la Sección de Suelo Pélvico de SEGO.
Probablemente, y salvo que fueran médicas o especialistas, las mujeres nacidas hasta mediados del siglo pasado no tenían mucha idea de qué era el suelo pélvico. Ni de por qué se debilitaba o cómo había que cuidarlo. Por suerte, de un tiempo a esta parte se le ha empezado a dar la importancia que se merece, que es mucha.